Después de dos meses de aislamiento se
permite caminar hasta 500 metros del domicilio. Siempre con barbijo y a dos
metros de distancia. Nos contagiamos la buena nueva entre amigos, colegas y
pacientes.
Al día siguiente me llega
un wathsapp de un vecino de 92 años con doble reemplazo de cadera y
severa artrosis: “Salí a caminar, pero por los dolores hice apenas 150
metros, te cuento por si alguno más joven los necesita, le doy mis 350 que no
voy a usar…” Me sonrío frente a la pantalla del celular, solo, mientras
respondo: “jajajajajaja”.
Reviso los mensajes: “Cuidado
cuando vayan al supermercado, regresé a casa, y cuando se sacó el barbijo no
era mi marido”
Otro con la imagen de Shakespeare
sosteniendo una botellita y declama: “Gel o no gel, esa es la cuestión”
Otro con la cara de René
Descartes: “Covido ergo Zoom”
Otro con la escultura del David pero
obeso, llamado Covid
Otro: “La cuarentena es como una
serie de Netflix, cuando uno cree que se acaba, sacan la siguiente temporada”.
No alcanzo a revisar todos los mensajes
y regresan las dudas: ¿Es posible hacer humor en estos tiempos? ¿Por qué, para
qué, quién, qué humor? ¿El humor es tragedia + tiempo? ¿El humor es
como la religión? ¿El humor es hijo del miedo y la incertidumbre? A todas, una
sola respuesta: el ser humano es portador sano del humor.
El humor es lo que nos hace la vida más agradable, es importante no dejarlo a un lado.
ResponderEliminarYo no sé si es el ser humano, pero al español se le agudiza el ingenio en tiempos de crisis. Eso lo sé.
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