La Paramount organizó una
cena-cóctel para agasajar al profesor Einstein que estaba de visita en Los
Ángeles para dar una serie de conferencias en la Universidad. Comunicó a sus
allegados que su más vivo deseo era visitar uno de los grandes estudios de Hollywood,
así como conocer de cerca a los actores y actrices, una clase de gente que
despertaba su curiosidad y con la que no había tenido nunca el menor contacto.
En menos de veinticuatro horas se envió un centenar de invitaciones a las
estrellas, conminadas a colaborar en el homenaje al ilustre visitante.
Albert Einstein llegó vestido
de un modo extravagante. A primera vista se le hubiera podido confundir con un
pariente pobre de Groucho Marx. Varias mujeres dejaron pasar unas risitas.
Hombres tan elegantes como Fred Astaire y Cary Grant, se quedaron por un
instante atónitos. Llevaba un pantalón de franela gris con grandes manchas
verdosas alrededor de la bragueta, una chaqueta negra de gastados codos y
solapas salpicadas de lamparones y un chaleco que había sido gris, cruzado por
una gruesa cadena de reloj. Calzaba zapatos de estilo montañero que no habían
visto el betún en meses. Por uno de los bolsillos de la chaqueta asomaba la
mitad de una boina.
Tras visitar varios platós
donde se estaban rodando películas, llegaron ante el local preparado para la
cena. Allí se hicieron los típicos corrillos cada vez que el viejo sabio se
acercaba a algún actor o actriz. Todos soñaban con poder hablar con el sabio
profesor, esperaban que se les acercara… De pronto, en uno de los corrillos
alguien señaló hacia un lugar de la estancia: allí estaba el viejo sabio
hablando con Fernando Lamas, como dos buenos colegas. Lamas, era un actor
argentino de gran éxito con las mujeres del que algunos que le conocían bien,
decían que era más tonto que un haba.
Cuando por fin Fernando Lamas
se levantó para despedirse de Einstein, se acercó a un grupo de los que
contemplaban atónitos la escena, y el actor Jason Robbards le preguntó:
-¿Qué le estabas contando a
Einstein?
-¿Einstein? ¿Quién es
Einstein?
-¡El profesor Einstein! El
anciano caballero con el que estabas hablando hace un momento.
-¡Ah… de modo que se llama
Einstein! ¡Como el dentista de mi suegra! Ya me parecía a mí que tenía pinta de
judío.
-Fernando, ¿es que no has
leído lo que pone en tu invitación?
-Yo no estaba invitado. He
venido con Dean Martin.
-Fernando, por favor, dinos
que estabas hablando con Einstein
El círculo se estrechó en
torno al actor argentino, que se sirvió un whisky antes de contestar:
-Bueno, ya sabes de lo que se
habla con un anciano… De todo un poco… Me decía que tengo mucha suerte de ser
un actor porque estoy siempre rodeado de mujeres hermosas a las que puedo besar
y hacerles el amor… ¡Figúrate! El pobre está completamente fuera de juego. Le
he explicado que no hay que fiarse de las apariencias y que toda medalla tiene
su reverso. Le he contado que en mi oficio nada es nunca como uno quisiera y
que en este mundo todo es relativo.
Jason Robbards, exclamó:
-¿!Tú, Fernando Lamas, le has
dicho al profesor Einstein que en este mundo todo es relativo!?
-Pues sí. Y estaba
perfectamente de acuerdo conmigo, porque me dijo que él también tenía una
teoría al respecto. Fue entonces cuando me levanté para despedirme, antes de
que me largara su dichosa teoría…
Al parecer, años más tarde, en
tiempos de Perón, los argentinos quisieron nombrar ministro de cultura a
Fernando Lamas. En el informe que el gobierno poseía sobre el actor, pesaba
mucho un dossier que hablaba de su estrecha amistad con el profesor Albert
Einstein.
Menos mal que el nombramiento
no se llevó a cabo.
("Memorias no autorizadas" Vol. III,
"La flor y Nata").
José Luis de Villalonga y Cabeza de Vaca. Marqués de Castellbell.
Menudo currículum: haber hecho el ridículo con Einstein.
ResponderEliminarUn abrazo.