viernes, 13 de septiembre de 2024

0887: sonrisear II

 Dos amigos que se encuentran después de mucho tiempo y uno que le dice al otro:

– ¡Hombre, Manuel, cuánto tiempo sin verte! ¿Y eso, qué es de tu vida?

– Pues nada, ya ves, resulta que un día me encontré con una lámpara mágica, con genio y todo.

– ¿Sí? No me digas, oye pues dejame pedirle un deseo al genio ese, ¿no?

-Bueno, no veo por qué no. Lo único malo es que el genio es un poco sordo, pero por lo demás… Vente que lo tengo en mi barco.

Total que se van andando los dos y llegan al paseo marítimo. Y el otro, ya impaciente, ve un pedazo de yate y le pregunta a su amigo:

– ¡Manuel, es ese tu barco!

– No, no, el mío está al final del muelle.

Ven un velero, majestuoso y el otro:

-¡¿No me digas que ese es tu barco?

– Que va, que va, si es el último del todo:

Siguen andando y cuando ya no hay más barcos ven al fondo una boya enorme, más grande que una casa, con su campana y todo y dice el amigo:

– Ese es mi barco.

Así que el otro, todo extrañado lo sigue y se meten dentro de la boya. A lo que el otro le da la lámpara y le dice que pida lo que quiera. El colega no se lo piensa mucho y frota la lámpara y cuando sale el genio, va y le dice:

-¡¡Quiero que al llegar a mi casa haya un millón de pelas!!

Y el genio:

– ¡¡Concedido!!

El notas sale corriendo, todo impaciente, sin despedirse ni nada y cuando llega a su casa, abre la puerta y se encuentra que está todo lleno de velas.

– ¡¡Velas!! -exclama- ¿Pero esto qué es?

Así que coge y vuelve para pedirle explicaciones al amigo.

El amigo, que se lo veia venir, le explica:

– Ya te lo dije, que el genio era un poco sordo, ¿tú por qué te crees que yo tengo la boya más grande del mundo?


miércoles, 11 de septiembre de 2024

0886: sonrisear

Un tipo que se hecha una novia japonesa con la que, cada vez que hace el amor, la tía le grita:

-¡Llama, llama! ¡Llama, llama!

El hombre, un poco angustiado, se lo cuenta a un amigo suyo, el cual le aconseja que, cuando ella le grite «¡Llama, llama!», él le grite lo mismo, a ver qué pasaba. El hombre se queda conforme y a la siguiente vez que está con la japonesa liado, otra vez empieza ella:

– ¡Llama, llama! ¡Llama, llama!

Entonces el tipo, ni corto ni perezoso, le grita también a la japonesa:

– ¡Llama,llama! ¡Llama, llama!

Y entonces, va la tía y le mete el dedo en el culo, a lo que el hombre grita:

– ¡Corta, corta! ¡Corta, corta!



Estaba la señora marquesa jugando a las adivinazas con sus amigas cuando llegó su amigo el conde de visita. El conde quiso sumarse al juego, así pues la marquesa y sus amigas se reunieron en un corrillo y, trás unos cuantos cuchicheos le hicieron la primera pregunta:

– ¿Qué es duro y redondo y se mete hasta el fondo?

El señor conde se lo piensa un poco y dice, dudoso:

– ¿La polla?

– ¡¡Pero qué escándalo- exclama la marquesa- Es usted un impresentable!! Si era el anillo ¡¡ Fermín, la chaqueta y el sombrero del señor conde, que ya se iba!!

El conde un poco consternado se diculpa y pide que sigan con el juego, que no volvería a ocurrir nada parecido. Así que, de nuevo, se reunen las señoras en un corrillo y vuelven a preguntarle:

– Con la punta se apunta y con el culo se aprieta y con lo que cuelga se tapa la grieta.

El señor conde, sudando vuelve a responder:

– ¿La polla?

