sábado, 22 de julio de 2017

014: Mariana

Un viernes hizo lo que nunca había hecho: me invitó a merendar en su casa.  Nunca pensé que su madre fuera tan joven, tan elegante y sobre todo tan hermosa. No supe qué decirle. No puedo describir lo que sentí cuando ella me dio la mano. Me hubiera gustado quedarme allí mirándola.
Oye ¿cómo dijiste que se llama tu mamá? Mariana. Le digo así, no le digo mamá. ¿Y tú? No, pues no, a la mía le hablo de usted; ella también les habla de usted a mis abuelos.
Pasen a merendar, dijo Mariana. Y nos sentamos. Yo frente a ella, mirándola. No sabía qué hacer: no probar bocado o devorarlo todo para halagarla. Si como, pensará que estoy hambriento; si no como, creerá que no me gusta lo que hizo. Mastica despacio, no hables con la boca llena. ¿De qué podemos conversar? Por fortuna Mariana rompe el silencio. ¿Qué te parecen? Les dicen platos voladores, sándwiches asados en este aparato. Me encantan, señora, nunca había comido nada tan delicioso. Pan, jamón, queso, tocino, mantequilla, kétchup, mayonesa, mostaza. Era todo lo contrario de lo que hacía mi madre. ¿Quieres más platos voladores? Con mucho gusto te los preparo. No, mil gracias, señora. Están riquísimos pero de verdad no se moleste.
Ella no tocó nada. Habló, me habló todo el tiempo. Jimmy callado, comiendo uno tras otro platos voladores. Mariana me preguntó: ¿A qué se dedica tu papá? ¿Cuántos hermanos tienes? ¿Son de aquí de la capital? ¿Te gusta el colegio?
Un millón de gracias, señora. Todo estuvo muy rico.
Aquí tienes tu casa. Vuelve pronto. Muchas gracias de nuevo, señora.  

De una casa próxima a la mía escuche un bolero me  llamó la atención la letra: “Por alto esté el cielo en el mundo, por hondo que sea el mar profundo”, y me dije: Voy a guardar intacto el recuerdo de este instante porque todo lo que existe ahora mismo nunca volverá a ser igual. Un día lo veré como la más remota historia. Voy a conservarlo entero porque hoy me enamoré de Mariana. ¿Qué va a pasar? No pasará nada. Es imposible que algo suceda. ¿Qué haré
¿Cambiarme de colegio para no ver a Jimmy y por tanto no ver a Mariana? ¿Buscar a una muchacha de mi edad? Lo único que puede es enamorarse en secreto, en silencio, como yo de Mariana. Enamorarse sabiendo que todo está perdido y no hay ninguna esperanza.

5 comentarios:

  1. ¡Las batallas en el desierto!
    Es de mis libros favoritos. ¿Has visto la película que hicieron? Se llama "Mariana, Mariana".

    Abrazos.

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  2. Amores de adolescentes.
    Tan común enamorarse de la madre o el padre de un amigo, como del profesor o profesora de turno. Amores que como vienen se van cuando aparecen los factibles.

    No he leído el libro pero voy a indagar.

    Besos

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  3. Nunca hay esperanza, pero nos enseñan a creer lo contrario.

    El relata, de tan bien escrito, pensé que era real, sonaba a recuerdo.

    Saludos,

    J.

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  4. Hay veces que te enamoras aún sabiendo que no hay futuro en ese amor...

    Hace pensar tu relato de hoy

    Besos

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