— ¿Quieres que sigamos viéndonos?
—Sí.
—Pero antes tengo que decírselo a tu hermano, que es mi amigo.
—Se lo diré yo.
—¿Quieres que nos casemos?
—Hablar de eso ahora es una mentira.
—Tienes razón, perdona.
Y él la amaba por su lucidez directa, dialéctica, por su inteligencia y porque la había visto coser en la máquina Singer, ligera y como sin esfuerzo, con su pelo pálido y sus piernas largas, y quería tenerla en casa cosiendo así, pero sin explotación, haciéndole sólo un pañuelo, algo leve y fácil.
—Te compraré una máquina Singer.
Ella rió con su risa clara y fácil. Luego se volvió hacia él y lo besó.
—Eres adorable. Eres un niño, pero un niño genial, por eso te quiero. Otro me hubiera ofrecido un automóvil o una casa…
—Yo sólo puedo ofrecerte una Singer, perdona.
—De pronto me has hecho amar la Singer.
Tierno relato. Abrazos.
ResponderEliminartienen aseguradas costuras para el alma
ResponderEliminarbesitos
En la Mother!!!! la quiere...la quiere pa' ponerla a trabajar!!!!
ResponderEliminarO:
Un inesperado regalo, que bonita manera de decir te quiero ver feliz.
ResponderEliminarHa sido un agrado leerte.
Abrazos.
Oh, qué bonito. Siempre que sea de verdad lo de coser sólo un pañuelo
ResponderEliminarAntes había una máquina de coser de esas en todas las casas.
ResponderEliminarun abrazo.
Es bonito cuando se da lo que se tiene, de verdad, de corazón.
ResponderEliminarDulce, tierno.
ResponderEliminarUn saludo
"Haciendole solo un pañuelo, algo leve y fácil".
ResponderEliminarQue linda la frase y todas esas costuras alrededor.
Un abrazo.