De nuevo se indigna la marquesa y exclama:

– ¡¡Sin vergüenza, asqueroso!! Si era la aguja ¡¡Fermín, la chaqueta y el sombrero del señor conde que ya se iba!!

– ¡Perdón, perdón!- pide el señor conde, avergonzado- No volverá a ocurrir. Intentémoslo una vez más.

Así que, por tercera vez, se reunen las mujeres en corro tras unos cuantos bisbiseos y deciden hacerle la adivinaza de la galleta:

– Entra dura y arrogante y sale fofa y chorreante.

A lo que el señor conde responde:

– ¡Fermín, la chaqueta y el sombrero porque está vez es la polla!!

 

martes, 10 de septiembre de 2024

0885: un amanecer en abril

 Barry paseó la mirada por los libros y alambiques que lo rodeaban. Hubo otra pausa.

−¿Entonces cómo llegué aquí?
−Yo lo traje.
−¿Usted es doctor?
Lenoir asintió, con orgullo. Toda su actitud había cambiado.
−Sí, soy doctor −dijo−. Sí, yo lo traje aquí. ¡Si la Naturaleza no quiere cederme el conocimiento, entonces puedo conquistar a la propia Naturaleza, puedo obrar un milagro! Al diablo con la ciencia entonces. Yo era cientifico... −miró a Barry con los ojos ardientes−. ¡Ya no! Me llaman idiota, hereje. ¡Por Dios, soy algo peor que eso! ¡Soy un hechicero, un mago negro, Jehan el negro! La magia funciona, ¿verdad? Entonces la ciencia es una pérdida de tiempo. ¡Ja! −dijo, pero en realidad no parecía triunfante−. Me gustaría que no hubiese funcionado −dijo con más calma, paseándose de aquí para allá entre los infolios.
−A mí también
−¿Quién es usted? −Lenoir alzó una mirada desafiante hacia Barry
−Barry A. Pennywither. Soy profesor de francés en el Munson College de Indiana, de licencia en París para proseguir mis estudios de francés medieval tar... −se detuvo; acababa de tomar conciencia del acento que tenía Lenoir−. ¿En qué año estamos? ¿En qué siglo? Por favor, doctor Lenoir... −el francés parecía confundido; los significados de las palabras cambian tanto como su pronunciación−. ¿Quién gobierna este país?
Lenoir se encogió de hombros, con el movimiento pico de un francés (hay cosas que nunca cambian).
−Luis es rey −dijo−. Luis XI. La vieja araña mugrienta.
Se quedaron mirándose el uno al otro como indios de madera durante cierto empo. Lenoir fue el primero en hablar.
−¿Entonces usted es un hombre?
−Sí. Escuche, Lenoir, creo que usted... su encantamiento...tiiene que haber chapuceado un poco.
−Es evidente −dijo el alquimista−. ¿Usted es francés?
−No.
−¿Es inglés? −los ojos de Lenoir ardieron−. ¿Es usted un mugriento anglo?
−No. No. Soy de Norteamérica. Vengo de... de su futuro. Del siglo veinte después de Cristo −Barry se ruborizó. Sonaba tonto, y él era un hombre modesto, pero sabía que no se trataba de un espejismo. El cuarto en el que se encontraban, su cuarto, se veía nuevo. No con cinco siglos de edad. Descuidado, pero nuevo. Y la copia de Albertus Magnus que estaba junto a su rodilla era nueva, encuadernada en suave y flexible piel de becerro, con las letras doradas refulgentes. Y allí estaba Lenoir con su manto negro, no de traje, en casa...
−Le ruego que se siente, señor −estaba diciendo Lenoir; y agregó, con la cortesía espléndida aunque abstraída del erudito pobre−: ¿Le cansó el viaje? Tengo pan y queso, si quiere hacerme el honor de compartirlos.
Estaban sentados a la mesa mascando pan y queso. Al principio Lenoir intentó explicar por qué había probado con la magia negra.
−Estaba harto −dijo−. ¡Harto! Hace veinte años que soy esclavo de la soledad, ¿por qué? Por el conocimiento. Para aprender algunos de los secretos de la Naturaleza.
Clavó el cuchillo un centimetro en la madera de la mesa, y Barry saltó. Lenoir era un hombrecito delgado, pero evidentemente apasionado. Tenía un rostro magnífico, aunque pálido y enjuto: inteligente, alerta, vivaz. A Barry le recordaba el rostro de un famoso fisico atómico, cuya fotografiaa había aparecido en los diarios hasta 1953. Por alguna razón la semejanza lo impulsó a decir:
