—Trata de hacer de ella una mujer brillante, me gustaría que fuese una
mujer inteligente.
—¿Qué crees que sea mejor, que sea inteligente o buena?
—¿Buena para qué? Uno no es bueno para nada a menos que sea inteligente.
—Por supuesto, deseo que sea buena, pero no dejará de ser virtuosa por no
ser tonta. No temo que sea mala; no hay un grano de maldad en su carácter, y no
lo habrá. Es buena como el pan, como dicen los franceses.
—Pero dentro de seis años no me gustaría tener que compararla con un buen trozo
de pan con mantequilla.
—¿Temes que vaya a ser insípida? Querido hermano, soy yo quien le va a
proporcionar la mantequilla, así que no debes preocuparte.
¡Madremíadelamorhermosoydelasantaesperanza!
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