jueves, 12 de octubre de 2023

0767: don Cristobal

Ese genovés de 42 años, hijo de un cardador de lana, que vivía en una casa alquilada del callejón del Olivo Pequeño, en Cogoletto, Génova, soportó mofas y burlas cuando anunció que sería marino. Tal vez no imaginó que un día escribiría textual de la época en su diario de viaje, como hacía todas las noches en su camarote de la Santa María: “A las dos horas después de medianoche pareció la tierra, de la cual estarían dos leguas. Amainaron todas las velas y quedaron con el treo, que es la vela grande, sin bonetas, y pusiéronse a la corda, temporizando hasta el día viernes, que llegaron a una isleta de los Lucayos, que se llamava en lengua de indios Guanahaní…”

Desde esa madrugada del viernes 12 de octubre de 1492 hasta el día de su muerte, Cristóbal Colón creería haber llegado a las indias. Nunca supo que había tocado las tierras de un continente desconocido.

De muy joven realizó varios viajes en flotas mercantes, y cuando su barco naufragó al ser atacado por piratas, se salvó nadando asido de un madero hasta la costa portuguesa. Se estableció en Lisboa y con su hermano Bartolomé abrió una tienda de venta de cartas geográficas de muy buena calidad que ellos mismos dibujaban.

Este genovés, que nunca se hizo un retrato en vida, habría tenido cabellos rojizos, tez blanca, ojos azules y muchas pecas. A los 26 años se casó con Felipa Moniz Perestrello, quien le dio un hijo, Diego. Ella murió en 1485 cuando su esposo recién tenía en mente la empresa que lo hizo famoso. Su suegra le cedió cartas cartográficas de su marido.

El viaje a las indias

Desde los tiempos del geógrafo y matemático griego Eratóstenes de Cirene, nacido en el 276 antes de Cristo, se sabía que tierra era redonda. Pero Colón pensaba que era mucho más pequeña de lo que realmente es, que Asia era inmensamente grande, y calculaba que el océano que separaba a España de las Indias se lo podía navegar en pocos días. Sostenía que el mundo tenía la forma de una pera o como una pelota redonda “que tuviera puesta en ella como una teta de mujer, en cuya parte es más alta la tierra y más próxima al cielo”, tal como escribió a los reyes luego de su tercer viaje.

¿Cómo llegar a las Indias? Navegaría de este a oeste y acortaría camino. Algunos aseguran que discutió esta teoría con el físico y cosmógrafo florentino Paolo dal Pozzo Toscanelli, quien había trabajado en una idea similar.

Teorías aparte, el desafío fue hallar quién financiara su proyecto.

El primero en cerrarle la puerta en la cara fue Juan I de Portugal porque sus expertos afirmaron que estaba basada en datos incorrectos. Mientras su hermano Bartolomé hizo un vano intento en la corte de Enrique VII de Inglaterra, pensó en ir a Francia pero se dirigió a España. Contó como aliado el entusiasmo de los religiosos de La Rábida, quienes imaginaban una evangelización de las almas del otro lado del mundo.

El duque de Medinaceli, un hombre al que le sobraba dinero y barcos, se propuso apoyarlo y se lo comentó a la reina Isabel. La monarca, que en el reino se encargaba de las cuestiones marítimas y su esposo Fernando de las mediterráneas, quiso conocerlo.

Con los reyes de España

El 20 de enero de 1486, Colón hizo su primera entrada a la corte. La reina se mostró interesada porque la exploración de nuevos mundos le proporcionaría riquezas que usaría para financiar, por ejemplo, la reconquista de Jerusalén.

Colón se expresaba con corrección, era simpático y a la reina le cayó muy bien. Y el genovés se sintió a gusto en la corte española. Ya viudo, empezó a intimar con la marquesa de Moya, una de las amigas de la reina y, discretamente, vivió un romance con la bella Beatriz Enríquez de Arana, que le daría un hijo, Fernando.

Lo bueno es que comenzó a recibir ayuda económica de la corte mientras expertos analizaban su proyecto. A fines del año 1490, su idea fue rechazada. Mientras tanto, el genovés, sin sustento económico, dibujaba mapas y vendía libros de astronomía y geografía. Debía mantener a dos hijos, que solían estar al cuidado de su cuñada, Briolanja Moniz.

