martes, 26 de junio de 2018

0227: la zancadilla


— ¿Y él? ¿Quién es? ¿De dónde ha salido?
— ¡Uf! Es un hombre de aquí con una historia complicada. En estos últimos tres años se ha hecho sitio entre gente bien situada, porque hay que reconocer que encanto le sobra, y ahí lo tienes hecho un señor al que al final se le ocurre ir a fijarse en una niña más simple que una mata de habas, guapa, ingenua... Un bocadito, vamos.
—Desengáñate, ahora ya no hay chicas ingenuas a los veinte años.
—Ingenua de otra manera, sí, pero ingenua al fin y al cabo; o sea: con alguna experiencia de lobeznos y ninguna con lobos, que es a lo que me refiero.
—Bueno. No tiene por qué ser un desastre, aunque no parezca el tipo de relación más aconsejable. Pero vamos por partes. Primero: ¿está decidida?
—Está empeñada.
— ¿Y sus padres?
—Pues él poco menos que limpiando la escopeta y mi hermana, te puedes imaginar: desconsolada.
—De todos modos: esto suele ser un drama hasta que deja de serlo, como sabes muy bien. Al fin y al cabo él tiene dinero y, como dice el buen pueblo, el que no la corre de soltero la corre de casado y eso es un punto a su favor. Puede ser un buen novio, es cuestión de darle carrete y ver qué pasa. Tú sabes el tamiz que es el tiempo. ¿Por qué no le frenan las prisas a la niña, de momento? Con buena cara, se entiende, no vaya a ser que se os embarace en plan retador.
—Pues vaya consuelo.
—El que hay. ¿Qué van a hacer los padres, a ver? Si ella se emperra, o la enjaulas o matas al otro. Yo entiendo tu pesar, si yo tuviera una hija en estos trances le abriría las puertas al lobo y por detrás incitaría a los ex enamorados de mi hija que volviesen a cortejarla.

2 comentarios:

  1. Si la niña ya tiene edad suficiente para saber lo que quiere ¿porqué no?... No es la primera pareja que con tantos años de diferencia son felices.

    Abrazo.

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