Sin que sean un género literario en sí,
las dedicatorias -literales o metafóricas-, estimulan la curiosidad del lector
al saber que estas tienen una gran significación afectiva para el autor.
“A mi madre, mano firme de
algodón” Irene Vallejo. El infinito en un junco.
“a Una (y a otras)” Héctor Abad
Faciolince, Fragmentos de amor furtivo
“Para Elvira, que tenía tantas
ganas de leer este libro”. Antonio Muñoz Molina, Plenilunio
“Dedico este libro a mis enemigos, que
tanto me han ayudado en mi carrera” Camilo José Cela, La familia de Pascual
“Este libro es de Inés, es para Inés, es
por Inés” Pedro Mairal, Maniobras de evasión.
“Para Martina, que es y no es. Y que, no
siendo, me ha enseñado mucho”. Rosa Montero, La loca de la casa
“Y,
por último, todo para ti…”, Fernando Savater, Memorias de amor
“¿Qué puedo decir sobre un hombre que
sabe cómo pienso y todavía duerme a mi lado cada día con las luces apagadas?”, Gillian
Flynn, Lugares oscuros
“A LÉON WERTH. Pido perdón a los niños
por haber dedicado este libro a una persona mayor. Tengo una buena excusa: esta
persona mayor es mi mejor amigo en el mundo. Tengo otra excusa: esta persona
mayor puede entenderlo todo, hasta los libros para niños. Tengo una tercera
excusa: esta persona mayor vive en Francia, donde pasa hambre y frío. Realmente
necesita consuelo. Si todas esas excusas no bastan, dedicaré este libro al niño
que una vez fue esta persona mayor. Todos los mayores han sido primero niños
(pero pocos se acuerdan). Corrijo, entonces, mi dedicatoria: A LÉON WERTH.
Cuando era niño”, Antoine de Saint-Exupéry, El Principito
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