viernes, 5 de abril de 2024

0845: El gato, la luna y una escalera

Ella acariciaba al gato en el living cuando el tipo llamó por teléfono, atendí sin imaginar la noticia que recibiría: "Soy el amante de tu esposa", escuché del otro lado de la línea. Esa voz asquerosa dio detalles íntimos, conocía el comportamiento de Helena en la cama, resultaba imposible que estuviera mintiendo. Cuando la comunicación terminó, tomé un cuchillo y terminé con su vida. El gato se fue con la tristeza de la luna en las noches de invierno.

¡Maldición! Conté mal la historia, por favor no vayan a creerla, quizá la sensibilidad no me permite ser realista, esto sucedió realmente: Ella acariciaba al gato, pero no en el living, se encontraba en el patio, de pronto el timbre rompió el silencio, me pidió que saliera. Abrí la puerta y un hombre de gran altura me dijo sin rodeos: "Soy Tomás, el amante de tu esposa". El asqueroso dio detalles íntimos, conocía  el comportamiento de Helena en la cama, resultaba imposible que estuviera mintiendo. Lo hice pasar con tranquilidad, muy calmado estaba cuando tomé un cuchillo y le quité la vida, después me dirigí al patio e hice lo mismo con ella. El gato se fue con la tristeza de la luna en las noches de invierno.

¡Santo cielo! También es una falacia, el luto provoca un extraño método de defensa, los hechos sucedieron de la siguiente manera: Ella acariciaba al gato, se encontraba en el dormitorio, habíamos tenido el mejor sexo del mundo, llevábamos dos años de noviazgo, no contábamos con una casa propia, y pensábamos casarnos en diciembre. De golpe Helena dijo que las bodas le parecían una estupidez, y que las aventuras la encendían, me confesó que visitaba todos los miércoles a un muchacho llamado Tomás, reveló que con él había llegado a los siete orgasmos seguidos, y que debido a la intensidad de sus encuentros quedó embarazada, luego hizo una video llamada, el asqueroso respondió y discutimos, amenacé con golpearlo, me brindó su dirección, estaba dispuesto a aceptar la pelea. Primero agarré el teléfono y lo hice mil pedazos, acto seguido busqué un cuchillo y le quité la vida a Helena, por último me dirigí al domicilio del estúpido, que corrió con la misma suerte. El gato se fue con la tristeza de la luna en las noches de invierno.

Tampoco son ciertos los sucesos anteriores, francamente, y tratando de dejar la vergüenza a un costado, aconteció de la siguiente manera: Ella acariciaba al gato, no quiso entrar, se lo pedí muchísimas veces, no hubo caso. Tomás se encontraba con ella, él lloraba y preguntaba por qué me había metido en su relación, juré que no tenía idea de que ella estuviera comprometida, grité con todas mis fuerzas tratando de hacerle entender que jamás me hubiera enamorado de Helena sabiendo que se encontraba con alguien. Sacó un test de embarazo de su bolsillo, miró con pena y manifestó que un bebé venía en camino, exclamó que me pertenecía, no obstante, el aborto sería inminente, ellos seguirían adelante, intentarían resolver sus conflictos, olvidar todo, volver a empezar. Helena se despidió proclamando las siguientes palabras: "Hasta nunca, estúpido”. La mujer que amaba me jugaba una mala pasada, sentí el desprecio, la arrogancia, y no solo eso, quebró mi dignidad y sueños al reafirmar los dichos de Tomás, acabaría con los frutos de nuestra historia, nuestro hijo, para continuar con algo que, supongo, jamás la haría feliz. Su decisión fue un cuchillo, me quitó la vida. El gato se fue con la tristeza de la luna en las noches de invierno.

Alejandro Camacho

 

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