−Algunos sí, Lenoir; hemos aprendido un poco, aquí y allá...
−¿Qué? −dijo el alquimista, escéptico, pero curioso.
−Bueno, no soy cientifico...
−¿Puede hacer oro? −sonreía mientras preguntaba.
−No, no creo, pero ellos hacen diamantes.
−¿Cómo?
−Con carbón, hulla, entiende: someta a mucho calor y presión, según creo. La hulla y el diamante son carbón, entiende, el mismo elemento.
−¿Elemento?
−Como le decía, yo no soy...
−¿Cuál es el elemento primordial? −gritó Lenoir, con los ojos en llamas, el cuchillo en la mano.
−Hay unos cien elementos −dijo Barry fríamente, ocultando su alarma.
Dos horas después, una vez que le arrancó a Barry hasta la última gota de los restos del curso de química de la facultad, Lenoir se abalanzó fuera, a la noche, y reapareció poco más tarde con una botella.
−¡Oh, maestro mío −exclamó−, pensar que le ofrecí sólo pan y queso! −era un agradable burgundy, cosecha 1477, un buen año; después de que bebieron una copa juntos Lenoir dijo−: Si pudiese devolverle el favor...
−Puede. ¿Conoce el nombre del poeta François Villon?
−Sí −dijo Lenoir con cierta sorpresa−, pero sólo escribía basuras
−¿Sabe cómo o cuándo murió?
−Oh, sí; ahorcado aquí en Mon aucon, en el 64 o el 65, con una pandilla de malhechores como él. ¿Por qué?
Dos horas después la botella estaba vacía, sus gargantas estaban secas, y el vigilante había dado las tres de una madrugada límpida y fría.
−Jehan, estoy agotado −dijo Barry−. Será mejor que me envíe de vuelta.
El alquimista era demasiado cortés, se sentia demasiado agradecido y tal vez también demasiado cansado como para discutir. Barry se paró rígidamente dentro de la estrella de cinco puntas
−Adieu −dijo Lenoir con tristeza.
−Au revoir −contestó Barry.
Lenoir empezó a leer el encantamiento hacia atrás. La vela parpadeó, su voz se dulcificó:
−Me audi, haere, haere −leyó, suspiró, y alzó los ojos.
La estrella de cinco puntas estaba vacía. La vela parpadeó.
−¡Pero aprendí tan poco! −exclamó Lenoir dirigiéndose al cuarto vacío; después golpeó el libro abierto con los puños y dijo−: Y un amigo como ese... un verdadero amigo...
Fumó uno de los cigarrillos que le había dejado Barry: se había aficionado al tabaco en seguida. Durmió, sentado ante la mesa, durante un par de horas. Cuando despertó caviló un momento, volvió a encender la vela, fumó el otro cigarrillo, después abrió el Incantatoria y empezó a leer en voz alta:
−Haere, haere...
−Oh, gracias a Dios −dijo Barry, saliendo con rapidez de la estrella de cinco puntas y estrechando la mano de Lenoir−.¡Escuche, regresé allí, a este cuarto, este mismo cuarto, Jehan! Pero antiguo, horriblemente antiguo, usted no estaba allí... Pensé: Dios mío, ¿qué he hecho? Vendería mi alma por regresar, por estar con él... ¿Qué puedo hacer con lo que he aprendido? ¿Quién me creería? ¿Cómo puedo probarlo? ¿Y a quién demonios podría decírselo en todo caso? ¿A quién le importa? No podía dormir, me quedé sentado y gemí durante una hora...
−¿Se quedará?
−Sí. Mire, traje esto: por si usted me invocaba −avergonzado, exhibió ocho paquetes de Gauloises, varios libros, y un reloj de oro−. Podría venderlo por un buen precio −explicó−. Sabía que los francos en billetes no servirían de mucho.
Al ver los libros impresos los ojos de Lenoir refulgieron de curiosidad, pero siguió inmóvil.
−Amigo mío −dijo−, usted dijo que vendería el alma... sabe... yo también. Pero no lo hicimos. ¿Cómo pasó esto, después de todo? Que los dos seamos hombres. No demonios. Sin pactos firmados con sangre. Dos hombres que vivieron en este cuarto...
−No sé −dijo Barry−. Lo desentrañaremos más tarde. ¿Puedo vivir con usted, Jehan?
−Haga de cuenta que está en su casa −dijo Lenoir con un gesto elegante que abarcó el cuarto, los estantes de libros, los alambiques, la vela que palidecía.
Al otro lado de la ventana, gris sobre gris, se alzaban las dos grandes torres de Notre Dame. Era el amanecer del 3 de abril.

