Soy la millonésimabuela
de tu millonésimabuela eón, en suma, abuela de la humanidad. Te escribo porque
sé que crees en los muertos vivos. Te cuento que hace seis millones de
años, yo tuve dos hijas en África Oriental: Una se convirtió en el ancestro de
los chimpancés y la otra en tu abuela (homo sapiens). Las tataranietas y
tataranietos de esta mi hija evolucionaron de manera increíble.
A tal punto que hace
70.000 años experimentaron una revolución cognoscitiva y comenzaron a
migrar hacia Oriente Próximo. De ahí, unos fueron a Europa y otros, a Asia.
Hace 16.000 años, un grupo, que había peregrinado a la Siberia (Asia)
pasó el estrecho de Bering y llegó a América (Abya Yala).
Los hijos de ese grupo
tardaron 4.000 años en recorrer de Norteamérica a Sudamérica, lo que quiere
decir que hace 12.000 años, una parte de ellos llegó a lo que hoy es Bolivia,
donde se multiplicaron durante miles de años recolectando frutos y cazando mamuts,
tigres dientes de sable, toxodontes, armadillos gigantes, mylodontes.
Caminaban en grupos y
vivían en cavernas. Un día podían estar en un valle y al otro en una tierra más
alta. Iban a donde les llevaba la necesidad biológica y el tiempo. Éstos
dejaron vestigios en Viscachani. Posteriormente, unos se dedicaron a la caza y
otros, a la pesca en los lagos (Urus y Chipayas). Hasta que un día,
domesticaron la quinua y el maíz y comenzaron a sembrar. A ese momento ustedes
lo llaman revolución agrícola.
Después domesticaron
llamas, alpacas, vicuñas, guanacos y comenzaron a criarlos en corrales. Y como
cada año tenían que sembrar, construyeron sus casas en un solo lugar. En ese
tiempo, aprendieron a tejer para no vestir solamente pieles y cueros; afinaron
su motricidad en las manos y fabricaron vasijas, utensilios de cocina y objetos
ceremoniales de barro.
Por el año 1200 antes de
Cristo, mis descendientes Wankarani y Chiripa sucumbieron ante otro grupo de
mis descendientes: los Tiwanaku. Ambos nacieron de mi vientre, pero
desarrollaron usos, costumbres y creencias diferentes y lo llamaron
cultura.
Como nada es eterno en la
vida, Tiwanaku desapareció y se asentaron los umasuyus, aullagas, lupacas,
hatuncollas, ayaviris, canchis, carangas, charcas, chichas, lari-laris,
pacajes, quillacas, que también llevan mis genes.
Éstos fueron conquistados
por los Incas, que también son mis nietos, aunque ellos se creían hijos del
Sol. Esa creencia me causó un dolor inmenso.
Pero la vida da vueltas
como la tierra alrededor del sol. ¿Recuerdas que uno de los tataranietos de mis
tataranietos se fue a Europa? Decenas de los descendientes de éste llegaron en
1492 a América, en barcos.
Cuarenta años después, en
1532, Francisco Pizarro y 168 de mis otros descendientes tomaron el Imperio
inca. Si tanto te resiente esta conquista, pues, debes saber que los
decimoabuelos de estos conquistadores también sufrieron conquistas
atroces.
Déjame contarte un
poquito. El español Pizarro desciende como vos de un pueblo indígena: los
tartesos (llegarían a ser los Viscachani de España). También desciende de
iberos y celtas. Es más, sus antepasados se mezclaron con fenicios, griegos,
cartagineses, que también llegan a ser mis nietos.
El año 218 antes de
Cristo, los romanos conquistaron España y se quedaron ¡siete siglos! Años
después, los pueblos germánicos, denominados vándalos, suevos, alanos y
visigodos, invadieron la península. Terminaron con Roma y reinaron ¡300
años! Te reitero, nada es eterno. Los árabes aniquilaron a los visigodos
en el año 711 y se quedaron en España ¡700 años!
En conclusión, Pizarro
llegó con sangre de tarteso, ibero, celta, fenicio, romano, visigodo, árabe y
tuvo dos hijos con Quispe Sisa, hermana de Atahuallpa, que tenía sangre
viscachani, urus, chipaya, wankarani, tiwanaku, inca, charcas.
Pero Pizarro y Quispe
tenían mis genes. De esa milenaria mezcla naciste tú en el Norte de
Potosí.
Nieto querido, espero que
haya sido claro mi relato y que a partir de ahora borres de tu cerebro tu
lenguaje racista: q’aras y t’aras; y no envenenes a tus hermanos. No hay razas,
todos son hijos e hijas mías, nacieron de mi vientre hace seis millones de
años.
¡Ah! ¿Por qué tu color de
piel es diferente a otros de tu especie? Imagino que esto estudiaste en el
colegio. Si te sientes inferior al otro, no es culpa del otro, sino de vos, de
complejos que tendrías que haberlos superado en 14 años de “proceso de cambio”.
Si tienes otra duda más,
quechuapí parlamusqayqui.
Firmado, Abuela de la
humanidad.