Estuvo a treinta metros del camino de la salvación, pero el
parto atrasó aún más el paso lento de la osa bandera. Tendida, con el hocico
alargado apuntando para la carretera, su cuerpo es casi imperceptible en el
paisaje desolado: un chaparral carbonizado con nada vivo a kilómetros a la
redonda.
Lo que queda de la placenta y el cordón umbilical apunta, a
15 pasos más atrás, hasta otro cuerpo, idéntico al suyo, pero mucho más
pequeño. El fuego fue más rápido que la vida, aquí en Ñembi Guasu el área
protegida más joven del país, creada apenas en mayo último, la segunda más
grande del Chaco americano: 1,2 millones de hectáreas. Fue la primera decisión
soberana trascendental de la autonomía indígena de Charagua, la casa, la última
casa de los ayoreos no contactados del Chaco boliviano, el Gran Refugio, como
indica su nombre.
Hoy es el incendio más grande del país; el único que nadie ha
atendido hasta ahora. Desde el 9 de agosto, cuando un chaqueo se descontroló a
15 kilómetros de Roboré, las llamas han devorado más de 100 kilómetros en línea
recta, 187.800 hectáreas hasta ayer, ya se ha desbordado hasta Paraguay y hacia
el Otuquis y aún nadie hace nada por apagarlo.
Es horroroso lo de los incendios.
ResponderEliminarUn abrazo.
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ResponderEliminar:'(