Un día, alguien llevó un
elefante a la aldea. Ante tamaña situación, los seis hombres buscaron la
manera de saber cómo era un elefante, ya que no lo podían ver.
– Ya lo sé -dijo uno de
ellos-. ¡Palpémoslo!
– Buena idea -dijeron los
demás-. Así sabremos cómo es un elefante.
Dicho y hecho. El primero
palpó una de las grandes orejas del elefante. La tocaba lentamente hacia
delante y hacia atrás.
– El elefante es
como un gran abanico.
El segundo, tanteando las
patas del elefante
-¡Es como un árbol!
– Ambos estáis
equivocados -dijo el tercer y, tras examinar la cola del elefante
-¡El elefante es como una
soga!
Justamente entonces, el
cuarto estaba palpando los colmillos
-¡El elefante es como una
lanza!
– ¡No!, ¡no! -gritó el
quinto -Es como un alto muro (el quinto había estado palpando el costado
del elefante).
El sexto esperó hasta el
final y, teniendo cogida con la mano la trompa del elefante
-Estáis todos
equivocados, el elefante es como una serpiente.
– No, no. Como una soga.
– Serpiente.
– Un muro.
– Estáis equivocados.
– Estoy en lo cierto.
– ¡Que no!
Los seis hombres se
ensalzaron en una interminable discusión durante horas, sin ponerse
de acuerdo sobre cómo era el elefante.
La próxima vez que tengas
una opinión diferente a la de las personas de tu entorno, te propongo que
intentes mirar la situación desde su prisma. Para eso, es imprescindible
escuchar, preguntar si no entendemos algo y, también, expresar nuestra propia
postura.
Esto no quiere decir que
los demás no puedan estar equivocados, sino que aprenderemos a ser conscientes
de que cada uno percibe la realidad de una manera distinta, llegando a
tener todos, una porción de razón. De hecho, La búsqueda de la realidad o
de la verdad: una aproximación a partir de la teoría sociológica ya
Platón, con el Mito de la Caverna, señalaba que es posible que
existan diferentes interpretaciones de una misma realidad.
Influida por nuestras
experiencias, valores y creencias, nuestra forma de ver la realidad puede
diferir bastante de la de los demás. Pero, ¿eso significa que hay algunas que
son verdad y otras que no? La respuesta es «no». Por eso, valorar las opiniones
de los demás nos permitirá enriquecernos en lugar de empobrecernos defendiendo
nuestra propia verdad que, como hemos visto con el cuento del elefante y los
ciegos, probablemente no sea tan «ajustada» como pensamos.
Muy sensato, Chaly.
ResponderEliminarUn abrazo.
Recuerdo que este cuentecillo me lo contaron en clase de filosofía....
ResponderEliminargran verdad , como todas las moralejas
ResponderEliminarun beso