— Fueron tantos los que faltaron que si falta uno más no cabe.
— ¿Y cuál fue el que faltó último?
— Recuerdo que faltaron en parejas el que faltó último y el que faltó más.
— En estas ocasiones, sería bueno hacer una lista en orden sucesivo del nombre de las personas que van faltando, como se hace en el “Instituto de Disertaciones”.
— No me parece, pues al día siguiente, cuando uno encontrara a las personas que no asistieron, habría disputas sobre prioridad: “Yo falté antes que usted”; “Yo fui el número 10 y no el 14”; “Yo falté en seguida después de Gómez”; “Usted me ha anotado mal”. Uno que sabría disculparse diría: “Yo falté, es cierto, pero fui de los primeros”.
— Bueno, si mi proposición no acierta, ¿qué se debiera hacer en estos casos? ¿Qué le parece a usted? Porque si se dejan las cosas así, sin más, que vayan como quiera, la oratoria va a ser un género que se pierde.
— Yo también lo pensé. Creo que podrían darse primero las conferencias y anunciarlas después; o, como en el “Círculo de intelectuales”: “Hoy no da conferencia el novelista Tal”. Porque no teniendo hora asignada, no cabe la faltancia, así que siempre tendríamos lleno completo.
— También podría difundirse: que el notorio conferencista Acuña acostumbra publicar después de sus conferencias las opiniones más comprometedoras de los inasistentes. “Domínguez, que faltó a la última, ha manifestado que es la única conferencia que merece ser atendida”. Otro expresará que es tal la nulidad de los conferencistas, que si no fuera por la genialidad del conferencista Acuña estaríamos arruinados en la opinión del mundo. Con lo que todos los asiduos faltantes a sus conferencias tendrán temor de faltar otra vez, para no caer en el odio de todos los demás conferencistas que resultan menoscabados por estos elogios (y con este miedo tendremos asistencia regular). En suma, que al cabo de cierto tiempo a nadie se le tendría más temor de no asistirle que al conferencista Acuña, y a los juicios de nadie temeríase tanto como a los juicios de los famosos faltantes a conferencias del famoso Acuña.
— Me pongo en el caso de Acuña: para desautorizar las opiniones elogiosas que les atribuye a sus faltantes y que les han traído la malquerencia de los demás conferencistas, deberá dar certificados de inasistencia a los que concurren, para que los otros disertadores no los maltraten en represalia de asistirle a Acuña
— “Acredito que el señor Dudino Domínguez es el más asiduo faltante a mis conferencias”, dirán los certificados de faltancia.
— Pero entre los faltantes hay no sólo de los demás asiduos sino de los mejores.
— De alguno se dirá: “Sólo una vez, y por enfermedad, dejó de faltar”.
— Con esta diplomacia extraoficial del Faltar...
— Y así podrá Acuña proclamar que era un embuste notorio el que se propalaba de que sus conferencias no cabían de faltantes cuando las de los otros no cabían de concurrentes”
Por Macedonio Fernández
Haciendo honor al nombre del autor don: Macedonio, el escrito es una macedonia de faltas.
ResponderEliminarAbrazos Chaly
¡Faltaba más! Hoy vine, mañana no sé. No me pongas falta Chaly
ResponderEliminarBeso
jaja qué maravilla! me encantan estos textos del absurdo, hay que ser muy inteligente para armar una conversación tan surrealista como esta, que como no he leído, porque no estaba presente cuando los conferenciantes anunciaron todos los que faltaban simplemente te escribo intuyendo lo que nunca leí ; )
ResponderEliminarAbrazo fuerte y mil gracias por estos ratitos que regalas!