Pero los curas de La Rábida, que creían en él, volvieron a insistir ante la corte junto con el tesorero de la Casa de Aragón. Isabel dio finalmente su aprobación, y Colón la convenció para que se le concediese el título de almirante del mar océano, el de virrey y gobernador de lo que se descubriese y el diez por ciento del comercio que se generase con España.

Firmaron las Capitulaciones de Santa Fe, un instrumento jurídico que formalizaba la relación contractual entre el rey y el particular. A Colón se le otorgó el tratamiento de “don”.

La rivalidad con Martín Alonso Pinzón

La expedición debía partir del Puerto de Palos, ya que los de Sevilla o Cádiz estaban desbordados de judíos que, perseguidos por la Inquisición, abandonaban la península. Ese mismo año, los reyes católicos habían expulsado a los moros de España.

Es una leyenda que la reina empeñó sus joyas para financiar el viaje. Isabel decidió -a través de una Real Provisión del 30 de abril de 1492- que los pobladores más calificados de Palos proporcionasen gratis dos carabelas equipadas para una navegación de un año. Y suspendía las causas penales de aquellos que se anotaran para formar parte de la tripulación.

Todos protestaron. Unos, porque no deseaban ceder su dinero, y los curas por la inclusión de malhechores en una empresa que llevaría la bandera de la evangelización. Además, había que estar loco para embarcarse con un genovés desconocido hacia tierras nunca antes exploradas.

El que destrabó el malestar fue Martín Alonso Pinzón. Este adinerado capitán -si bien no se llevaba bien con Colón- era muy querido en Palos. Presentados por los franciscanos de La Rábida, sellarían una alianza en que el primero guiaría la expedición y el otro sería una suerte de segundo comandante. Al conocer que Pinzón sería parte, brotó el entusiasmo.

A través de un recorrido por las tabernas de la zona, reclutaron a 90 hombres. La mayoría eran españoles y lograron colarse cuatro condenados a muerte, acusados de asesinato.

Con el dinero recaudado, Pinzón alquiló dos embarcaciones pequeñas: La Niña y La Pinta. La primera era propiedad de Juan Niño y era la más ligera; en La Pinta se embarcó el clan Pinzón: familia, amigos y marineros fieles. La tercera, alquilada a Juan de la Cosa, era La Gallega, una embarcación de 24 metros de largo y 8 de ancho. Colón la rebautizó como Santa María.

¡Tierra!

Con provisiones para un año, a las 8 de la mañana del viernes 3 de agosto, partieron de la Barra de Saltés, frente a la ciudad de Huelva y el 6 de septiembre dejaron atrás las islas Canarias -luego de contratiempos técnicos- y se internaron en el “mar océano”, hacia lo desconocido.

A mediados de septiembre, ocurrió lo inevitable: la tripulación estaba más que impaciente, y los cálculos de distancia que realizaban con Pinzón no sirvieron para acallar las críticas hacia Colón. Lo presionaban para regresar a España.

Los ánimos se calmaron un poco cuando desde La Niña avistaron aves, que nunca se alejaban más de 25 leguas de tierra. El 19 vieron a un alcatraz y de ahí en adelante, todos los días los barcos fueron sobrevolados por distintas aves.

Fue a primera hora de la madrugada del 12 de octubre que Rodrigo de Triana, en La Pinta, que navegaba adelante, gritó la famosa palabra: “¡Tierra!”. Estaba contento porque se haría acreedor de un premio de diez mil maravedíes prometidos por los reyes al que primero la avistase. Pero la alegría le duró poco: Colón dijo que la noche anterior ya había visto una fogata en la costa. El premio se lo quedaría él.

Cuando hallaron un lugar adecuado, bajaron en botes. Colón lo hizo junto a Martín Pinzón, su hermano, Vicente Yáñez y los notarios Rodrigo de Escobedo y Rodrigo Sánchez de Segovia, que debían tomar nota de todo.

Sosteniendo el estandarte real, en la arena desconocida de un mundo nuevo, Colón le dio el nombre de San Salvador. Se cree que llegó a la isla Watling, en las Bahamas. Para él, estaba en Cipango, el nombre que entonces se le daba a Japón.

A los indígenas, testigos de una escena para ellos increíble, les llamaba la atención las largas barbas de los recién llegados. Colón asentó escribió que estaban “todos desnudos como su madre los parió”.

