viernes, 29 de enero de 2021

0498: pandemia, bono y colas

 

El calor se encargó de convertirme en una especie de anticucho ahumado. Un quitasol comprado de un ambulante y un toco salvador me permitieron aliviar mis choquezuelas en la mañana infernal y mis posaderas le dijeron gracias a la vida que me dieron tanto y con un suspiro de alivio, pude sentarme. Ya, reconfortado en mi precario toco, no podía ver cómo marchaban las cosas por delante. La descomunal nalga de la culona que estaba delante de mí, no me lo permitía. Sus voluptuosas nalgas forradas en un enterizo color marrón, eran dos mundos, que me separaban de mi mundo objetivo, cuando repentinamente sentí que el mundo se me vino encima, y me di cuenta que era la culona que termino empacada en mis rodillas, porque la habían empujado.

—Perdón

Me dijo, parándose como un resorte.

—Estoy desde las 5 de la mañana, ya va a ser medio día y esta cola parece de tortuga.

“La suya parece de elefante, pero ¿se siente bien?” dije mentalmente.

Ella siguió hablando. Me dijo que se llamaba Beatriz y que no era de la tercera edad. El de la tercera edad era su abuelo, un viejecito seco que estaba bajo un árbol. En realidad no recuerdo si el abuelo era el viejito seco o era el abuelo que estaba bajo el árbol seco.

Lo que sí, pude informarme sobre las penurias que tienen que hacer la mayoría de los chicos y chicas de la tercera edad, para cobrar tan indignamente, su Bono Dignidad.

Beatriz no dejaba de hablar. Era como una motosierra con turbante rojo. Parecía un semáforo humano parlante, moviéndose con su cola, por toda la cola.

Al llegar en la madrugada, la habían marcado con el número 162. Pensó que sería la primera pero encontró en la cola a 161 personas que habían dormido desde la noche anterior. Muchas de ellas eran gente mayor.

Cuando llegué para ocupar mi lugar, acorralado por el temor del contagio y la hostilidad del clima, vi a cientos de personas que hacían tres infames colas. Pero como todo tiene un final, yo protagonice el mismo. Cuando ya pasamos de diez en diez viejucos al local de la AFP, cerca del medio día, el mundo volvió a la civilización. Todos sentados en puestos separados, las medias de seguridad correctamente señalizadas, alcohol de por medio y; ¡aire acondicionado para todos!

Cuando cantaron ¡Número 163! me levanté como quien se incorpora con los brazos gritando ¡gooool! pero, conserve mi compostura inglesa, me acerqué, intercambiando sonrisas muy francas con la funcionaria, las mismas que no las vimos al través del barbijo.

La dama que me atendió, vio mi carnet de la Renta Dignidad y me dijo que debía empezar todo el trámite de nuevo. 

—¿Y volver a hacer cola?

—¡Claro!

Me dijo con el mismo tono de Sherlock Holmes cuando dice “elemental mi querido Walson”
Entonces se escuchó un aullido de rebeldía por toda la oficina. Era yo, un papagayo convertido en mitad hiena, mitad león y el resto, como un viejo insoportable.
—¡Nooo! ¡No voy a volver a hacer eso!
Entonces la empleada me escuchó impávida, los formularios que lleve, me los rompió en mis narices, los boto a la basura, me pidió nuevamente mi credencial y engrapó en ella, una anotación.

—¡Ya está!
Quise decir algo más pero ella se adelantó y dijo
—Puede ir a cobrar. ¡El siguiente!

¿El error era del cajero del Banco que me atendió y me envío vanamente a la AFP? ¿La funcionaria? ¿si todo estaba correcto, por qué quería que empiece todo de nuevo?

Volví a mi casa.

Ya no había la cola de Beatriz, pero la cola de la indignidad, es algo cruel y maloliente.

jueves, 21 de enero de 2021

0497: “año del buey”

No ha comenzado aún, lo hará el próximo 12 de febrero. Los chinos se rigen por el calendario lunar; para recibir al año nuevo suelen hacer concurridas celebraciones en la que brillan fuegos artificiales y desfile de dragones.

