Miremos “por dentro” los escenarios de
esa “sospechada” pluralidad.
La escena que sigue es en un restaurant
de la zona sur de la ciudad de La Paz
Del lado derecho de la entrada
principal, sentadas en una de las mesas, están dos señoras vestidas con
pollera, mantilla y sombrero paceño.
Contrastan con el resto de la clientela,
que, sin embargo, parece indiferente a esa presencia.
Una de las señoras viste mantilla
celeste verduzca, muy brillosa, y la otra una marrón que parece más modesta. La
primera lleva aretes grandes y brillosos, la otra más modestos. Hablan muy
amenamente, y lo hacen en perfecto español. Ríen a carcajadas, bajan la voz, se
dicen algo en susurros, y luego vuelven a subir la voz: “¡no me lo puedo creer,
¿enseriooo?!”
No parecen intimidadas en el lugar.
Están como en su casa.
Cada una se sirve algún mate en tasas
blancas de porcelana.
Una de ellas calza zapatos negros estilo
“bailarinas”. La otra, de más edad, calza zapatos abiertos, que parecen
abarcas. (...)
Por la puerta principal acaba de entrar
una familia de tres miembros. La madre, que es muy delgada, va vestida con un
tailleur muy de oficina, como los que se ve en ejecutivas de la banca.
El padre lleva una camisa de color
celeste claro, y un pantalón de terno gris oscuro.
La niña lleva un vestido florido. Todos
tienen el fenotipo y lo que pueda decirse un “hexis corporal burgués”.
El padre, como guiando a toda la
familia, con un gesto de disculpa cortés, pide permiso a una de las señoras de
pollera para mover la silla que le cierra el paso y en la que reposa su
cartera: “siga nomás", le dice, casi sin mirarle y tomando la cartera.
Luego, el hombre acomoda la silla y
comienza a instalarse en la mesa contigua, pero la dama del tailleur se va de
largo, hacia el fondo, con aire de ofendida, y lanzando una mirada furtiva al
marido y a las dos señoras… que no se inmutan. Siguen su charla, sus risas.
El hombre, que ya casi se sentaba,
reacomoda la silla y sigue a su pareja, forzando una sonrisa, algo sonrojado.
Es como si supiese que ese desaire con dejo clasista de su pareja es práctica,
ahora, socialmente censurada.
Hasta aquí la escena.
adoro tus escrito
ResponderEliminarno cabe duda que para escribir querido charla no solo basta ser cuidadoso, atento y chismoso :P
ResponderEliminarok no... observador
jaja
besos!