Los europeos los obsequiaron con bonetes colorados, cascabeles y cuentas de vidrio que los indígenas se colgaban del cuello. Y ellos correspondieron con papagayos, hilos de algodón y alimentos. No conocían las armas, a tal punto que tomaban las espadas por el filo y se cortaban las manos.

En su diario de viaje, Colón fantaseó con detalles que lo habrán impactado. Dijo que el martes 8 de enero de 1493, remontando un río, había visto tres sirenas que no eran lindas como las pintaban y que tenían rasgos de hombre.

Haría otros tres viajes: en 1493, 1498 y 1502.

Cuando el lunes 7 de noviembre de 1504 llegó al puerto de Sanlúcar de Barrameda, Colón era un hombre enfermo. Regresaba de lo que sería su último viaje al nuevo continente. Debieron ayudarlo a desembarcar por los dolores insoportables que le provocaban la gota y la artritis.

Luego de acomodarse en una casa alquilada en Sevilla, juntó fuerzas para reclamar ante la corte sus derechos y privilegios sobre las tierras que había conquistado.

Ya poco quedaba de ese hombre corpulento y macizo. Estudios forenses realizados en 2007 aseguraban que sus últimos tres años de vida padeció el síndrome de Reiter, o artritis reactiva, que provoca quemazón al orinar, dolor, hinchazón en las rodillas y conjuntivitis.

Pero estaba muy enfermo para trasladarse de Sevilla. Le pidió a su hijo Diego, empleado en el Cuerpo de Guardia de la Reina y luego del Rey, que lo ayudase con el reclamo.

Ese invierno lo padeció. En mayo de 1505 partió a Segovia, donde residía la corte. Fueron 500 kilómetros recorridos a lomo de mula. Cuando arribó, se enteró que el 26 de noviembre del año anterior la reina Isabel I La Católica había fallecido en Medina del Campo. Debió discutir con el rey sus asuntos. Si bien lo recibió cortésmente, le recomendó que hablase con el padre Diego de Deza y Tavera para que lo defendiese en su pedido.

Las cuestiones de las rentas y las propiedades que les fueron concedidas le aseguraban un buen pasar económico. Sin embargo, Colón reclamaba los cargos hereditarios de virrey y gobernador. La Corte quiso conformarlo con un título nobiliario en León si desistía en sus reclamos.

El almirante empeoraba día a día. Debió dejar la fría Segovia y se trasladó a Valladolid, distante unos 100 kilómetros.

Su hijo Diego cuidaba de Beatriz Enríquez, madre de Fernando, “proveyendo a que pueda vivir con decoro como persona que pesa mucho en mi conciencia. No me es lícito escribir aquí la razón para ello”.

El 20 de mayo de 1506, en la habitación de la modesta casa de piedra de una planta que ya no existe más de la calle de la Magdalena de Valladolid, lo rodeaban en su lecho de enfermo sus hijos Diego y Fernando y un par de allegados. “En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu”, fueron sus últimas palabras.

Su hijo Diego inició en 1508 lo que se llamaron los pleitos colombinos, que finalizó en 1563 su nieto Luis. El rey se negaba a otorgar los amplios dominios hallados a una sola persona. Luis terminaría aceptando los títulos de Duque de Veragua, Marqués de Jamaica y Almirante de la Mar Océana.

Fue enterrado en el convento de San Francisco de Valladolid. Tres años después sus restos fueron trasladados al Monasterio La Cartuja, en Sevilla. Años después, junto a los de su hijo Diego -fallecido en 1526- fueron llevados a la isla La Española, y depositados en la catedral de Santo Domingo. En 1795 terminarían en la catedral de La Habana, donde estuvieron hasta 1898, año que la isla se independizó. Entonces, nuevamente fueron enterrados en la catedral de Sevilla. República Dominicana asegura que es depositaria de los restos del gran almirante, y que los huesos que fueron llevados a Cuba pertenecen a un familiar.

En el solar donde se supone se levantaba la casa donde falleció, hoy lo ocupa un museo inspirado en la casa virreinal que habitaba Diego Colón en Santo Domingo. En él se recuerda la vida y la epopeya del ilustre navegante, que aún se discute su lugar de nacimiento. La única certeza fue que este hombre, que nunca había encargado en vida un retrato, murió reclamando sus derechos en una modesta casa de piedra que ya no existe.

martes, 10 de octubre de 2023

0766: Llegó el primer beso al cine… y todo cambió

 La primera historia de amor en el cine llegó en los últimos años del siglo XIX, un primer plano de un beso patrocinado por Edison que fue todo un escándalo para la época.


