Doña Tencha
recuerda con nostalgia el día que Serafín se le acercó tímidamente y con voz
respetuosa le dijo: disculpe su merced mi atrevimiento, pero quiero pretenderla
en amores… a lo que ella contestó con tono despectivo “huy… yo no quiero nada
con usted”
Serafín era
buen muchacho… tocaba el armonio en la iglesia, siempre andaba bien bañadito,
era respetuoso y trabajador… Él podía hacer feliz a cualquier mujer, pero
Tencha estaba en la onda profética de los maridos mágicos: ella oraba por uno
alto, rubio, misionero pero a la vez socio de compañías petroleras…
Había sido
específica al orar como le dijeron que hiciera. Hasta tenía como señal que él
se bajara de una limusina frente a la iglesia, tomaría el micrófono y diría:
-Ho my Tencha… mi amarte así gordita, chaparrita, cintura de papa… ¿You querer
casarte conmigo?
Ahora que al tren de su juventud hace años ya no se le oye el silbato, ella reflexiona… Ayer se encontró en su facebook al indio serafín, se ve bien… casado con una morenita, con unos hijitos que ya cantan con él en la iglesia y se le ve feliz…
Ahora ella ya no espera la limusina… A veces anhela que aunque fuera una mototaxi le llegara y que un buen hombre cristiano aunque barrigón, maduro y con diente de oro le sonriera… Pero ya las bocinas solo son para que se quite y no estorbe.
Decía una tía abuela de Tencha en su sabiduría campesina “Ni tanto que queme al santo… ni tanto que no lo alumbre” como quien dice que hay que ser un poquito realista y equilibrado en estos asuntos de casorios.
Dice un refrán, un poco bestia: "Esperando marido caballero, lléganle las tetas al braguero".
ResponderEliminarUn abrazo.