sábado, 7 de mayo de 2016

619: Ella aprendió latín

—A la esposa hay que respetarla
—Pero no tanto, por Dios, no tanto. Además me río yo del respeto. ¿Qué es el respeto? Cogerte cada noche, y aquí te pillo, aquí te mato. Si estás cansada, te aguantas. Si tienes dolor de cabeza, que se te pase. Se acuestan en tu cama, te suben el camisón sin decirte la hora te ponen la mano en el coño como quien enchufa la radio, te dan cuatro restregones en las tetas que te las dejan como un trapo, se abren la bragueta del pijama, desenfundan su glorioso instrumento, te abren en canal, te lo meten y te lo sacan besando la almohada, se corren echándote babas por las orejas y se dan media vuelta, y, a dormir. Y una se queda ahí, escaldada como un buñuelo, excitada, sin sueño, con el conejo en carne viva y con las ganas. ¿Eso es respeto? Me río yo de ese respeto, me río que me muero de la risa.
—Pero, bueno, usted tampoco es manca.
—Ah, mira tú, una se harta, se cansa de chuparse el dedo. ¡Natural! Soy una loca, sí, pero gracias al matrimonio. Porque mi marido no me tiene bien estudiada, nunca ha sabido tocarme las teclas. Y, claro, cuando una estudia por su cuenta, termina aprendiendo hasta lo que no debe. Y yo, ahora, amigo mío, sé latín.
—Siempre he oído decir que el griego y el latín son lenguas muertas
—Muertas o vivas, hay lenguas que resucitan a un difunto.

8 comentarios:

  1. Hay que saber idiomas. Siempre viene bien.

    Cuantos más mejor.

    Besos.

    ResponderEliminar
  2. Si sabe latín hay que ir con cuidado...

    ResponderEliminar
  3. Es fácil que el latín se lo haya enseñado algún cura.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  4. El saber no ocupa lugar, y conocer otras lenguas puede complementar. Y el latín es muy practico en los cajerros bancarios de Vaticano, que escriben en esa lengua internacional.

    ResponderEliminar
  5. Y es que nada como el poder de la palabra ;)

    ResponderEliminar
  6. Ella aprendió latín, latón, lámina acanalada... :P

    ResponderEliminar