miércoles, 3 de agosto de 2016

703: Dialogo entre mujeres

-Según tú, lo nuestro es parir.
-No sólo eso, cuidado. A veces el poder de parir pasa a un segundo término: la mujer puede animar a su hombre en su quehacer, puede engrandecerlo y darle la importancia que él ambiciona. Así será como un motor oculto... Y además parir no basta nunca; el instinto no basta; está el amor: el amor al hombre que nos puso a parir -–reíamos las tres a carcajadas–- y al hijo que parimos y que nos representa.
-En definitiva todo se reduce a un trueque: por su pene, su trabajo y su dinero, hemos de darle al hombre admiración, obediencia y respeto.
–Pues vaya un panorama. ¿Y no hay manera de escabullirse de este callejón?
-Una veo yo a la larga: que nuestros hijos dejen de ser masculinos al modo que fueron nuestros abuelos, y que nuestras hijas dejen de ser frígidas y envidiosas de sus hermanos, y que se abstengan de sacrificarse por entero a un hombre, y no se confundan mirando su feminidad con ojos masculinos.
De esto habría mucho que decir... Si no, la reciprocidad de los sexos seguirá siendo una utopía. Cada ser humano, hombre o mujer, ha de reconciliarse primero con su cuerpo, con la vida y la muerte de su cuerpo; de no hacerlo, jamás se reconciliará con otro ser humano, sea del otro o del mismo sexo.
El hombre continuará sin ver en la mujer un igual y un colaborador; no verá más que una enemiga en potencia hacia la que le empuja el deseo, y de la que debe retirarse una vez satisfecho para ponerse a salvo.
El hombre enamorado sabe que es vulnerable, tan débil como al principio: no ha hecho nada, no ha adelantado nada; está desguarnecido, enajenado (es decir, vendido), alterado (es decir, hecho otro), y ante esa circunstancia le sobreviene el miedo. Sólo una reacción de frialdad, de alejamiento, de simulación, o sea, de cinismo, le devolverá el sosiego; pero, en cambio, le arrebatará el amor... Ésa es la historia de muchos hombres y de bastantes mujeres: prefieren la potencia económica, el estatus social y el predicamento sobre los otros al amor, y de ahí que conviertan el amor, que es el único camino indefenso para salvarse, en un sentimiento de infelices e incultas mujeres.
-¿Cómo te va con tu novio?
-Como comprenderéis, nunca he hablado con él de nada de esto.
-Claro, claro, una cosa es predicar y otra, dar trigo.

8 comentarios:

  1. No entiendo tanta racionalidad al hablar de amor.
    Si hay amor la racionalidad desaparece y con ella sus interesados argumentos.

    Saludos.

    ResponderEliminar
  2. Todo ser enamorado, es vulnerable...
    Bss, Chaly.

    ResponderEliminar
  3. El amor no sabe de razonar......

    Besos

    ResponderEliminar
  4. me encanta luego esas frases que sueltas aqui y que no son tan comunes pero resultan sabias.

    es por demás decir que es riquisimo leer la especie de guerra de sexos que luego atrapas aqui

    :)

    ResponderEliminar
  5. Qué horror, y la verdad es que hay gente que funiona así... demasiada.
    Besos

    ResponderEliminar
  6. Que sabrán los hombres lo que es parir, porque me imagino que el diálogo lo hizo un hombre ¿no?

    ResponderEliminar
  7. Pues claro que el que se enamora es vulnerable, pero no le importa o si le importa no puede remediarlo. Vale para ambos sexos.

    ResponderEliminar
  8. El tipo enamorado no es vulnerable, el apasionado es vulnerable, el amor no es pasión, según Erich Fromm: "El amor es una actividad, no un efecto pasivo; es un estar continuado, no un súbito arranque". El apasionado es un enajenado, no sirve!!


    ResponderEliminar