El beso (William Heise, 1896) muestra una escena inocente de una pareja que se besa. Una simple secuencia de apenas una veintena de segundos pero era el comienzo de un filón para la industria, era el inicio del erotismo en el cine. En esos primeros años, los temas predominantes en el cine fueron la política, la religión y, por supuesto, el amor.


La cinta, dirigida por William Heise y producida por Thomas Alva Edison en su primigenio estudio “Black Maria” tuvo que ser repetida hasta tres veces hasta que el resultado les convenció. Pero el resultado despertó todo un movimiento en contra de las ligas puritanas que solicitaban la intervención de la policía y su censura. Sin embargo la película resultó todo un éxito hasta el punto que otras productoras trataron de imitarla.


En 1898 apareció Something Good-Negro Kiss (William Nicholas Selig), el primer beso de una pareja negra, y un año después, A Kiss in the Tunnel (George Albert Smith). Esta última muestra una escena de un tren con un pareja que espera a que llegue el túnel para darse un beso. El propio Edison rodó un remake de su cinta en The kiss (1900), dirigida por Edwin S. Porter y que volvió a ser objeto de protestas.


La escena de El beso de 1896 fue una imitación de la que aparecía en la obra teatral The widow Jones. Este musical realizó una gira por varios teatros de Estados Unidos durante 1895 y 1896. De hecho en el cortometraje aparecen los mismos actores, la cantante y estrella del momento May Irwin y John C. Rice.


En Coucher de la mariée (Albert Kirchner, 1896) de la Pathe, fueron un poco más lejos. Se la puede considerar como la primera cinta «pornográfica» de la historia según los estándares de la época. Se trata de una pareja de recién casados que se hacen carantoñas incluyendo un pequeño beso en la frente. Pero tras esto, y detrás del biombo, la recién casada se quita la ropa hasta quedarse en ¡corsé y enaguas!, todo un striptease de época.


Al final de la primera década del siglo, fue el cine danés quien tomó el testigo de estas escenas con títulos como Trata de blancas (1910) o Pecados de juventud (1910). Con obras de August Blom que casi llegaban a la hora de duración, trataban de explorar la curiosidad sexual aunque siempre terminaban con un final moralizante, los “happy end”, esos finales que casi siempre terminaba en boda. La industria danesa aportó el «beso realista», superando los besos inocentes de las primeras escenas.


En los últimos tiempos del cine mudo llegó una nueva cinta de igual título. Con Greta Garbo de protagonista, El beso (Jacques Feyder, 1929) era un drama romántico con infidelidades y un destinatario del beso poco esperado.


En el cine animado el beso más iónico pertenece a La dama y el vagabundo (1955) pero el primero llegó uno veinte años antes, en Blancanieves y los 7 enanitos (1935).


Entre las curiosidades sobre besos en el cine podemos destacar la comedia You’re in the army now (Lewis Seiler, 1941), que durante mucho tiempo tuvo el récord del beso más largo entre Regis Toomey y Jane Wyman, con una duración de 3 minutos y 5 segundos. Gary Grant e Ingrid Bergman se besan un tiempo similar en el final de Encadenados (Alfred Hitchcock, 1946). Después de casi 70 años, fue superado en 2010 por Elena Undone (Nicole Conn), con un beso lésbico entre Jane Wyman y Regis Toomey que duró 3 minutos y 24 segundos.


Seguramente el más complicado de rodar fue el beso entre Diana Kerr y Burt Lancaster en De aquí a la eternidad (Fred Zinnemann, 1953), ya que tuvieron que emplear 3 días de rodaje para esa mítica escena en la playa.


domingo, 8 de octubre de 2023

0765: Estos son los amigos que debes tener, según Harvard

 Los tres tipos de amigos esenciales

Basándose en los resultados de esta investigación, Arthur Brooks, un reconocido escritor y profesor de Harvard, destaca tres tipos de amigos que son esenciales para llevar una vida plena y feliz.

 Amistad de Utilidad: La amistad de utilidad no implica aprovecharse de alguien, sino más bien establecer relaciones en las que ambas partes se benefician mutuamente. Esto puede verse en relaciones empresariales, donde los socios trabajan juntos para lograr un objetivo común y obtienen beneficios en el proceso. La amistad de utilidad se basa en el intercambio y la colaboración.

