-Don Fermi, esa señora
que le hace doler la cabeza ha venido de nuevo
-¿¡Cómo!? ¿Quién me hace
doler la cabeza?
-No sé yo, usted le dijo
a dona Clemencia: ay hija esa tu amiga que viene a desahogarse me deja
pensativo y termino con dolor de cabeza
-Ahh, así que la señorita
Lourdes viene a visitarme
-No, ella ha preguntado
por doña Cleme y yo le he dicho voy a ir a ver si esta
-Hazla pasar a mi
despacho, esa pobre muchacha ha sufrido bastante, tiene el corazón destrozado y
necesita una cura inmediata, si no, ¿quién sabe qué locuras cometerá para
apagar ese fuego que la quema?
-¿Don Fermi y cuando
vuelva de su tour por las europas doña Mecha, qué le voy a responder cuando me
pregunte como se porto usted?
-¡Calma hija, calma! Para
cuando doña Mecha regrese la señorita Lourdes estará buscando dónde
desahogarse.
-Usted es malo
-No hija, no soy malo, lo
que sucede es que muchas personas, hombres y mujeres, por una anomalía en su
ego les gusta ese vivir de sufrimiento, lo disfrutan y aunque no lo creas hija:
¡lo buscan! Se masturban mentalmente pensando todo el día en lo mismo.
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