—Hola, pequeña
—¿Por qué no me avisaron?
—No queríamos inquietarte. Además, decidimos partir a
última hora. Tú dormías ya.
—¿Qué ha pasado?
—Nada. No ha pasado nada. No lo encontramos.
La tensión desapareció del rostro de Leonor, en sus
labios hubo una expresión de alivio.
—Pero lo encontraremos
—Un momento, no se vayan
—¿Sí? ¿Qué pasa, chiquita?
—No lo busquen más a ese.
—No te preocupes, olvídate de eso. Es un asunto de
hombres. Déjanos a nosotros.
Entonces Leonor rompió a llorar nuevamente, esta vez
con grandes aspavientos. Se llevaba las manos a la cabeza, todo su cuerpo
parecía electrizado. David le indicó a Juan con un gesto que interviniera, pero
el hermano menor permaneció silencioso e inmóvil.
—Bueno, chiquita. No llores. No lo buscaremos.
—Mentira. Lo vas a matar. Yo te conozco.
—No lo haré. Si crees que ese miserable no merece un
castigo…
—No me hizo nada
Dijo Leonor, muy rápido, mordiéndose los labios.
—No pienses más en eso
Insistió David
—Nos olvidaremos de él. Tranquilízate, pequeña.
Leonor seguía llorando, sus mejillas y sus labios
estaban mojados y la manta había rodado al suelo.
—No me hizo nada.
—¿Sabes lo que dices?
—Yo no podía soportar que me siguiera a todas partes.
Estaba tras de mí todo el día, como una sombra.
—Yo tengo la culpa
Dijo David, con amargura
—Es peligroso que una mujer ande suelta por el campo.
Le ordené que te cuidara. No debí fiarme de un indio. Todos son iguales.
—No me hizo nada, David. Créeme, te estoy diciendo la
verdad. Pregúntale a Camilo, él sabe que no pasó nada. Por eso lo ayudó a
escaparse. ¿No sabías eso? Sí, él fue. Yo se lo dije. Sólo quería librarme de
él, por eso inventé esa historia. Camilo sabe todo, pregúntale.
Leonor se secó las mejillas con el dorso de la mano.
Levantó la manta y la echó sobre sus hombros. Parecía haberse librado de una
pesadilla.
—Mañana hablaremos de eso. Ahora estamos cansados. Hay
que dormir.
—No —dijo Juan.
—Vas a repetir ahora mismo lo que has dicho
Le decía Juan, de un modo extraño
—Vas a repetir cómo nos mentiste.
—Juan. Supongo que no vas a creerle. Ahora es que
trata de engañarnos.
—He dicho la verdad
Rugió Leonor; miraba alternativamente a los hermanos
—Ese día le ordené que me dejara sola y no quiso. Fui
hasta el río y él detrás de mí. Ni siquiera podía bañarme tranquila. Se quedaba
parado, mirándome torcido, como los animales. Entonces vine y les conté eso.
—Espera, Juan
Dijo David
—¿Dónde vas? Espera.
Juan había dado media vuelta y se dirigía hacia la
puerta; cuando David trató de detenerlo, estalló. Como un endemoniado comenzó a
proferir improperios: trató de puta a su hermana y a su hermano de canalla y de
déspota, dio un violento empujón a David que quería cerrarle el paso, y
abandonó la casa a saltos, dejando un reguero de injurias. Desde la ventana,
Leonor y David lo vieron atravesar el descampado a toda carrera, vociferando
como un loco, y lo vieron entrar a las cuadras y salir poco después montando a
pelo a Colorado…
Queda la duda si realmente Leonor les está diciendo la verdad...
ResponderEliminarBuen relato Chaly
Abrazos
Que siga la historia, pinta muy bien, me has dejado en suspenso. Muy bien. Saludos y un abrazo.
ResponderEliminarNos dejas con la duda de lo que pasó realmente. ¿Habrá segunda parte?
ResponderEliminar¡Feliz domingo!
¿Y qué más?
ResponderEliminarUn abrazo.