- Mamá gallina
Evitas lo más posible que tus hijos compartan tiempo con otras personas, porque
sabes que contigo no estarán mejor que con nadie más. Te pasas la vida buscando
la manera de que tu casa sea más
segura, a prueba de cualquier
accidente ocasional que pueda suceder. Ser precavida, para ti, no es una
obligación, es un hecho y una forma de vida. Le haces un escáner a todos sus
amiguitos, incluso a sus padres, y aunque no lo reconoces en voz alta, eres de
las que piensas que las malas
influencias para tus hijos no
son buenas.
Si te identificas con ser una mamá gallina, debes
saber que el exceso de protección puede llegar a afectar a tus hijos. En tu
caso, se trata de encontrar un término medio y aprender a confiar en tus hijos,
deja que ellos sean quienes tomen las elecciones de su vida, solo tienes que
acompañarlos (y protegerlos,
pero desde una posición menos invadida).
- Mamá lechuza
No aceptas las críticas hacia tus hijos, porque ¡son perfectos! Si en la
escuela no sacan buenas notas, le echas la culpa a los profesores, seguro que
no enseñan bien o le tienen manía. En casa, se merecen nada más que lo mejor,
así que te desvives porque estén siempre impecables, tengan toda la ropa
y juguetes
que quieran y no tengan que
hacer nada de nada. Eso sí, si un día por sí mismos recogen su habitación, te
pasarás un mes presumiendo a las mamis de lo increíbles que son tus hijos. ¿Te
suena de algo?
Es natural sentirse orgullosas de nuestros hijos, pero
a veces no querer ver cuándo se equivocan puede revertir su desarrollo social.
Si nunca aprenden a pedir perdón o a reconocerse en el fracaso, pensarán que
todo lo que hacen es perfecto y cuando salgan a la vida real se llevarán un
gran chasco. Las mamás lechuza tienen un aspecto positivo y es que cuando lo
hacen de manera moderada, logran impregnar una autoestima sana en sus hijos. Sin embargo, si son demasiado lechuzas, acaban por
ayudar a desarrollar en sus hijos una sobre autoestima que puede desembocar en
actitudes incluso abusivas sobre los demás.
- Mamá canguro
Desde el momento que tu pequeño o pequeña nació te autoconvenciste de que has
nacido para ser madre y que tu único propósito es hacerle feliz. Por eso, vas
con tus hijos a todas partes: a comprar el pan, a las clases de yoga, a la
peluquería... En ocasiones dejas de hacer muchas cosas en tu vida porque no son
cosas que se puedan hacer con niños. Tus pequeños se han acostumbrado a tenerte
ahí pese a todo y ante todo, y les encanta estar pegados y encima tuya.
Seguramente pienses que has
desarrollado un vínculo especial con
ellos que nadie más tiene, y por supuesto que es así, pero si te has tomado
demasiado en serio lo de ser mamá canguro, quizás es hora de reflexionar en dos
aspectos: ¿saben ser autónomos tus hijos? Y ¿hace cuánto que no piensas en ti?
Querida mamá canguro, sabemos que todo lo haces con el
corazón, pero tus hijos también necesitan despegarse un poco de ti para
aprender a socializar y relacionarse en este mundo. Además, te mereces algunos
descansos de vez en cuando. No eres mala mamá porque te des un capricho de
vez en cuando o un espacio para ti misma y dejes a tus pequeños con el papá o
los abuelos. ¡Respira!
¿Mamá koala o mamá osa?
Si no te has identificado con ninguno de los tres
tipos de arriba, ¡no te preocupes! Aún nos quedan dos clases de madre que quizá
encajan más contigo.
- Mama koala
Desde el momento en que te convertiste en mamá nunca has vuelto a dormir igual
y te pasas el día zombi con sueño y cansancio. Lo haces lo mejor que puedes,
pero siempre tienes una sensación de un agotamiento que no comprendes. Tienes unos hijos
demandantes, lo que significa que no
paran ni un momento, tanto a nivel físico como cognitivo. ¡No puedes más!
A veces te gustaría tirar la toalla y esos
sentimientos te hacen sentir tan
mala mamá y, en vez de darte un
respiro, haces todo lo contrario y te ocupas de aún más cosas de las que ya
haces. Mamá koala, la única manera de recuperar la energía perdida es
descansando. Aprende a delegar, no tienes que hacerlo todo, puedes de vez en
cuando ser una madre menos perfecta y comprar el disfraz de tus hijos en vez de
coserlo. Recuerda que, si tú te sientes bien, tus hijos también.
- Mamá osa
Cuidado
con quien se mete con tus hijos porque
eres capaz de sacar las garras y usarlas hasta las últimas consecuencias. ¿Que
un niño le ha quitado un juguete a tu hijo? Que tiemble, porque le dirás cuatro
cosas bien dichas y después probablemente acabarás teniendo una discusión con
su mamá o papá. ¿Que tu hija se ha comportado mal en la escuela? Cuando vayas a
dirección la defenderás con uñas y dientes, incluso aunque no sepas lo que ha
pasado. Puede que llegando a casa regañes a tu pequeña, pero nadie más en esta
vida puede hacerlo.
Relájate mamá osa, sabemos que tu pequeña es tu mundo y que necesita quien la defienda, pero quizás no está de más bajar el tono un poco y dejar que tu hijo/a se explique un poco y también aprenda a defenderse por ella o el mismo. Tus hijos saben que estarás ahí para defenderlos cuando lo necesiten, porque te conocen y ya se lo has demostrado muchas veces, así que espera a que te pidan ayuda. Además, también necesitan aprender a solucionar sus problemas por sí mismos y de una manera más cordial. Recuerda siempre que eres un ejemplo para ellos, y si te pones siempre como una osa enojada cuando los defiendes, así es como ellos actuarán en el futuro.
La verdad es que no sé que tipo de madre soy, solo sé que meencanta serlo y que ellos dos, son lo mejor que he hecho en mi vida, afortunadamente ya vuelan solos, les miro desde lejos planeando y soy más feliz q una perdiz.
ResponderEliminarUn abrazo!