Cuando apareció el bicho, trate de ser
el mejor informado del barrio y en ese entendido leía El Español y el Diario.es
y cuanto más leía: más me asustaba.
Así que corrí al espejo, me miré y me
dije adiós, pues que tengo enfermedades de base, las tengo y con el bicho al
acecho, mi camino al panteón se acortaba terriblemente.
Entonces escribí mi testamento y repartí
mis posesiones entre mis hijos: la ganadería, la agricultura, la construcción y…
dejé para “el hijo desconocido”: los planes nunca ejecutados. Ustedes saben que
en el mundo en el que vivimos, cuando muere alguien como yo o como ustedes no
va a faltar que aparezca alguien diciendo: “yo soy su hijo”
Leyendo la prensa europea me enteré que
se estaban confinando y en ese sentido sin que autoridad alguna hable al
respecto: me confine y les pedí a mis hijos que se confinen, a mi este
asuntechi no fue catastrófico, porque hace años deje de parrandear y mis
andanzas entre gallos y medianoche lo deje en manos de las vecinas (para solaz
de ellas)
Después supe que los europeos se estaban
vacunando, corrí a la prensa local y me di cuenta que las autoridades se hacían
los suecos, los cuentistas locales estaban más enfocados en discutir (algo que somos
duchos en este país), como se debe usar el barbijo o el tapa boca: si en la
punta de la nariz, si a media nariz o al final de la nariz: si debajo de la
jeta, si en la barbilla o en la nuez de adán, finalmente decidieron que ello
estaba en función del tamaño de la cara del infractor.
Después de una larga y tediosa espera,
el gobierno de izquierda, hizo tratos con un gobierno de izquierda (China) y
con un gobierno que antes fue de izquierda (Rusia) y ahora con lo de Ucrania
parece ser fascista. Según Ema, estas vacunas no servían para maldita cosa.
El asuntechi es que todo el mundo se
vacunaba y yo seguía esperando que llegue la vacuna yanqui y esta nunca
llegaba. Mis hijos tomaron esto, como un desafío y una mañana me sacaron de la
cama y me llevaron a que mis carnes reciban una dosis de Sputnik y para aplacar
mi rabieta me llevaron a pasear en la frontera con Brasil a mira a las garotas
de Ipanema.
Bueno…ya han pasado los meses, mis hijos
se han vacunado con el esquema completo, la madre de mis hijos se hizo colocar
la cuarta dosis y yo sigo esperando la vacuna yanqui.
Pero antes de todas estas cosas, un día
me di cuenta que no le tenía miedo al bicho (uso el barbijo en el transporte
público, en los mercados y cuando trato con mujeres desconocidas)
En mis andanzas por las selvas, nunca
lleve arma de fuego y por ahí andaban jaguares y siempre recordaba lo que un
cazador me dijo: si se topa con alguno, el animal tendrá tanto miedo como usted
y si no tiene por donde escapar… ahí lo atacara.
No le tengo miedo al bicho, tampoco
tengo miedo morir he vivido una vida llena de aventuras, estuve en dos
revoluciones; hice labores agrícolas, ganaderas, forestales, construí puentes
de hormigón armado, hice proyectos de factibilidad y estudios de impacto
ambiental y hasta la fecha sigo trabajando con un empresario brasileiro.
Soy un hombre feliz, amo a mis hijos y
mis hijos me aman
Tengo nietos y bisnietos
Y los tengo a ustedes…
Tienes lo más importante, sin duda. Espero que lo disfrutes durante mucho tiempo.
ResponderEliminarUn abrazo.
He disfrutado mucho... pero que muchísimo de este escrito tuyo. El miedo solo como autodominio que nos ayude a ser mejores para nosotros mismos y los demás. Gracias por pasar por mi blog y darme las oportunida de conocer un hombre afortunado y sin miedos ;)
ResponderEliminarEspero poder leerte mucho, que buen espacio este tuyo.
Un abrazo.
Chlay, estoy segura de haber comentado esta entrada. Revisa los spam por favor.
ResponderEliminarYo tengo las cuatro vacunas y, al parecer tendremos en mi país una quinta dosis, pero pienso que tú puedes ser una persona asintomática. El bicho es super contagioso y, como no le tienes miedo, es muy probable que te hayas contagiado y no te hayas dado cuenta.
Un abrazo
Suerte has tenido, no tientes al destino. Queremos tenerte aquí.
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