Ella está ya medio
dormida en la cama cuando escucha llegar a su marido del trabajo y siente cómo
es acariciada levemente, casi de manera furtiva, recorriendo suavemente la
periferia de su cuerpo, y siente cómo su cuerpo reacciona inmediatamente a las
caricias, el marido toma sus manos y las recoge, mete una de sus manos por su
espalda y llega atrevidamente hasta sus redondeces.
En ese momento ella está
ardiendo, jadeante y deseosa, entonces sus piernas son abruptamente levantadas,
la mujer siente que la pasión perdida por años ha regresado y nota cómo su
hombre recarga sobre ella todo su peso, siente en su nuca el aliento cálido de
él, ella levanta las caderas, separa e inclina sus piernas y se dispone a ser
tomada cuando, de pronto, su marido suelta sus piernas, gira sobre sí mismo y
se acomoda en su lado de la cama. La mujer, atónita y respirando
entrecortadamente, pregunta qué pasó.
-¡Ya!
-¿Ya qué, grandísimo cabrón?
-¡Ya duérmete, mi cielo, que ya encontré el mando a distancia!
-¡Ya!
-¿Ya qué, grandísimo cabrón?
-¡Ya duérmete, mi cielo, que ya encontré el mando a distancia!
Jajaja
ResponderEliminarGrandísimo cabrón, desde luego.
ResponderEliminarUn abrazo.