Ursula K. Le Guin

sábado, 7 de septiembre de 2024

0884: él no tiene ni una cosa, ni la otra

 Una noche más, el restaurante más famoso de la televisión abrió sus puertas para dar nuevas oportunidades a solteros y solteras de encontrar el amor. Fue el caso de Magda, de 55 años, y de Serafín, de 60, que visitaron 'First Dates' con ganas de encontrar a alguien. Sin embargo, su cita fue de mal en peor.


El primero en entrar al restaurante fue Serafín, policía jubilado y de León, que entró reconociendo que no había tenido mucha suerte en el amor. "Busco la felicidad. Busco compromiso", explicó al programa, y le comentó a Carlos Sobera que quería a una mujer que fuera activa, que estuviera "estilizada" y se cuidara.


El programa le preparó una cita con Magda, brasileña residente en Granada, que reconoció en su presentación que era "un poco antigua" con respecto a lo que esperaba de un hombre.


¿Las primeras impresiones? Sin duda, no fueron buenas. Aunque la soltera sí se mostró bastante abierta a conocer a su cita, a Serafín físicamente no le gustó. "Se ve que es una mujer que no ha hecho deporte en su vida", comentó ante las cámaras del programa.


Como decíamos, la cosa no mejoró. No sólo no compartían intereses o aficiones, sino que pronto llegaron los primeros rifirrafes en la mesa, con preguntas por parte de Magda que no gustaron nada a Serafín. "A esta mujer la veo un poco dominadora, que te influye en el carácter y quiere amoldarte al carácter de ella", observó.


A pesar de que la cosa no iba bien, Magda no dejó de preguntar e incluso se interesó por el ámbito romántico y sexual, preguntando a Serafín por sus relaciones sexuales y con cuántas mujeres se había acostado. "Uno no lleva la cuenta de eso tampoco. No soy aquí Julio Iglesias...", comentó, incómodo, el de León. "No es el momento adecuado ni la situación", se quejó en los totales.


Pero eso no fue todo. Y es que la soltera sorprendió lanzando la siguiente pregunta: "¿Puedo preguntar qué tamaño de zapato usas?". "43,5 largo", respondió con sequedad el soltero. "Cuánto mides de pie es una pregunta indiscreta para ver cuánto mides de verga", comentó después el expolicía.


