- Sí, fui muy propenso al suicidio…
Sobre todo de muchacho.
- Yo, hace un tiempo, me había puesto un
plazo. Me dije: bueno, vamos a esperar setenta días. Si mientras tanto no
sucede nada y no cambia esta situación, voy a suicidarme. Y si sucede algo,
mejor todavía. De todas maneras, el que va a suicidarse se siente un héroe, se
siente fuerte.
- Claro, va a liquidar el Universo. (…)
- (…) Estábamos conversando con
Macedonio Fernández, que explicaba que el alma es inmortal, mientras tocaban en
la pieza de al lado una estupidez que me parece que se llama La Cumparsita.
Entonces le dije a Macedonio, ¿qué te parece si nos suicidamos para librarnos
de esa música tan pobre? (…) Y le conté esa escena a Xul Solar, que era muy
escéptico, y me dijo, seriamente: Sí, pero no se suicidaron. Entonces le
respondí, siguiendo la broma: No sé si nos suicidamos. No me acuerdo.
Hay una historia que me contaron, parece
que ocurrió en un café de la calle Bolívar, en el barrio de Monserrat. Allí
iban todos los malevos. En el mostrador estaba un individuo que decía que tenía
una mujer que lo engañaba, que él estaba muy solo y que pensaba matarse. Otro
que lo escuchaba, dijo: Mirá, cuando uno habla tanto de suicidio no lo hace.
Suicidarse es mucho más fácil. Entonces sacó su revólver y se pegó un tiro. No
sé si es cierto, pero pienso que el hombre del revólver tenía realmente que
suicidarse.
- Si no se mataba era un payaso. Desde
el momento en que sacó el revólver sabía que no le quedaba otra alternativa que
la muerte. (…) Siempre pensé que a un celoso le quedan dos recursos y solo dos:
comprarse un revólver o ser Shakespeare. (…)
- Recuerdo el caso del escritor japonés
que se hizo el harakiri delante de todo el mundo. Me pareció bien. Fue capaz de
morir como el último samurái.
- Me parece demasiado espectacular para
ser elogiable. Y también un acto de arrogancia. Le advierto, Borges, que no
hablo por creerme mejor. Por el contrario, pensé en el suicidio muchas veces en
mi vida.
- Yo también. Hace setenta y cinco años
que vengo suicidándome. Tengo más experiencia que usted, Sábato.
- (sonriendo): Con muy poca eficacia,
por lo que se ve.
- Sí, pero con mucha vocación,
realmente.