Hoy vivimos en una versión occidental de
la “sociedad del miedo”, en la cual la presión para ajustarse a la norma no
viene de la cúspide totalitaria (como fue el caso en la Unión Soviética de
Stalin), sino de los fanáticos que nos rodean en las universidades, en el
trabajo y en los medios de comunicación, quienes intimidan a las personas para
que se queden calladas o acepten los dictámenes políticamente correctos.
¿De qué otra forma podríamos explicar la
salvaje prohibición de libros y cancelación de películas en el último tiempo?
Primero vinieron por los libros de Jean
and Laurent de Brunhoff sobre el elefante Babar, por considerarlos como
“celebraciones del colonialismo”, porque el personaje sale de la selva y luego
regresa a “civilizar” a sus compañeros animales.
Luego vinieron por los libros de
"Jorge, el curioso", de H. A. Rey, porque la premisa del hombre
blanco (¡con un sombrero amarillo!) que lleva a su casa un mono de África es
degradante para los africanos y, especialmente, para los afroamericanos.
Después vinieron por las películas
infantiles, llevando a Disney Plus a sacar Peter Pan, Dumbo, Los Aristogatos,
La dama y el vagabundo, El libro de la selva y La familia Robinson de sus
ofertas para niños menores de siete años. Disney las etiquetó como películas
que contienen “estereotipos y representaciones negativas de personas o culturas”,
que pueden llegar a corromper las almas de los niños. (El Servicio Público de
Radiodifusión también colocó “advertencias de sensibilidad” al programa
"Plaza Sésamo").
En Dumbo, los cuervos “rinden homenaje a
los espectáculos de juglares racistas”. Peter Pan “representa a las personas
indígenas de una forma estereotipada que no refleja la diversidad de las
personas indígenas ni sus auténticas tradiciones culturales. Peter y los niños
perdidos bailan llevando tocados y otros tropos exagerados”.
En "La familia Robinson", los
piratas que antagonizan con la familia Robinson son representados como una
estereotípica amenaza extranjera. “Muchos tienen la piel amarilla o café y
están vestidos de una forma exagerada y errónea, con peinados de rodete, colas
de caballo, maquillaje y joyas excesivas, reforzando su barbarismo y
diferencia”.
Entonces llegó el turno del Sr. Cara de
Papa y obligaron a Hasbro a hacer el muñeco de género neutro.
Luego vinieron por Dr. Seuss, incluyendo
sus icónicos libros “Y pensar que lo vi por la calle Porvenir”, “Si yo
dirigiera el zoológico” y “El pozo de Pascual”, debido a “imágenes racistas e
insensibles”. ¿Qué es “insensible” en estos libros? Una persona asiática llevando
un sombrero cónico, sosteniendo palillos y comienzo de un bol y un dibujo de
dos hombres africanos descalzos vistiendo lo que parece ser faldas de pasto,
con el cabello atado sobre sus cabezas.
Una revista “académica” publicó
ridículamente: "El gato salió de la bolsa: orientalismo, anti-negros y
supremacía blanca en los libros para niños del Dr. Seuss". Theodor Seuss
Geisel fue acusado póstumamente de “transgresiones raciales durante toda su
carrera editorial”.
Sin duda los que siguen en la guillotina
serán "Los osos Berenstain". ¿Por qué? Bueno, en esta serie de libros
escritos por Stan y Jan Berenstain, hay un párrafo famoso (y ciertamente
ofensivo para lo "woke"): “Yo soy un padre. Yo soy un hombre. Un
padre es algo que tú puedes ser. Yo soy una madre. Soy una mujer. Una madre es
algo que tú puedes ser”. Que terrible estereotipo de género. ¡Quemen todos los
libros de "Los osos Berenstain"!
El problema aquí no es el esfuerzo
cultural para diversificar los personajes de los libros infantiles y sus creadores.
El problema es que la “cancelación” de libros bien intencionados trabaja desde
una incuestionable y violenta aceptación de la “teoría crítica de la raza”. Una
cosa es sacar de los estantes algunos libros realmente malos. Algo
completamente diferente es ver racismo y “retraso hacia la igualdad de género”
en todas partes e intentar imponer a la sociedad un nuevo chaleco de fuerza de
ideología "woke".
De hecho, los progresistas en Nueva York
buscan introducir un plan de estudios obligatorio por parte del estado que
enseñe a los alumnos de jardín de infantes sobre la “fluidez de género”.
La legislación de la senadora Samra
Brouk de Rochester también pretende enseñar a los niños de ocho años que hay
múltiples opciones de género. Asimismo, desean instruir a los niños sobre la
oportunidad de recibir bloqueadores de hormonas que pueden permitir que los
niños pequeños experimenten la “pubertad incorrecta”. Niños de apenas 11 años
aprenderían sobre diferentes clases de sexo y sobre “identidades queer,
homosexuales, dos espíritus, asexuales y pansexual”.
En los grados superiores les proveerían clases más abiertamente políticas, por ejemplo, sobre la necesidad de apoyar cualquier “configuración familiar” posible. El plan de estudios también condena claramente a los creyentes religiosos y a otros que están sujetos a la moralidad tradicional, incluyendo la abstinencia sexual antes del matrimonio. La idea es producir niños con ideas “woke” preprogramadas.
Eso me recuerda a esa canción que cantan Homer y Ned Flanders cuando van en un coche que dice "buenas acciones, hechas sin cobrar", solo que para este caso yo cantaría "unas acciones, hechas sin pensar", y además rima y todo, solo que igual me hacen pagar.
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