sábado, 17 de agosto de 2019

0352: el hombre y el mundo


Un filósofo vivía preocupado por los problemas del mundo y estaba resuelto a encontrar medios para disminuirlos. Pasaba días encerrado en su gabinete en busca de respuestas para sus dudas. Cierto día, su hijo, de siete años, invadió su recinto decidido a ayudarlo a trabajar.
El filósofo, nervioso por la interrupción, intentó hacer que el hijo fuera a jugar a otro sitio. Viendo que sería imposible sacarlo de allí, el padre procuró algo para darle al hijo, con el objetivo de distraer su atención. De repente tomó un planisferio de una revista, y, con una tijera, recortó el mapamundi en varios pedazos. Junto con un rollo de cinta adhesiva, lo entregó al hijo diciendo:
– “¿A ti te gustan los rompecabezas? Entonces voy a darte el mundo para arreglar. Aquí está el mundo todo roto. ¡Mira si puedes arreglarlo bien!”
Calculó que al niño le llevaría días para recomponer el mapa. Algunas horas después, oyó la voz del hijo que le llamaba:
– “Padre, padre, ya he hecho todo. ¡Conseguí terminar todo!”
Al principio el padre no dio crédito a las palabras del hijo. Sería imposible a su edad haber conseguido recomponer un mapa que jamás había visto. Entonces, el filósofo levantó los ojos de sus anotaciones, seguro que vería un trabajo digno de un niño. Para su sorpresa, el mapa estaba completo. Todos los pedazos habían sido colocados en sus sitios. ¿Cómo sería posible? ¿Cómo el niño había sido capaz?
– “Tu no sabías como era el mundo, hijo mío. ¿Cómo lo conseguiste?”
– “…Padre, yo no sabía cómo era el mundo, pero cuando tú quitaste el papel de la revista para recortar, yo vi que del otro lado había la figura de un hombre. Cuando tú me diste el mundo para arreglarlo, yo lo intenté pero no lo conseguí. Fue entonces que me acordé del hombre, di vuelta a los recortes y empecé a arreglar el hombre, que yo sabía cómo era. Cuando conseguí arreglar el hombre, di vuelta la hoja y encontré que había arreglado el mundo…”

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