martes, 15 de julio de 2025

0946: Las campanas de la iglesia de mi pueblo

 Las campanas de la iglesia de mi pueblo no suenan: hablan. Y cuando hablan, no lo hacen al aire, sino al alma. Cada tañido tiene un sentido, una emoción, una memoria fundida en metal.

Para anunciar la muerte, la campana mayor –una mole suspendida de casi dos metros – lanza un golpe hondo, grave, que parte en dos la rutina del valle. Es un lamento metálico que queda suspendido en el aire, como si el tiempo se detuviera para acompañar a quien parte. Luego, un silencio denso de cinco segundos. Entonces, la campana pequeña responde con tres toques lentos, pausados; otros tres, y otros tres más. Y al final, vuelve a hablar la campana grande:

TON… tan… tan, tan… tan… tan, tan… tan… tan, tan… TON.

Ese eco, que parece subir desde la tierra hasta el cielo, avisa a San Pedro que prepare las llaves: hay visita. Las campanas no suenan, lloran. Lloran durante cinco minutos cada tres horas hasta que el alma abandona definitivamente el pueblo.

Pero cuando la vida florece de alegría –cuando es hora de aprender o jugar –, la campana chica ríe con voz aguda y vivaz: tin, tin, tin, tin. Una carcajada metálica recorre las calles, despierta a los niños, empuja los cuerpos al recreo, activa la mente. Suena a dopamina, a alegría, a comunidad viva.

Y cuando algo urge, cuando el peligro asoma o el pueblo debe reunirse, la campana mayor sacude el aire con un repique que ya no es sonido, sino grito:

TON, TON, TON, TON, TON.

Es un llamado, una orden, una súplica. No admite espera. Es la urgencia convocando a todos.

Desde 1791, año en que fue concluido el Templo Colonial San Juan Bautista, esas dos campanas marcan el tiempo y el alma de Pocoata, Potosí. Durante 234 años han anunciado nacimientos, bodas, incendios, misas, agonías, despedidas. Y hoy temen, silenciosamente, que algún día se les asigne una última tarea: tocar el réquiem del templo donde cuelgan.

El templo fue construido por el arquitecto Joaquín Marín, el mismo que edificó la torre sur de la catedral de Nuestra Señora de la Asunción, en Córdoba, Argentina. Trabajó en Pocoata entre 1779 y 1791, y de su mano nació una joya neoclásica con adornos barrocos. El 31 de enero de 1945, una ley lo declaró Monumento Nacional. La firmó el entonces presidente teniente coronel Gualberto Villarroel.

Según los franceses Tristan Platt, Thérèse Bouysse-Cassagne y Olivia Harris en su libro Historia antropológica de una confederación aymara – Qaraqara-Charka, fue Don Fernando Chinchi II quien mandó construir la iglesia; exigió que fuera “la más imponente de la provincia… con capillas ricas, adornos de plata labrada y muchas piñas doradas”.

El cura Francisco Javier Troncoso escribió en 1791: “no es de madera, sino de yeso y ladrillo, pues aún en esto he querido mirar por la mayor duración y firmeza”. Añadió que sus molduras, estípites, pedestales y pinturas esmaltadas en oro fueron pensadas para resistir incluso el fuego.

Pero antes de la Guerra del Chaco (1932–1935) se derrumbó la espadaña. Desde entonces, el templo se fue deteriorando, pero nunca cayó del todo. En 1993, llegó a Pocoata el párroco alemán Ibbes Anderson. Quedó conmovido por la belleza herida del templo y reconstruyó, con el apoyo de algunos vecinos, la espadaña caída, las graderías de la torre y la cúpula blanca.

Hoy, su fachada sigue imponente. Pero por dentro, el templo sufre: las paredes están picadas, los dorados del altar han perdido su brillo, la pila bautismal ya no existe, las arañas y candelabros desaparecieron, y los cuadros únicos del maestro Melchor Pérez de Holguín fueron trasladados a Potosí.

Aun así, un grupo de vecinos resiste. Organizan actividades, buscan apoyo y sueñan con restaurar el templo. Avanzan despacio, faltan recursos, pero sobra corazón. Los pocoateños han decidido tocar las puertas de la cooperación internacional –sobre todo española– con la esperanza de salvar este monumento vivo, testigo de una parte de la historia de Bolivia.

Las campanas de la iglesia de mi pueblo no suenan: hablan. Hablan de vida, de muerte, de fiesta, de miedo, de fe. Y yo solo pido que nunca tengan que tocar el fin de su propio templo.

Andrés Gómez es periodista.


jueves, 10 de julio de 2025

0945:"los abuelitos".

Nacimos en los 40, 50 y 60.

Crecimos en los 50, 60 y 70.

Estudiamos en los 60, 70 y 80.

Estuvimos juntos en los 70, 80 y 90.

Nos casamos o no, y descubrimos el mundo en los 70, 80 y 90.

Aventurándonos en los 80 y 90.

Nos estamos adaptando a la década del 2000.

Nos volvimos más sabios en la década del 2010.

Y seguimos adelante con fuerza en el 2020 y más allá.

Resulta que pasamos por OCHO décadas diferentes...

DOS siglos diferentes...

DOS millennials diferentes...

Hemos pasado del teléfono con operador para llamadas de larga distancia, las cabinas de pago, las videollamadas en todo el mundo.  Hemos pasado de las diapositivas a YouTube, de los vinilos a la música online, de las cartas manuscritas a los correos electrónicos y WhatsApp.

Partidos en directo por la radio, televisión en blanco y negro, televisión a color, luego televisión 3D HD.

Íbamos al videoclub y ahora vemos Netflix.

