Georges Hill, presidente de American Tobacco y propietario de
cigarrillos Lucky Strike, veía que había un importante sector que no consumía
sus tabacos, y que eran las mujeres. Es decir, más de la mitad de la población
que no le generaba ingresos.
Contrató al publicista y líder del marketing Edward Bernays
para que hiciera algo al respecto. Ideó una campaña para que las mujeres
asocien el consumo de tabaco con libertad e igualdad de género. Contrató a un
grupo de mujeres para que en un momento del tradicional desfile de Pascua en
New York en marzo de 1929, sacaran cigarrillos y los encendieran, reivindicando
el feminismo. Convocó a la prensa a un lugar que había previamente determinado
con esas mujeres y les dijo que habría un acto de reivindicación
feminista.
Al otro día fue noticia mundial: mujeres fumando para
sentirse libres, empoderadas e iguales que los hombres. Fumar tabaco es una
“antorcha de libertad”, respondían todas las contratadas por Bernays. Luego
aparecieron los primeros anuncios publicitarios en los que actrices
estadounidenses animaban a las mujeres a fumar. “Enciende un Lucky y nunca más
echarás de menos los dulces que te hacen engordar”. Desde entonces, las mujeres
consumen tabaco y han hecho más ricos a las grandes transnacionales.
Las élites lo han sabido desde siempre, desde la época de los
griegos con su invento de la democracia, o de como manipular a la gente a
través de la democracia. Y eso también lo sabía muy bien Bernays, quien
promovió el modelo de dos partidos hegemónicos para evitar la fragmentación del
voto y el “caos” (republicano y demócrata).
Logró que el pueblo norteamericano aceptara y apoyara la
Primera Guerra Mundial (figura simbólica del Tío Sam). Derrumbaron en
Centroamérica a un gobierno reformista que no les convenía a los inversionistas
bananeros de EEUU (La República del Banano). El propagandista nazi Joseph
Goebbels se inspiraba en el libro de Bernays Cristalizando la opinión pública,
para proceder al maniqueísmo del pueblo alemán.
A través de la propaganda, la publicidad y el marketing han
convertido a la población mundial en una sociedad maniquí, a la que le ponen y
le quitan a su conveniencia cualquier creencia, dogma o mito. Una población con
90% de analfabetismo político, epistémico, filosófico, que la izquierda ha intentado romper, pero que
ha terminado convirtiéndose en el otro lado de lo mismo.
Y nos creemos libres.
ResponderEliminarUn abrazo.