Es para ellos tiempo de reuniones familiares en las que cantan esta pegajosa canción:

我不会忘记那年,因为他留给我好买东西,我给自己留了一只山羊,一头黑驴,一头白马和一个好婆婆。

Para la fecha suelen reunirse en familia, con lo cual se produce la mayor migración humana del planeta. Seguramente, este año, a causa de la pandemia, será distinto. De todas maneras, a diferencia de Occidente, las autoridades chinas toman medidas muy severas para la protección de la vida de sus ciudadanos –aunque se les vaya la vida en ello– y todo el mundo obedece, como en los tiempos de Puyi.

Pero volvamos al horóscopo. Lo primero que hay que señalar es que, si usted es nacido bajo el mismo signo del año que comienza, será un año de mala suerte.

La mala suerte se contrarresta colocándose un listón rojo durante los doce meses.

Los nacidos en este año, sin embargo, serán inteligentes, bondadosos, gente de ambiciones e ideales, con gran apego a la familia y al trabajo.

Realmente se trata del “año del buey de metal”

El componente metal es importante, porque es lo que energiza a este año, tengamos en cuenta que los bueyes son animales de trabajo, dos bueyes en una yunta tienen un poder de tracción raras veces superado, aunque se han visto casos.

Los bueyes son honestos y sinceros: nadie ha visto nunca a un buey robando o mintiendo. 

No se trata, además, de cualquier metal: es el “año del buey de oro”

Esto barrunta prosperidad, particularmente para China, que es la dueña del horóscopo, porque en el resto de la humanidad se anuncian dificultades económicas y caídas en el PIB, en el IPC, en el BID, en el BTV y hasta en el PIN, quizá el único incremento que se vislumbra es el de Telegram. Del Twitter, mejor no hablar, no vaya a ser que nos lo bloqueen.

De todos modos, no deja de ser curioso que el país que fue epicentro de la pandemia, sea el que mejor se recupera. No vamos a elaborar ninguna teoría al respecto, afirmación esta última que ya es tendenciosa.

Por otro lado, este será el año de la vacuna, denominación que viene de la vaca, que vendría a ser la esposa del buey, si este no hubiese tomado la decisión irrevocable de mantenerse soltero.

El tema suscitará polémicas y controversias (el de la vacuna, digo, no el de la soltería del buey, aunque también y cuidado si no más).

Parece que este año estará marcado por la pandemia y la posibilidad de generar eso que llaman «inmunidad de rebaño»

Ojalá que logremos la inmunidad y no terminemos convertidos en un rebaño a merced de los amos del planeta. 

En lo que toca a nosotros, las cosas serán muy parecidas al año anterior, solo que un poquito peor, como ya es tradición en las últimas dos décadas. Es decir, en la práctica, para nosotros no entrará el año del buey de oro, sino que tocará seguir con la rata. 

domingo, 17 de enero de 2021

0496: ¿existió el año 2020?

 

Para los que vivieron en una burbuja es difícil sostener la existencia de un año, cuando lo único importante fue defender la vida frente a la muerte. A nadie le importaba si era lunes o domingo. 

Un año que se pasó entre desayuno, almuerzo, cena, cama y preocupación parece un texto que describe una sociedad distópica. 

El 2020 nos deja un lodazal de incertidumbres y un mar de enseñanzas.

La pandemia dejó al descubierto la debilidad del sistema basado en el mercado.

La pandemia -mejor que un experto- demostró que, sobre todo, la salud en manos del mercado no funciona. 

El nacionalismo de los muertos se expresó a través de medir la capacidad de resistencia nacional, el objetivo parecía ser tener la menor cantidad de muertos. Un conteo macabro.

Cada país tiene su método de medición lo que hace imposible comparar. Países sin prensa ni instituciones libres suelen alterar sus estadísticas.

El método para combatir la pandemia no fue uniforme, sin embargo, hubo similitudes, probablemente Suecia fue la excepción. Al ser la irregularidad, Suecia fue el país más golpeado por el nacionalismo de los otros, se magnificaron los errores y se minimizaron los aciertos.

Pero, también hubo un nacionalismo interno, “nuestro método es el mejor”. Las críticas llegaron con la segunda ola.

El nuevo año no llega con soluciones, llega con preguntas. Y, no ha eliminado el miedo.