Conocimos las primeras computadoras, las tarjetas perforadas, los discos, y ahora tenemos gigabytes y megabytes en nuestros smartphones.

Usamos pantalones cortos durante toda nuestra infancia, luego pantalones largos, pantalones de entrepierna abierta o minifaldas, zapatos Oxford, Clarks, bufandas palestinas, monos y vaqueros.

Evitamos la parálisis infantil, la meningitis, la poliomielitis, la tuberculosis, la gripe porcina y ahora la COVID-19.

Hemos practicado patinaje sobre ruedas, triciclo, bicicleta, ciclomotor, gasolina o diésel, y ahora conducimos híbridos o eléctricos.  Jugábamos con los pequeños

a las damas, avestruces y a las bolitas, al polikadron y tambien a las escondidas, ahora tenemos Candy Crush en nuestros smartphones

Y leíamos... mucho

Y la religión de nuestros compañeros no era una asignatura...

Solíamos beber agua del grifo y limonada en botellas de vidrio, y las verduras de nuestro plato siempre estaban frescas; hoy nos traen la comida a domicilio.

Sí, hemos pasado por mucho, ¡pero qué vida tan hermosa hemos tenido!

Podrían describirnos como "ex-anuales"; personas que nacieron en este mundo de los años 50, que tuvieron una infancia analógica y una adultez digital.

Deberíamos añadir la Revolución Biológica que hemos presenciado. En 1960, la biología era muy descriptiva. Hemos presenciado el auge de la Biología Molecular: se descubrieron las moléculas de la vida: ADN, ARN, etc. Cuando ves todo lo que ha surgido de ella: terapia génica, huellas genéticas y demás, el progreso es considerable.

¡En realidad, lo hemos visto todo!  Nuestra generación ha vivido y presenciado literalmente más que cualquier otra en todas las dimensiones de la vida.

Esta es nuestra generación que se ha adaptado al "CAMBIO".

¡Felicitaciones a todos los miembros de una generación muy especial, que será ÚNICA! 

jueves, 3 de julio de 2025

0944: el profesor y el granjero

Un profesor se sienta al lado de un granjero en un tren. El profesor pronto se aburre y propone un juego para pasar el tiempo.

-Te propongo un pequeño juego –dice el profesor. “Déjame hacerte una pregunta. Si no sabes la respuesta me das 5€. Entonces me haces una pregunta. Si no lo sé te doy 50€. Aceptas?"

El granjero siente curiosidad, asiente y acepta.

El profesor comienza: “¿Cuál es la distancia exacta entre la Tierra y la Luna?”

Sin decir palabra, el agricultor saca cinco euros de su bolsillo y se los entrega al profesor.

Ahora es el turno del granjero. Piensa un momento y luego pregunta: "¿Qué animal sube montañas con tres patas y desciende con cuatro?"

El profesor quedó atónito. Se devana los sesos, repasa todos sus conocimientos, mira sus apuntes y trata de encontrar una explicación lógica. Pero en vano. Finalmente se da por vencido, saca 50 € de su cartera y se los entrega al granjero.

El granjero toma el dinero, sonríe satisfecho y se recuesta para dormir profundamente.

Pero el maestro, en su frenesí de curiosidad, no pudo soportar dejar la pregunta sin respuesta. Despierta al granjero e insiste: “Entonces, ¿qué animal es este?”

Sin decir palabra, el agricultor saca cinco euros de su bolsillo, se los entrega al profesor y continúa durmiendo tranquilamente.


La historia continúa...

Una mujer fue de compras, al llegar a la caja abrió la cartera para pagar.

La cajera vio que allí tenía un control remoto de televisión. No pudo controlar su curiosidad y preguntó:

-¿Siempre anda usted con el control remoto de televisión en su cartera?

-No, no siempre, pero mi esposo se negó a venir conmigo de compras porque  tenía que ver un partido de fútbol, así que me traje el control remoto.

Moraleja:

Apoye y acompañe a su esposa cuando ella se lo solicite.

Pero la historia continúa...


La cajera se rio y le devolvió la mercancía a la señora. Sorprendida, esta le pregunta qué sucedía.

La cajera le explica:

-Su marido ha bloqueado su tarjeta de crédito.

Moraleja: 

Respeta los pasatiempos de tu esposo.

Pero la historia continúa...


La esposa sacó la tarjeta de crédito de su marido de la cartera. 

¡De seguro no iba a bloquear su propia tarjeta!

Moraleja:

No subestimes la sabiduría de tu esposa.

Pero la historia continúa...


Cuando deslizó la tarjeta, la máquina solicitó: 

INGRESE EL PIN ENVIADO A SU TELÉFONO MÓVIL, o sea

¡al teléfono del esposo!

Moraleja:

Cuando un hombre está en riesgo de perder, hasta la máquina es suficientemente inteligente como para salvarlo.

Pero la historia continúa...


La mujer sonrió y sacó el móvil que sonó en su bolso.

¡Era el teléfono de su marido!

Ella lo había tomado junto con el control remoto para que no la llamara durante sus compras.

Ella compró sus artículos y regresó a casa ¡feliz!

Moraleja:

¡Nunca subestimes a una mujer!


Pero la historia continúa...

Al llegar a casa, su esposo se había ido. Encontró una nota en la puerta que decía: 

"No encontré el control remoto".

Salí con los niños para ver el partido. Llegaremos tarde a casa. Llámame a mi teléfono si necesitas algo.

Se llevó las llaves de la casa.

Moraleja:

No intentes controlar a tu esposo. Puedes perder el control.

La risa es el mejor antídoto contra la depresión. 

"PERO LA HISTORIA CONTINÚA"..