Zaplasteco, la señorial y
magnífica capital de la ancestral y enigmática Buotan se descolgaba
majestuosa y altiva a 4.500 metros de altura. Zaplasteco, la ciudad más alta
del mundo, cuyas montañas besan los cielos más azules del planeta, sin rubor,
tiene centenarias avenidas, donde las construcciones soportan estoicas el paso
mecánico del modernismo sin inmutarse, donde los monumentos a los grandes
héroes, levantados durante casi dos siglos, vigilan desde sus tronos pétreos a
sus fieles súbditos.
Aquella mañana, el sol de
agosto patrio bañaba cálidamente el magnífico edificio donde habita el Conde
Oveslamor en Zaplasteco.
Dos singulares visitantes
están en la ciudad milenaria y observan absortos la arquitectura del palacio
real. Sus altas columnas, su decorado torta de quinceañera, sus chillones
vitrales azules hacen palidecer a las viejas casas coloniales que la rodean. Uno
es un muchacho de rostro vivaz y alegre, de ojos negro azabache, vistiendo su
bien cortado traje de alpaca gris. El otro es un extraño y singular
caballero, vestido a la usanza hindú, alto y de complexión atlética. Bajo su
entallada casaca y pantalón de seda blanco se adivina un cuerpo vigoroso y
recio. Al accionar los brazos, los poderosos bíceps amenazan con romper la fina
seda y su amplio tórax se expande al ritmo de su respiración.
De la chaqueta surge
vigoroso un cuello musculado que sostiene su cabeza como estampa de un
gladiador romano; su rostro cobrizo de finas facciones cobra más lucidez
con los ojos de un azul intenso que semejaban dos límpidas aguas marinas. Aquel
rostro de asombrosa belleza varonil es coronado con un blanco turbante de seda,
en el que, al frente, brillaba una gran esmeralda que lanzaba destellos al
reflejo del inti sol.
Aquel singular caballero
completaba su indumentaria hindú con un cinturón de hebilla de oro, en el que
cuelga una daga curva con empuñadura de pedrería exótica. Aquellos dos
visitantes de la ciudad más alta del mundo son Kalimán y su pequeño amigo
Solín, quienes fueron invitados por el todopoderoso Oveslamor. Éste y Kaliman
se habían conocido en la misteriosa Nuba Oriental, en la ocasión de la entrega
del premio paladín de la justicia planetaria, de manos del amigo común Amuar
Saif El Galafi.
Kaliman y su dilecto
amigo ingresaron a un augusto salón, donde largas y multicolores banderas caían
marciales de los techos. Solín, aprovechando el silencio del lugar, preguntó en
voz baja:
-Mi señor y amigo, ¿quién vive rodeado de tanto lujo cuando en la calle
hay mucha miseria?
-Solín, mi pequeño amigo, hablas como un revolucionario que odia la
nobleza. Recuerda que donde hay una injusticia que reparar, o la emoción de una
aventura o una bella mujer, ahí estará Kalimán. Y no juzgues antes de escuchar
a un amigo.
De pronto, de una oscura
esquina, surgió Oveslamor, con el rostro bordado por arrugas, pero con los ojos
brillosos de poder. Se apresuró a estrechar las recias y musculosas manos de
Kalimán.
-Qué bueno que atendiste mi llamado. Estoy en problemas. Hay una
rebelión en curso en mi reino. El apoyo de mi pueblo está mermando. A pesar que
siempre les he dado todo, confort, cestas de panes y flores, y mi amor
infinito, votaron para que no los siga gobernando. Mis súbditos están siendo manipulados por el tenebroso Doctor No,
cuyas malas artes e intenciones se originan en una diosa esquiva llamada
Democracia. Kalimán, estoy en peligro y necesito tu ayuda. Zombis
neoliberales, que dicen defender la libertad, me rodean y abuchean donde voy.
Además, la exportación de diamantes, del que vivía mi reino, está en
decadencia, las arcas públicas están quebradas y les debo a todas las comarcas
de mí alrededor.
Kalimán escuchaba
taciturno y su bello rostro reflejaba preocupación sincera. Oveslamor
ofrecía cielo y tierra al hombre increíble. Nombraría una plaza con su nombre,
lo haría partícipe de las empresas del reino de Boutan, le ofreció ingentes
recursos y joyas raras a cambio de su ayuda para contener y eliminar a
los zombis janiwas prodemocracia.
Kalimán extrajo su
cigarrera de oro puro y, de ella, un cigarrillo turco. Solín se apresuró a
encenderlo. El humo subió serpenteante por el amplio salón. Los azules ojos
soltaron una mirada condescendiente; los poderosos músculos entraron en
posición de descanso y con voz firme Kalimán se dirigió a Oveslamor:
-Serenidad y paciencia, mucha paciencia, mi dilecto amigo y hermano,
como dicen por estas tierras.
Kalimán, que había robado
el fuego de la vida de la tierra de los muertos, escalado el monte Kilimanjaro
de espaldas y los ojos vendados, y luchado contra gigantes sapos en el fondo
del sagrado lago Kakatiti, ahora se enfrentaba a su peor desafío: luchar contra
del Doctor No. En esta ocasión debía apagar el fuego de la libertad.
¿Podrá Kalimán derrotar a
los zombis de piedra vendepatrias?, ¿será posible salvar a Oveslamor de las
garras del Doctor No?, ¿tendrá Kalimán que terminar su MBA en la Bombay
Business School para ser parte de YPFB?, ¿podrá Kalimán, con inmensos ojos
color mar y poderosa mente salvar el proceso de cambio del reino de
Boutan? No deje de sintonizar su radioemisora para un apasionante nuevo capítulo
de: Kaaaaliiiimááánn. El hombre increíble.
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