sábado, 22 de junio de 2013

286: EL NOVENO MANDAMIENTO

El otro día, reventó el avispero, las prójimas -una vez que salieron de su estupor-, salieron en búsqueda de Francisco, para que él de frente explique los motivos que le impulsaron a emitir su bula parroquial.

Cuando las prójimas andan en cuadrilla, es mejor para cualquier copuchento, salir de su escritorio y huir a descampado, por lo menos allí el aire estará menos cargado de malos presagios.

El fervor cívico de Francisco –párroco de esta petit Babel- fue ponerse en los calzones de Eustaquio; y en función de esta acción se empaquetó y se empacho del lagrimeo, quejas y exordios, lo cual impuso a Francisco, a declarar solemnemente en plana asamblea de las Hijas de la Misericordia –dicho, sea de paso, conformada por todas las prójimas de este fértil condomio- «Así como yo los uní, así los desuno, pues prójima que no le dé a su copuchento lo que le corresponda –por inútil que sea- hace caer a su copuchento, en el noveno mandamiento»

Finalmente, las prójimas acorralaron a Francisco y le invocaron a que anule su decreto, más este imperitamente se mantuvo firme, y mandó que todas pasen por su confesionario y que el tema fuera el mandamiento en cuestión. Ante esta situación de catástrofe, las prójimas recularon ante el solaz de sus copuchentos castigados sexualmente, por seguir las ideas difundidas: de no trabajar más.

1 comentario:

  1. Hace tanto que dejé de seguir los mandamientos que ya no recuerdo cual es el noveno.

    ¿No desearás la mujer de tu prójimo o algo así?

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