"¿Sabes una cosa? La mujer no disfruta porque la verga sea más grande, sino porque sea más gorda", le soltó a continuación Serafín. "Yo no he dicho nada", contestó Magda, en un ambiente de clara tensión. "Yo pienso que él no tiene ni una cosa, ni la otra", confesó después la soltera.


lunes, 2 de septiembre de 2024

0883: chistes de humor negro graciosos y originales no aptos para todos los lectores

 El humor negro es como follar sin condón, hay que saber dónde y con quién hacerlo", eso lo dice Dani Rovira, que algo sabe sobre el tema. "Si no me molestaron los chistes sobre mí en plena adolescencia, ¡cómo me van a molestar ahora!", lo añade Irene Villa, que por desgracia sabe más aún, aunque por otros motivos. ¿Os parece una buena presentación de un artículo sobre chistes de humor negro?

Está claro que los chistes de humor negro ofensivos o de mal gusto, ya sean sobre sexo, muerte o desgracias en general, no son para todo el mundo, así que si te encuentras en el grupo de los que se ofenden fácilmente, lo mejor es que dejes de leer este ahora mismo. Mira, aquí tienes uno sobre los mejores chistes malos. ¡Son tan malos que son buenos y no corres peligro de que te sangren los ojos!

57 chistes de humor negro que hay que contar con precaución (por ser muy fuertes)

El humor negro puede ser una forma de comedia que provoca risas y reflexiones, pero siempre debe manejarse con cuidado. Los chistes de humor negro, como los 60 que os ofrecemos a continuación, suelen abordar temas sensibles y pueden resultar ofensivos si no se cuentan en el contexto adecuado. Es importante que conozcas bien a la audiencia y el entorno antes de compartir este tipo de humor, para evitar malentendidos y asegurar que todos puedan disfrutar de la broma sin incomodidades. Suerte y al toro.

71 Mis padres me criaron como hijo único, lo que fue una putada para mi hermano pequeño.

72 No eres un completo inútil. Siempre puedes ser utilizado como un mal ejemplo.

73 Dicen que el mejor camino hacia el corazón de un hombre es a través del estómago. Pero yo creo que apuñalarle directamente en la caja torácica es mucho más fácil.

74 Un médico entra en una habitación con un paciente moribundo y le dice: "Lo siento, pero solo te quedan diez". El paciente le pregunta: "¿Diez qué, doctor? ¿Horas? ¿Días? ¿Semanas?". El médico lo mira con calma y dice: "Nueve".

75 Hace unos años lancé un bumerán. Ahora vivo en un miedo constante...

76 Pensé que abrir una puerta para una dama era de buenos modales, pero ella simplemente me gritó y salió volando del avión.

77 "Mi abuela me trata como una estrella de rock. Supongo que por eso me deja firmarle las tetas". (Zach Galifianakis)

78 ¿Por qué los amigos se parecen mucho a la nieve? Si haces pis sobre ellos, desaparecen.

79 El otro día, mi mujer me pidió que le pasara su lápiz de labios, pero accidentalmente le pasé una barra de pegamento. Todavía sigue sin hablarme.

80 Dale a un hombre un billete de avión y volará durante un día. Empújale desde un avión a 10.000 metros y volará durante el resto de su vida.

81 Abuela: "La mayoría de las personas de tu edad ya están casadas, ¿por qué tú no?". Yo: "La mayoría de las personas de tu edad ya están muertas, ¿por qué tú no?".

82 "Ay, doctor, estoy muy nervioso. Esta es mi primera operación". "No se preocupe. La mía también".

83 ¿Cuál es la diferencia entre un Lamborghini y un cadáver? No tengo un Lamborghini en el garaje.

84 ¿Por qué Michael Jackson no puede acercarse a menos de 500 metros de una escuela? Porque está muerto.

85 ¿Qué es peor que morder una manzana y encontrar un gusano? Morder una manzana y encontrar medio gusano.

114 Hemos mantenido la habitación exactamente igual que el día que desapareció, hace ya 6 años, agente. Señora, hay un esqueleto detrás de la cama. ¡No jodas: Timmy!

115 Cari, hoy comemos en casa de mi madre.

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¿Cari?

Ok.