 Amistad por placer: Los amigos por placer son aquellos a los que elegimos porque disfrutamos de su compañía. Compartimos intereses y actividades en común, intercambiamos ideas y nos divertimos juntos. Esta amistad se basa en la admiración mutua y en la satisfacción personal que obtenemos de estar cerca de estas personas.

 La amistad perfecta: La amistad perfecta, según Aristóteles y los expertos de Harvard, es aquella en la que existe un profundo respeto, cuidado y amor mutuo. En este tipo de amistad, ambas partes se apoyan en todas las circunstancias, buscando el crecimiento y el bienestar del otro. Es una relación de confianza y compromiso inquebrantable, similar a una relación de pareja pero sin el componente romántico.

Amigos que debes evitar

Así como existen amigos que son esenciales para una vida plena, también hay aquellos que es mejor evitar. Estos incluyen personas manipuladoras, aquellos que intentan aprovecharse de tu confianza, aquellos que se burlan de tus sentimientos o que te abandonan en momentos difíciles. Es importante identificar a estas personas y mantener una distancia saludable.


La amistad desempeña un papel fundamental en nuestras vidas, y elegir cuidadosamente a nuestros amigos puede tener un impacto significativo en nuestro bienestar emocional y físico. Según Harvard, tener amigos de utilidad, amigos por placer y amigos que compartan una amistad perfecta es clave para llevar una vida plena y feliz. Mantente alerta ante las amistades tóxicas y cultiva relaciones significativas que te enriquezcan y te hagan crecer como persona. 


viernes, 6 de octubre de 2023

0764: construccion absoluta

(1) Follada Sissy, César descansó de ella.


Las construcciones absolutas de participio expresan una acción que sucede antes que la acción correspondiente al resto del enunciado. En el ejemplo, César primero coge y después descansa. 

El esquema subyacente es este: Una vez ocurrido A, sucede B


En la práctica, esa secuencia temporal puede dar pie a diferentes interpretaciones, por ejemplo: causa-efecto, contraposición de ideas, condición, etc. 

Te voy a mostrar a qué me refiero con un ejemplo que no contiene una construcción absoluta. 

Imagínate que tu esposa te dice esto:

(2) Desde que tú llegaste, ya no disfruto del sexo.

Estrictamente, la mujer que se expresa así podría alegar que se limita a señalar una secuencia temporal. Sin embargo, tú lo interpretarás como una acusación y tendrás motivos para ello. 

En la práctica, todos percibimos que ese ejemplo da a entender lo siguiente:

(3) Todo va cada vez peor porque tú llegaste.


Las construcciones absolutas dan pie a efectos de significado comparables. En el primer ejemplo de este apartado, César también puede descansar porque ya ha realizado el deseo que tenía. Dicha tarea consistía en coger a esa vecina de tantas como cogió a lo largo de su vida.


Estas construcciones se denominan absolutas porque no se integran en el enunciado. En la lengua oral presentan una entonación propia y se separan del resto del enunciado mediante una pausa. En la lengua escrita, la coma marca la frontera entre la construcción absoluta y el resto del enunciado. Ese es el procedimiento que emplea la ortografía para señalar la construcción absoluta como un cuerpo extraño que se mantiene aparte.


En ocasiones, las construcciones absolutas de participio admiten la expresión una vez:

(4) Una vez follada Sissy, César descansó de ella.

Típicamente, las construcciones absolutas se sitúan en posición inicial; pero también pueden incrustarse en el interior del enunciado. En ese caso, necesitamos dos comas para aislarlas:

(5) César, una vez follada Sissy, descansó de ella. 

jueves, 5 de octubre de 2023

0763: Hollywood nos mintió: Los caballos medievales eran más chiquitos que un poni

 En las películas siempre se ven impresionantes. Corceles brillantes. Gigantes. Si nos enfocamos nomás en la literatura o en la historia de Hollywood, los caballos medievales eran animales enormes, capaces de elevar a reyes y caballeros… pero la realidad histórica parece ser un poco más graciosa. Y pequeña.


Un reciente estudio reveló que los caballos usados en las guerras de siglos atrás eran más chiquitos que un poni.

Arqueólogos e historiadores de la Universidad de Exeter, en el sur de Inglaterra, analizaron los restos de más de 2 mil caballos previos al siglo XVII y se encontraron con una extraña curiosidad: eran más pequeños de lo que esperábamos.


