Aunque nuestros ojos no
se han mirado, y nuestras manos no se han tocado, te siento tan parte mía, al
leerte escribir con maestría tus pensamientos polipastos con un argot
eufemístico que si bien no entiendo ni pio, me arrebatan hasta la locura.
Y el pensar y el re
pensar en ti me llevo a la constatación que debo vencer a aquello que me ata y
no me desata.
Si mis dioses que no
saben hablar te dijesen mis pensamientos, tu, si algún día nos encontrásemos me
mirarías diferente de lo que podrías mirarme hoy sin saberlo.
Por todo esto y también
por lo demás estoy invirtiendo en acopio de coraje y de unos billetitos que me
faciliten el abordar un avión que me lleve, me traslade y me deposite a tus
pies.
Y si por ahí los idus de
marzo aunque estemos en agosto me atascan, me cierran el provenir cuando me
encuentre delante de ti, y tú, y yo, no sepamos pronunciar las palabras
cabalísticas que abran el sésamo y quedemos perplejos, sin saber que decir y
para obviar esa mocedad, la presente te servirá de guía para comprender lo que
no pude decir.
Con el reloj frente a mis
narices cuento el paso del tiempo que me separa de ti.
Pues hala.
ResponderEliminarUn abrazo.