En los servicios del
viernes por la noche, Morris fue a ver a su amigo Irving y le dijo
-Necesito un favor. Me
estoy acostando con la esposa del rabino. ¿Puedes retenerlo en la sinagoga
durante una hora después del servicio?
Irving no se encontraba
muy contento con la idea, pero como era el amigo de toda la vida de Morris,
aceptó de mala gana.
Después de los servicios,
entabló una conversación con el rabino y le hizo todo tipo de preguntas
estúpidas, solo para mantenerlo ocupado.
Después de algún tiempo,
el sabio rabino comenzó a sospechar y le preguntó:
-Irving, ¿qué estás
haciendo realmente, qué es lo que quieres?
Irving, lleno de
sentimientos de culpa y remordimiento, confesó al rabino
-Lo siento, rabino. Mi
amigo se está acostando con su esposa en este momento, así que me pidió que lo
mantuviera ocupado.
El rabino sonrió, puso
una mano fraternal sobre el hombro de Irving y le dijo
-Será mejor que te
apresures a casa, Irving. Mi esposa murió hace dos años.
Muy bueno.
ResponderEliminarUn abrazo.