De acuerdo con los cálculos científicos, la gran mayoría de los caballos —incluso los que cargaban a los valientes soldados a la guerra— habrían tenido una altura promedio de 14 manos, que es el equivalente 143 centímetros. Ese es básicamente el tamaño de un poni en el siglo XXI. 


El caballo más alto que encontraron en toda su revisión histórica de restos… ¡apenas medía 1.52 metros!


“Resulta que estos caballos no eran como los han representado usualmente”, comentó el profesor Alan Outram, del departamento de Arqueología de la Universidad de Exeter en una entrevista con el medio británico The Guardian.


Mientras terminamos de entender que este descubrimiento significa que los grandes caballeros habrían arrastrado las patas en medio de las guerras medievales o que los reyes se hubieran visto como de caricatura, los científicos todavía tienen algunas cuentas pendientes.


Específicamente, señalan que sí hay diferencias entre los caballos históricos y la revisión de 2 mil restos de equinos del siglo IV al XVII no se las presentan fácilmente.


Según su investigación presentada recientemente, estos caballos más chiquitos que un poni podrían haber cargado el equipo militar o ser usados para transportar soldados. Tal vez, incluso, entre los restos hay caballos de granja que históricamente son mucho más altos… pero bueno, eso lo están investigando.

martes, 3 de octubre de 2023

0762: HOY PODEMOS AFIRMAR QUE

Vivimos en un mundo donde vibra más fuerte un teléfono que un corazón veraz. 

Vivimos en un mundo en el que la comida está repleta de químicos, mientras un jabón contiene cereales, miel y vitaminas. 

Vivimos en un mundo donde los televisores son más delgados y la gente más gorda. 

Vivimos en un mundo donde los teléfonos son más inteligentes que sus dueños. 

Vivimos en un mundo donde la forma de vestir se valora más que la de pensar.

Vivimos en un mundo donde una pizza llega más rápido que la policia, o un uber llega antes que una ambulancia. 

Vivimos en un mundo donde los animales son mejores amigos que las personas.

Vivimos en un mundo donde no se intentan solucionar los problemas, sino convivir con ellos.

Vivimos en un mundo donde el funeral importa más que el difunto y donde el festejo de una boda es más importante que el amor. 

Vivimos en un mundo donde las redes sociales están llenas de fotos felices y gente triste. 

Vivimos en un mundo en el que se le exige más a un futbolista que a un político. 

Vivimos en un mundo donde se valoran más las cosas que las personas.

Estamos convencidos de que ese mundo es el que nos ha tocado vivir, sin reflexionar sobre el hecho de que cada uno tiene el poder de vivir en el mundo que elija y no en el que le toca.   

Tú decides el mundo que quieres tener. Tienes el poder de cambiar el tuyo y, por ende, el de aquellos que te rodean.

Aquí NADA es imposible.

Lo imposible, sólo tarda un poco más... 

domingo, 1 de octubre de 2023

0761: Me niego a ser un borrego

De galán en su juventud a actor consagrado en la madurez; así podría resumirse la trayectoria de José Coronado (66). Actualmente es uno de los actores de moda en España: protagonista de series exitosas como “Entrevías” y “Vivir sin permiso”, y de películas como “El hombre de las mil caras” (2016) o, unos años antes, la imperdible “El Lobo” (2004)


La semana pasada, se habló mucho de él, pero no por el cine, sino porque hizo unas declaraciones que, aunque desataron la furia del feminismo extremo, son representativas del sentir de muchísimos varones -y mujeres- que están hasta la coronilla de la perspectiva de género.


Resulta que, como se estaba estrenando una película suya, Coronado dio varias entrevistas a medios españoles. 

En una le preguntaron: “¿Cómo ha vivido la revolución del Metoo?”

Respuesta: “Me parece terrible todo eso. Me niego a ser un borrego y asentir sin más a lo que dice el gran ministro o la gran ministra de turno. Yo me sigo basando en mis principios, en mi educación, en cómo he crecido y soy consciente de que no le he hecho daño a nadie. Y me niego, por ejemplo, a no ayudar a una chica a subir el bolso a un avión. Si soy más alto y más fuerte, lo voy a hacer. ¿Y por qué no voy a decirle a una mujer lo guapa que está? Todo depende del contexto y de tu mentalidad. Y si lo haces con educación, eso le da alegría a la vida. Si no, nos vamos a convertir en unos putos robots”.


