Las mujeres que amamos demasiado somos adictas a las relaciones,
"hombreadictas" intoxicadas de dolor, miedo y anhelo. Como si eso no
fuera suficiente, es posible que los hombres no sean lo único a lo que estamos
"enganchadas".
A fin de bloquear nuestros sentimientos más profundos,
algunas también hemos desarrollado dependencias de sustancias adictivas. En
nuestra juventud o, más tarde, en la adultez, quizás hemos comenzado a abusar
del alcohol o de otras drogas o, lo que es más típico en las mujeres que amamos
demasiado, de la comida.
Hemos comido en exceso o escasamente, o ambas cosas,
para olvidar la realidad, para distraernos, y para insensibilizamos al vasto
vacío emocional que hay en lo profundo de nuestro ser.
No todas las mujeres que aman demasiado también comen
demasiado o beben demasiado o abusan de las drogas, pero para aquéllas que sí
lo hacemos, nuestra recuperación de la adicción a las relaciones debe ir de la
mano de nuestra recuperación de la adicción a la sustancia de la que abusamos.
He aquí la razón: cuanto más dependemos del alcohol,
las drogas o la comida, más culpa, vergüenza, miedo y odio por nosotras mismas
sentimos.
Cada vez más solas y aisladas, es posible que nos
desesperemos por el consuelo que parece prometer una relación con un hombre.
Como nos sentimos pésimamente con nosotras mismas,
queremos un hombre que nos haga sentir mejor.
Como no podemos queremos, necesitamos que él nos
convenza de que somos dignas de ser amadas.
Incluso nos decimos que con el hombre adecuado no
necesitaremos tanta comida, tanto alcohol o tantas drogas.
Utilizamos las relaciones de la misma manera en que
utilizamos nuestra sustancia adictiva: para alejar el dolor.
Cuando una relación nos falla, recurrimos con mayor
frenesí a la sustancia de la que hemos abusado, nuevamente en busca de alivio.
Se crea un círculo vicioso cuando la dependencia
física con respecto a una sustancia se ve exacerbada por la tensión de una
relación dañina, y los sentimientos caóticos engendrados por la adicción física
intensifican la dependencia emocional con respecto a una relación.
Utilizamos el hecho de estar sin un hombre o de estar
con un hombre inapropiado para explicar y excusar nuestra adicción física.
A la inversa, nuestro uso continuo de la sustancia
adictiva nos permite tolerar nuestra relación dañina insensibilizándonos al
dolor y quitándonos la motivación necesaria para cambiar. Culpamos a una por la
otra.
Utilizamos una para enfrentar la otra y cada vez nos
volvemos más dependientes de ambas.
sinceramente.... ese libro lo tiré al basurero.
ResponderEliminar:P
No he leído el libro, pero he aprendido en la vida que cuando una relación me provoca dolor y se percibe tóxica, no es amor. En el fondo es un amor enfermo. Yo amo, pero él se abastece y se alimenta de mí como persona y para salir de allí se debe romper ese círculo enfermizo. Y se logra.
ResponderEliminarAbrazos Chaly
Tampoco he leído este libro, lo que sé, es que quien se comporta como comentas, no ama demasiado, sencillamente está fatal. Necesita ayuda urgente antes de que siga autolexionándose con hombres, drogas, alcohol, comida o la ausencia de esta.
ResponderEliminarUn abrazo CHALY