Creer que la vacuna es la solución es una simpleza porque no implica la eliminación del virus.

La gente tendrá que acostumbrarse a coexistir con la Covid-19 y ello implica hacer permanentes algunos de los resguardos como lavarse las manos con más frecuencia, la distancia social, evitar aglomeraciones y el barbijo cobrará ciudadanía mundial.

El miedo sigue gobernando nuestro comportamiento, no ha reculado. 

La pandemia dejó al descubierto la debilidad del sistema basado en el mercado. La pandemia -mejor que un experto- demostró que, sobre todo, la salud en manos del mercado no funciona. 

Hasta los gobiernos más ortodoxos en términos liberales tuvieron que salir a socorrer empresas y a dar protección social y económica a las víctimas de la mercadización sobre todo en los sectores de la salud y la asistencia social.  

Como siempre hay optimistas que pensaron que la pandemia iba a ser el punto de partida de un cambio radical. Más empatía, solidaridad, igualdad, etc. pero el miedo no es acelerador de cambios es freno, es conservador y reaccionario. 

Si antes el mundo se dividía entre capitalismo y comunismo hoy el mundo se divide entre “los que tienen miedo y los que tienen bronca”

Los que tiene miedo ya estaban prisioneros de su miedo antes de la pandemia, no otra cosa implica vivir rodeados de murallas, con policías privados y escuelas exclusivas. O con policías fronterizas multinacionales que actúan de guardianes de muros legales.

Los que tienen bronca tampoco son producto de la pandemia. La bronca y la furia tenía expresiones que van desde la delincuencia hasta la curiosidad de ver que hay detrás los muros, pero, el sólo hecho de pasar por encima de ellos, aunque sea por curiosidad, los convierte en delincuentes.  

La paradoja que nos dejará la pandemia es la unidad de contrarios. Los que tienen miedo y los que tienen bronca están dispuestos a perder su libertad por un gramo de salud y algunos centímetros de vida, por eso me temo que voten en las próximas elecciones por soluciones autoritarias y dictatoriales.

El periodismo profesional, es el que nos permitirá el debate para abrir el diafragma cerebral apuntando los peligros de las soluciones autoritarias y antidemocráticas.

Y… para cumplir con la tradición: ¡Feliz año nuevo!

miércoles, 6 de enero de 2021

0495: carcajéate

– ¿Quién inventó los preservativos?
– Los Reyes Magos.
– No puede ser…
– Sí, mi papá me dijo que los Reyes llegaron con dádivas, regalos y con dones.

 

– ¿Qué es una solterona?
– Una mujer que ha pasado muchas Navidades pero ninguna Nochebuena.

 

– El tipo era tan, pero tan viejo que lo llamaban Árbol de Navidad.
– ¿Por qué?
– Porque tenía las bolas de adorno.

 

Dos niños hablando de lo que has aprendido en la clase de religión.

– Oye, ¿y tú que piensas de ese tal Satanás?

– Psche, acuérdate de lo que paso con los Reyes Magos o con el Ratoncito Pérez, seguro que Satanás también son los padres.

 

Un niño les escribe a los Reyes Magos una carta, y les pide 3.000 pelas para comprarse unos zapatos en invierno. En la oficina de correos no saben qué hacer con la carta, así que la abren, la leen, y se quedan tan enternecidos que hacen una colecta y le mandan al niño otra carta con 1.000 pelas.
Al cabo de unos días, reciben otra carta para los reyes magos, que dice: “Queridos Reyes Magos, muchas gracias por el dinero. Pero la próxima vez no lo mandéis por correo, porque algún cartero hijo de puta se ha quedado con 2.000”.


Mama, si Dios nos da de comer, la cigüeña trae a los niños de Paris, y Santa Claus y los Reyes Magos nos traen los regalos… Me quieres decir entonces ¿para qué sirve mi padre?

 

– Oye, ¿y tú que le vas a pedir a los Reyes Magos?

– Un tren eléctrico, un coche de juguete…. ¿Y tú?

– Un tampón.

- ¿Y eso qué es?

– Pues no lo sé exactamente, pero tiene que ser alucinante, mi hermana dice que puedes correr, nadar, saltar, caerte… y no pasa nada.