Si tu relación afectiva es buena, si el amor fluye de ida y vuelta y además eres compinche de la persona que amas, no deberías sentir que te olvidaste de ti después de dar amor. El problema no siempre está en amar demasiado, sino en no cimentar una buena relación con suficiente ternura, amistad, deseo y amor propio. Cuando te olvidas de ti por amar al otro, tal como señalé, estás rompiendo la ecuación básica del amor de pareja: solo queda una variable en vez de dos.
Un punto determinante para establecer el equilibro
emocional en los vínculos afectivos es tener claro si estás con la persona
adecuada para ti. Implica analizar hasta qué punto tu propuesta amorosa es
compatible con la de tu pareja. A veces tenemos la certeza de que amamos y nos
aman de verdad y en realidad somos víctimas de un gran autoengaño que nosotros
mismos hemos venido construyendo desde tiempo atrás.
Para transformar tu relación afectiva o hacerla a un
lado de una vez por todas, necesitas una buena dosis de lucidez: ver lo que es,
cuestionarte desde lo más profundo y nunca justificar lo injustificable.
Entonces, el primer paso para reinventarte en el amor es tomar conciencia
de con quién estás, si realmente amas como te gustaría amar y si te aman como
quisieras que te amaran.
Veamos ocho pruebas en forma de preguntas que puedes
hacerte para saber de manera realista y sin analgésicos cómo funciona el
amor en tu caso y si estás con la pareja adecuada. Los datos que obtengas
de este examen/reflexión no son determinantes, se trata más bien de
indicadores. Como sea, es conveniente y útil tener en cuenta las respuestas que
das. Trata de hacerlas todas. En la tercera parte, “Personas de las cuales
sería mejor no enamorarte”, podrás tener más elementos para profundizar y
definir esos temas.
PRIMERA PRUEBA
Si pudieras viajar al pasado sabiendo cómo es hoy tu
relación de pareja y cómo ha sido, ¿volverías a repetir lo vivido con él o con
ella? Difícil, ¿verdad? Es posible que encuentres todo un mapa de cosas buenas,
malas y regulares. Escarba en tus principios y tus valores más sentidos y
piensa si han sido vulnerados o por el contrario se han reafirmado. ¿Has
crecido junto al amor de tu vida o has ido para atrás?
Ten en cuenta que, si bien la respuesta que des
requiere un balance, este balance solo puede hacerse si no hay hechos que
afecten a tus derechos como ser humano. De ser así, puedes poner lo bueno a un
lado de la balanza y, en el otro, ese único elemento negativo, y te
sorprenderás de que ese único elemento pueda más que todas las cosas buenas.
¿Al revés? No creo. Es muy poco probable que una sola cosa buena pese más que
todas las malas.
Trata de que la más cruda honestidad te lleve a responder.
Por ejemplo, no confundas el amor con la paciencia que implica hacerse
cargo de alguien. Algunas personas, sobre todo mujeres codependientes, se hacen
cargo de sus parejas como si fueran un hijo más y sufren a mares para
“educarlas”. La relación se convierte en una estructura emocional
desequilibrada: uno da a manos llenas, mientras que el otro recibe y recibe
para “mejorar” o salir adelante superando sus problemas.
No confundas, pues, amar con “adoptar” a alguien. Lo
que suele ocurrir con el tiempo, en este tipo de vínculos, es que el
dador/cuidador se cansa de hacer de buen samaritano, de ser un ayudador
crónico, porque la retribución no suele llegar, ni en la misma proporción ni de
la misma manera. No te sientas culpable de tirar la toalla si este es tu
caso. Sufrir por la pareja no es necesariamente una muestra de amor; por
el contrario, puede ser la manifestación de un esquema de autosacrificio que
tengas activo, como señalé en la introducción.
¿Repetirías? ¿Volverías a recorrer exactamente los
mismos pasos sin deshacerlos? Quizá sí. Hay relaciones que no son perfectas,
pero que han logrado mantener un lazo sostenido en el que, pese a los
problemas, lo esencial del amor nunca se perdió. O quizá no. Una paciente le
decía a su esposo frente a mí: “Definitivamente, sí quiero separarme, aunque te
amo. Es que eres tan insoportable que prefiero extrañarte a tener que
aguantarte”. Obviamente, esta mujer no repetiría ni por todo el oro del mundo.
Y no era odio lo que sentía por él, sino cansancio. Hartazgo existencial. Como
si su mente se hubiera cuestionado desde lo más profundo: “¿Transitar toda la
vida juntos de nuevo para llegar a esto?”
Si respondes un sí contundente a repetir, sin
autoengaños de ningún tipo, con el corazón en la mano, entonces estás bien, muy
bien. No te duermas en los laureles y sigue invirtiendo en tu relación. Si
respondes un no contundente, sin autoengaños ni resentimientos infundados,
entonces debes tener claro que llegó la hora de reinventarte en el amor; que te
equivocaste.
Pero no confundas error con fracaso. Fracaso es
que nunca más podrás entrar en una relación amorosa; en cambio, errar es meter
la pata y seguir adelante. ¿Harás tu revolución o te acostumbraste a sufrir y
seguir a su lado bajo el efecto aplastante de la resignación?
Y si no eres capaz de decidir, esta confusión también
genera información relevante. Si dudas, algo pasa. Sería conveniente seguir
profundizando y tratar de comprender qué te lleva a ese callejón sin salida de
no saber qué hacer.
Quién es Walter Riso
Es escritor y conferencista. Es autor de más de 30
libros, traducidos a más de 20 idiomas, entre ellos, El coraje de ser quién
eres, Más allá de la adversidad, Pensar bien, sentirse bien, Filosofía
para la vida cotidiana, Amar o depender y su último libro, De tanto
amarte, me olvidé de mí.
Esa respuesta la respondí hace ya tres años y, fue un rotundo no más.
ResponderEliminarAbrazos Chaly
ay charly... por mueres como yo.. por eso eseseñor tiene éxito en sus libros :(
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