Tras los levantamientos
revolucionarios de Chuquisaca, La Paz y Oruro —a partir de 1809—, Cochabamba
siguió el ejemplo independentista con el fin de derrotar el dominio español. En
ese marco, tras la sublevación reprimida de Sipe Sipe, el español José Manuel
Goyeneche emprendió camino hacia la Argentina con el fin de invadir sus
provincias y apagar el fuego revolucionario que se había iniciado.
Con lo que no contaba es con la nueva insurrección que se produjo tras
su salida del Alto Perú. No obstante, y tras enterarse de la nueva rebelión,
Goyeneche retornó a Cochabamba y enfrentó a los patriotas encabezados por
Esteban Arze, a quienes derrotó el 24 de mayo de 1812.
Tres días después, Cochabamba fue tomada pese la resistencia heroica de
las mujeres cochabambinas en la colina de San Sebastián, mujeres que al ver
cómo morían sus esposos, hermanos y padres, no dudaron en ir a defender la
patria encabezadas por la ciega Josefa Gandarilla.
En esta colina —hoy conocida como de la Coronilla— cientos de mujeres
murieron a manos de las fuerzas realistas. En homenaje a ese valor demostrado
aquel 27 de mayo es que hoy se recuerda esa fecha como el Día de la Madre boliviana, conmemoración que fue confirmada a
través de una ley del 8 de noviembre de 1927. Desde esa fecha, cada 27 de mayo,
cada boliviano, sin importar dónde esté, sonríe y festeja al ser que le dio la
posibilidad de estar vivo. Agradecidos por el milagro de la maternidad.
Cuando somos niños, la mejor sensación que podemos experimentar es la
protección en el regazo de nuestra mamá; las peores aflicciones se alivian con
sus besos; su paciencia y sabiduría son lo mejor para ayudarnos con las tareas
escolares; cualquier herida o rasmillón se curan entre reprimendas, caricias y
recomendaciones. La madre es el ser más parecido a Dios porque crea vida, la
fortalece y la preserva por encima de todo. Son días hermosos aquéllos en que
llegas a verla y ella siempre te espera y recibes sus besos como bendiciones de
Dios.
Desde luego que el amor de una madre es el sentimiento más puro y desinteresado que le queda al ser humano.
ResponderEliminarUn abrazo, Chaly.
Bonita historia y, sí, no existe amor más incondicional y puro que el de una madre.
ResponderEliminarAbrazos Chaly