El drama de las mujeres de la Colonia Menonita
Manitoba
La película “Ellas Hablan” nominada al Oscar
para la mejor película, recibió el domingo pasado el Oscar al mejor guion
adaptado. Dirigida por Sarah Polley y basada en la novela de la canadiense
Miriam Toews, la cinta es conmovedora y las ocho protagonistas, reunidas
durante días en un granero, comentan, doloridas y humilladas, la forma salvaje
como son maltratadas y violadas por los hombres de su comunidad.
En el fondo es una denuncia y una protesta contra los
varones de Manitoba, contra el machismo, contra el patriarcado que degenera en
incesto, lo que las coloca en la terrible disyuntiva de “o no hacer nada, o de
quedarse en la comunidad y luchar o de irse”.
Manitoba, la más conservadora de las colonias
menonitas, así como otras menos rígidas que están ubicadas en las proximidades
de Santa Cruz-Bolivia. Los varones menonitas de Manitoba hablan muy poco con los
extraños y las mujeres ni una sola palabra. Los hombres por reservados y
temerosos de referirse al tema, y las mujeres porque simplemente no hablan
español –solo el arcaico e incomprensible bajo alemán– y porque una menonita no
se relaciona con nadie que no pertenezca a la colonia por temor a ser castigada
o cuando menos censurada.
En una comunidad como la menonita, dedicada a Dios, al
trabajo y a cuidar de la gran prole, era algo impensable que algunos de sus
miembros pudieran cometer pecados tan horrorosos. Y es por eso que, durante los
primeros meses, los habitantes de Manitoba creían firmemente que les había
caído encima la ira de Dios por sus faltas. Que Dios los había desprotegido y
que el diablo era el sujeto perverso que violaba a niñas, niños, adolescentes y
mayores, de una manera tan cruel y misteriosa, sin dejar huella. El miedo
cundió entre las familias afectadas. Se produjeron hasta agrias disputas
hogareñas porque se empezó a sospechar de los propios hombres de la casa. Se
sospechó del incesto, que no había sido extraño en una sociedad tan cerrada a
las relaciones sexuales prematrimoniales; en un grupo humano endogámico. Finalmente,
una chiquilla recordó un rostro de sus violadores y ellos fueron
apresados.
Algunos de los obispos quisieron procesarlos en la
colonia, pero los afectados, por primera vez en más de setenta años, pidieron
la intervención de la justicia boliviana. Así fue como los violadores fueron
entregados a la Policía y luego de un penoso juicio llevados al penal de
Palmasola con una sentencia de 25 años.
En la película Ellas hablan no se menciona a la colonia de Manitoba y se supone que es algo que podría suceder en cualquier otro asentamiento agricola. Además, las ocho mujeres que se reúnen en el granero acusan a todos los hombres de ser los violadores, lo que no es verdad porque los delincuentes que lo hicieron fueron aprehendidos. Por último, todas las mujeres deciden irse de la colonia (no “huir” sino irse, insisten ellas) y parten en una enorme caravana de carromatos, lo que tampoco es cierto, porque no existió ese éxodo. No deja de ser absurdo pensar que todas las mujeres de la colonia se hubieran marchado sin que sus esposos e hijos se opusieran a dejarlas partir, pero todo esto último es parte, sin duda, de la fabulación de la escritora Toews o de la directora y guionista Sarah Polley.
Es terrible lo que muchas mujeres deben padecer hoy en día por culpa del mal entendido sometimiento al hombre, que en culturas tan cerradas como la melonita o los islamistas, aun siguen imponiendo y ellas sufriendo como en plena Edad Media. Luego eso que comentas al final, ya sabes .. licencias que se toman las pelis para que la gente nos volvamos a casa con una sonrisa y no con el corazón encogido ; )
ResponderEliminarUn abrazo!