Verdades a puño. Pero, claro, de inmediato se activó el detector de varones no deconstruidos y una jauría de feministas andrófobas, hombres vergonzantes y gente amarga en general se lanzó contra el señor que tuvo el atrevimiento de rechazar las etiquetas de micro-machista, machista o violador en potencia con que el “terrible” MeToo estigmatiza al género masculino.


El primero en reaccionar fue el propio periodista que se creyó en la obligación de corregir al desviado: “Pero el MeToo ha dejado claro que las cosas tenían que cambiar”, le dijo. “Sin duda, pero no nos pasemos de frenada -le contestó Coronado-, no perdamos ni la alegría, ni el humor, por Dios, que es lo que nos caracteriza a los españoles. Basta ya de cogérsela con papel de fumar para todo”. Expresión que significa: “Ser demasiado puntilloso con el cumplimiento de las normas” o “fácil de escandalizar”. Ambas definiciones valen para describir el clima que han instalado las denunciantes, los identitarios y los woke.

Atacado en los titulares -”polémicas declaraciones”; “contradictorias declaraciones” o directamente “declaraciones machistas”- José Coronado no se desdijo -y ojalá siga resistiendo- y hasta se atrevió a insistir en otra entrevista: “Quiero decirle a una mujer que está guapa o cederle el paso sin que nadie me llame agresor ni machista”.

Más frases que dejó el actor: “Mi rebeldía es también actuar conforme a como pienso, a pesar de todos los cambios que estamos sufriendo en la sociedad, me rebelo siendo yo mismo, no cayendo en el borreguismo de la gente, hoy tan habitual.”

“Ah, lo políticamente correcto”, le dijo este periodista, más ubicado que el anterior.

Respuesta de Coronado: “Sí. Está en todo ya, en todo. Estamos entrando en un mundo de borreguismo ante el que yo me rebelo. Y lo hago porque creo que tengo armas para ello, porque, sobre todo, lo que tengo es educación y respeto por el prójimo. Y con educación y respeto yo aún creo que todos podemos llegar a cualquier lado”.

O sea: no tengo por qué deconstruirme, no necesito reeducación, porque he sido bien educado. Como lo ha sido la inmensa mayoría de los varones, contra lo que sostiene el femi-fanatismo. Basta de acusar al género masculino, de condenarlo a priori, sin juicio, de amedrentar a los varones, de cancelarlos y amordazarlos.

Coronado trató de ovejas a todos los demás. Y razón no le falta. De hecho, muchos, y muchas, se pusieron el sayo y salieron en rebaño a cruzarlo. Un colega, un tal Guillermo Toledo, directamente lo insultó en redes. Sin mucha originalidad lo trató de “facho” (facha, como dicen en España).

Cada vez que alguien critica a las feministas, ellas sacan a relucir un femicidio; en este caso, haciendo una perversa asociación entre la seducción y la violencia de género. Para el feminismo andrófobo, el galanteo es sí o sí el primer paso hacia el homicidio conyugal…

“La controversia está servida en un asunto tan delicado como la violencia hacia las mujeres”, escribió otro diario. Claramente, ese asunto “tan delicado” no era el motivo de la controversia, pero muchos medios están colonizados por la ideología de género. La gente, en cambio, reaccionó de otra manera: muchos respaldaron a Coronado por su valentía, ya que nada requiere más coraje hoy que contradecir al MeToo. Otros lo elogiaron por no “sucumbir al feminismo radical”. “Decir la verdad se ha vuelto revolucionario”, escribió uno.

“No ha entendido nada” fue otro título que le dedicaron, en un artículo que sostenía que el #SeAcabó se ha convertido en el nuevo #MeToo español tras el beso no consentido de Luis Rubiales a Jenni Hermoso. ¿Es que acaso no vieron el video de la jugadora matándose de risa del piquito con Rubiales? Colgándose del brazo de él como novia que va al altar, y sumándose al coro “¡beso! ¡beso!” del resto del equipo para alentar a Rubiales a repetir el gesto ¡y es él el que se niega!!! Sin embargo, presionada por las funcionarias feministas, Hermoso fue a denunciar a su “agresor sexual”... Tiene razón Coronado: el #MeToo es terrible y el #SeAcabó lo es más todavía. Terrible e hipócrita.