Anoche, las palabras del
odio estuvieron zumbando por encima del sueño. La oscuridad estaba poblada de
bichos. Hasta que llegó la muerte con la cabellera vuelta un incendio. Por la
boca, me metió un animal que me fue andando entre el pellejo y la carne, como
buscándome el corazón.
Pero cuando me andaba
sobre el pecho lo apreté bien duro hasta romperle las alas y las patas.
Yo no tenía miedo.
Entonces, la muerte se me tiró encima tratando de taponearme la boca y la nariz
para asfixiarme con un beso. Logré zafarme de su brazo y la dejé enredada entre
la colgadura del chinchorro.
-Tú no tienes derecho a
vivir
Me gritó, llena de odio.
-¿Por qué?
-Tú no tienes ombligo.
Levántate la camisa.
Era verdad, yo no tenía
ombligo. Entonces me dijo que tampoco tenía madre. Yo no comprendía un carrizo.
-Tú te llamas Nada.
Realmente no sabía que
contestarle. Pero ella se tranquilizó, me dio un beso en la frente y se fue.
Tres días después, te
encontré bajo aquel famoso árbol, comiendo una manzana.
Nada y Ave, nuestros primeros serdap.
ResponderEliminarUn abrazo.
Histórias curtas interessantes. Como um conto de fadas.
ResponderEliminarObrigado pela sua história, Chaly.
Saudações da Indonésia.