Procrastinador perfeccionista.
En este caso, la persona
es perfeccionista hasta el máximo por miedo a ser juzgado o avergonzado. Son
tan exhaustivas con cada fase, que consumen demasiado tiempo en los detalles,
de manera que muchos de sus proyectos los terminan a la carrera. Así, al final
en lugar de evitar errores, los cometen en exceso, provocando más miedo al
juicio ajeno. Es decir, logran justo lo que se quiere evitar, el ser
avergonzado si algo no está bien.
Procrastinador impostor.
Este es uno de los tipos
de procrastinación que se da en entornos con perfiles de difícil
complacencia. Así que la persona, por miedo a ser tachada como incompetente,
acapara un exceso de trabajo que reafirme su responsabilidad, de manera que
este atributo quede adherido a su imagen. Sin embargo, esta actitud puede
acabar en indefensión aprendida, un sentimiento muy vinculado a los
estados depresivos.
Procrastinador miedoso.
Este perfil pospone
constantemente sus tareas u obligaciones por el hecho de que se enfrenta a
un trabajo que le resulta desagradable o aburrido. Esta tendencia, por su
parte, está muy relacionada con la falta de motivación en empleos que
se vuelven repetitivos o en los que el trabajador no recibe ningún tipo de
feedback sobre la calidad de su trabajo.
Procrastinador abrumado.
Otro de los perfiles del
procrastinador. En este caso, el individuo tiene tanto por hacer, y tantas
tareas en mente que no sabe por dónde empezar con ellas. Finalmente, es
común que desemboque en un bloqueo mental que le impida siquiera comenzar con
el trabajo.
En este caso de
procrastinación, el estar abrumado por la cantidad de tareas puede ser una
decisión personal, o también por parte de una persona en un puesto superior,
como un jefe, por ejemplo. Sea como fuere, este exceso es muy negativo, ya
que supone un obstáculo para cualquier avance.
Procrastinador afortunado.
¿Se puede ser
procrastinador y afortunado? En este caso, el perfil se identifica
con personas que consideran que solo trabajan bien cuando están bajo
presión. Así que posponen sus tareas hasta que se hace tarde y se encuentran en
el límite para hacer lo que tienen o pretenden hacer a tiempo.
Curiosamente, los
individuos con este perfil, siempre que logran buenos resultados, tienden
a repetir la actitud. Es decir, posponen sus tareas hasta estar entre la
espada y la pared. Después, aprovechar la descarga de adrenalina que les da el
pico de ansiedad de verse contra las cuerdas y se ponen en marcha. Por
supuesto, en muchas ocasiones llegan, pero en otras muchas no lo hacen.
Muy curioso.
ResponderEliminarUn abrazo.