viernes, 8 de diciembre de 2023

0795: por ahí...

El síndrome de Doña Florinda fue acuñado por Rafael Ton, que escribió un libro con ese título. Los "Doña Florinda" o "Don Florindo" son las personas pobres que odian o desprecian a sus pares. Es decir a sus vecinos o gente de su clase social. Los doña Florinda no son de clase media... son pobres. Algunos de ellos (ellas) viven en barrios de clase media para creerse lo que no son. Todos en la vecindad del Chavo del 8 eran pobres, porque todos ellos eran dueños de nada. No tenían casa propia y debían pagar mes a mes el derecho a un techo.


Como detestaba a sus vecinos, doña Florinda andaba siempre enojada. Con una mueca en el rostro, como oliendo caca. Sólo sonreía cuando aparecía el profesor Jirafales, con un humilde ramo de rosas. El maestro Longaniza también era pobre, cobraba el salario mensual de un profesor de la educación pública.

Como odian a los de su clase los doña Florinda votan a la derecha... o a los intereses de la derecha. Putean cuando escuchan la palabra socialismo o populismo, mientras le meten más papas a la olla para hacer rendir el guiso. Repiten como loros "no queremos ser Venezuela", como si vivieran en Manhattan o el Principado de Mónaco. Y no se juntan con la chusma. Aunque Doña Florinda colgaba sus calzones en el mismo tendal donde don Ramón colgaba sus calzoncillos.

Demasiados síndromes están enquistados en la clase trabajadora, para suerte de los ricos y poderosos. Y para desgracia de tantos niños con hambre y sin futuro, como el Chavo del 8.



Generalmente, tenemos la costumbre de cerrar las ventanas apenas llueve; es un error que muchos cometemos. Si llueve en una época en la que no hace frío, podemos abrir por lo menos unos minutos las ventanas.

La lluvia trae un efecto de oxigenar y por lo tanto purificar el aire de nuestro hogar, ese "olor a lluvia" debemos dejarlo entrar a nuestro hogar. Cuando llueve, huele a ozono y estas partículas limpian el aire de nuestra casa.

La lluvia, el agua elemento purificador, que limpia, arrastra todo lo malo...

Ya lo sabes, cuando llueva abre las ventanas, deja que fluya el oxígeno, que salgan las viejas energías y entren las nuevas con la lluvia



¿Por qué nos besamos en la boca?

En la antigua Roma permaneció vigente durante mucho tiempo una curiosa norma: toda mujer casada estaba obligada a dejarse besar en los labios por su marido, y si no estaba casada, por su padre y sus hermanos, siempre que lo solicitaran.

Se trataba del "Ius Osculi" (derecho del beso), una tradición introducida por el derecho romano. Este gesto “cariñoso” permitió a los miembros masculinos de la familia controlar el aliento de la mujer, para asegurarse de que no había bebido vino, ¡ya que beber vino para las mujeres era como cometer adulterio!

Y una vez que los hombres encontraron rastros de vino, la mujer fue juzgada por el delito cometido (ya sea en el tribunal o en el hogar), donde el marido actuó como juez, parte y verdugo, y con el consentimiento de los familiares se ejecutó la sentencia, castigando también con la muerte a la mujer acusada de delito capital.

"Cualquier mujer excesivamente ávida de vino cierra la puerta a la virtud y la abre al vicio", escribió Valerio Máximo en el siglo I a.C


2 comentarios:

  1. Informado quedo de las curiosidades que nos traes.
    Gracias.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Del síndrome de doña Florinda, muy acertado tu comentario, pero solo dejo aparte a Venezuela que es una dictadura que nos tiene bien complicados a todos, porque la inmigración venezolana ha traído a mi país las arepas, pero también delincuencia desconocida en cuanto a formas horrorosas y perversas de actuar.
    Lo segundo y tercero, muy buenos aportes culturales.
    Abrazos Chaly

    ResponderEliminar