miércoles, 27 de marzo de 2019

0266: un vistazo para atrás


—El otro día me encontré con un viejo conocido que vivió en la capital y nos pusimos a conversar de todo un poco y recordé que tú me contaste que viviste en esa ciudad en tus épocas de estudiante y le pregunte si te conocía y parece que te conocía muy bien. ¿Quieres saber quién era?
—No me interesa
—Me contó que eras pandillero y que eras el malo de ese grupo
—Jajaja, ese tipo no me conoce
—¿Nunca estuviste en una pandilla?
—Estuve en un grupo de amigos que vivían en el mismo barrio, que jugaban fútbol, volibol, básquet que hacían fiestas con las chicas de otro barrio y que de vez en cuando se agarraba a puñetes con otros grupos. Sucre, era una ciudad chica y ya sabes “pueblo chico, infierno grande”, y te cuento que todos los de la “pandilla” somos profesionales
—¿Y cuándo peleaban con otros grupos usaban cuchillos y cadenas?
—Eso solo existe en el cine, los otros chicos eran igual que nosotros, estudiantes que se aburrían y que buscaban diversión en las calles y en quitarles las enamoradas a los de otro grupo.
—Y al medio estaban las muchachas sin saber que hacer
—No creo que eso sea cierto, pero es natural que existan muchachas que estaban pérdidas y otras no, al igual que los muchachos, te digo esto en función de lo siguiente. Una vez caminando por la calle, nos topamos  con un grupo de muchachas donde descollaba una por su hermosura, todos quedamos deslumbrados y cada uno en su fuero interno se prometió conseguirla. Al final el más audaz logro hacerla su enamorada, a mí me dolió mucho. Ella le exigió ser presentada a todo el grupo, cuando Marcelo me dijo que Teresa quería conocerme, le dije que no me interesaba. Más ella insistió. Al final ella logro lo que quería.
—¿Y qué es lo que ella quería?
—A mí
—¿A ti? ¿Por qué?
—Posiblemente al sentirse rechazada…,  yo era un chico tímido e introvertido en tal sentido me costaba mucho entablar conversación con una chica que acababa de conocer, pero Teresa se las arregló para que me sintiese bien a su lado. Todos los muchachos y las muchachas del barrio se molestaron y dejaron de hablarme por “haberle robado” su chica a Marcelo.
—¿Y te quedaste con ella?
—¡Claro que sí!
—¡Traicionaste a tu amigo!
—Era la muchacha más linda de la ciudad y me quería, y yo era muy feliz con ella. ¿En estas circunstancias tú no harías lo mismo?
—¡Nunca!
—Jajaja, no te creo

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