lunes, 13 de mayo de 2019

0294: no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy


Procrastinador perfeccionista.
En este caso, la persona es perfeccionista hasta el máximo por miedo a ser juzgado o avergonzado. Son tan exhaustivas con cada fase, que consumen demasiado tiempo en los detalles, de manera que muchos de sus proyectos los terminan a la carrera. Así, al final en lugar de evitar errores, los cometen en exceso, provocando más miedo al juicio ajeno. Es decir, logran justo lo que se quiere evitar, el ser avergonzado si algo no está bien.

Procrastinador impostor.
Este es uno de los tipos de procrastinación que se da en entornos con perfiles de difícil complacencia. Así que la persona, por miedo a ser tachada como incompetente, acapara un exceso de trabajo que reafirme su responsabilidad, de manera que este atributo quede adherido a su imagen. Sin embargo, esta actitud puede acabar en indefensión aprendida, un sentimiento muy vinculado a los estados depresivos.

Procrastinador miedoso.
Este perfil pospone constantemente sus tareas u obligaciones por el hecho de que se enfrenta a un trabajo que le resulta desagradable o aburrido. Esta tendencia, por su parte, está muy relacionada con la falta de motivación en empleos que se vuelven repetitivos o en los que el trabajador no recibe ningún tipo de feedback sobre la calidad de su trabajo.

Procrastinador abrumado.
Otro de los perfiles del procrastinador. En este caso, el individuo tiene tanto por hacer, y tantas tareas en mente que no sabe por dónde empezar con ellas. Finalmente, es común que desemboque en un bloqueo mental que le impida siquiera comenzar con el trabajo.
En este caso de procrastinación, el estar abrumado por la cantidad de tareas puede ser una decisión personal, o también por parte de una persona en un puesto superior, como un jefe, por ejemplo. Sea como fuere, este exceso es muy negativo, ya que supone un obstáculo para cualquier avance.

Procrastinador afortunado.
¿Se puede ser procrastinador y afortunado? En este caso, el perfil se identifica con personas que consideran que solo trabajan bien cuando están bajo presión. Así que posponen sus tareas hasta que se hace tarde y se encuentran en el límite para hacer lo que tienen o pretenden hacer a tiempo.
Curiosamente, los individuos con este perfil, siempre que logran buenos resultados, tienden a repetir la actitud. Es decir, posponen sus tareas hasta estar entre la espada y la pared. Después, aprovechar la descarga de adrenalina que les da el pico de ansiedad de verse contra las cuerdas y se ponen en marcha. Por supuesto, en muchas ocasiones llegan, pero en otras muchas no lo hacen.

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