martes, 23 de agosto de 2016

720: no es como él lo creía

—Interesante
—¿Interesante cómo? ¿Qué clase de lugar es La Ingle de Afrodita?
—¿Has conocido a alguna mujer?
—Pues claro. Montones.
—Quiero decir en el sentido bíblico.
—¿En misa?
—No, en la cama.
—Ahh.
—¿Y?
—¿Qué tiene eso que ver?
—En mis tiempos mozos, lo normal era que, nos iniciásemos en estas lides de la mano de una profesional. Cuando yo tenía tu edad, mi padre, que era habitual de los establecimientos más finos de la ciudad, me llevó a un lugar llamado La Ingle de Afrodita. No me digas que no has oído nunca hablar de él.
—¿Del prostíbulo?
—Muy gracioso. La Ingle de Afrodita solía ser un establecimiento elegante para una clientela selecta y con dinero. La verdad es que pensaba que había cerrado hacía años, pero supongo que no debe de ser el caso. A diferencia de la literatura, algunos negocios siempre están en alza.
—Entiendo. ¿Es esto idea suya? ¿Una especie de broma? ¿De alguno de los cretinos de la oficina, entonces?
—Detecto cierta hostilidad en tus palabras, pero dudo que nadie que se dedique al noble oficio de la publicidad se pueda permitir los honorarios de un lugar como La Ingle de Afrodita, si es el que yo recuerdo.
—Tanto da, porque no pienso ir.
—No me salgas ahora con que no eres un descreído como yo y quieres llegar impoluto de corazón y de huevos al lecho nupcial, que eres una alma pura que ansía esperar ese momento mágico en que el amor verdadero te lleve a descubrir el éxtasis de la carne y el alma en unísono bendecido por el sacerdote y así poblar el mundo de criaturas lloronas que lleven tu apellido y los ojos de su madre, esa santa mujer dechado de virtud y recato de cuya mano entrarás en las puertas del cielo bajo la benevolente y aprobadora mirada de san Pedro.
—No iba a decir eso.
—Me alegro, porque es posible, y subrayo posible, que ese momento no llegue nunca, que no te enamores, que no quieras ni puedas entregarle la vida a nadie y que, como yo, cumplas un día los setenta y cinco años y te des cuenta de que ya no eres joven y que no había para ti un coro de cupidos con liras ni un lecho de rosas blancas tendido hacia el altar, y la única venganza que te quede sea robarle a la vida el placer de esa carne firme y ardiente que se evapora más rápido que las buenas intenciones, y que es lo más parecido al cielo que encontrarás en este cochino mundo donde se pudre todo, empezando por la belleza y acabando por la memoria.

7 comentarios:

  1. La ingle de Afrodita,bonito nombre. Y sí, hay negocios que siempre van bien, los prostíbulos y las funerarias, son dos de ellos.
    Y puede que jamás le llegue ese dia, en el que se enamore y alguien se enamore de él,pero también puede que si, he oido hablar de gente que lo consiguió :P
    Besitos

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  2. Un diálogo de lo más instructivo.
    Besos.

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  3. Nunca suele ser como uno cree...
    Besos, Chaly.

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  4. Siempre puede aparecer el amor verdadero aunque sea a los sesenta y cinco o a cualquier edad, yo se de más de un caso y no veas que bien se les ve.
    Los prostíbulo eran frecuentados antiguamente por muchos jóvenes para perder su virginidad, ahora ya solo están para consolar a los insatisfechos con su vida sexual. Una pena, es algo que debería desaparecer.
    Un saludo Chaly
    Puri

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