sábado, 19 de octubre de 2024

0894: Para todos los que gustan …. de "El Principito"

 A que no sabían que "La Rosa" no era solo un personaje cualquiera? Este personaje resulta ser la salvadoreña Consuelo Suncín, esposa de Antoine de Saint Exupery, mujer controversial considerada por algunos una mujer adelantada a su época y para otros, una mujer con vocación "puteril" (así dicen los libros).

Hija de un General dueño de fincas cafetaleras, a los 18 años consigue una beca y se va a Estados Unidos a estudiar inglés; esto dice mucho de ella, ya que salir de su casa en esa época era algo muy mal visto. Se casa con un militar mexicano, aunque después se supo que solo era un vendedor de pinturas caseras.

Consuelo decide divorciarse meses antes de que su esposo muriera en un accidente de ferrocarril.

Viuda y con ganas de comerse al mundo, llega a México con una carta de recomendación y solicita entrevistarse con José Vasconcelos, si, el mismo que dijo “por mi raza hablará el espíritu”; este personaje la hace esperar por dos horas y cuando al fin la recibe, le dice: “una mujer bonita, joven y viuda no necesita trabajar, puede ganarse la vida con sus encantos”.

Consuelo insiste en una segunda entrevista y aunque Vasconcelos no le da el empleo, le ayuda para estudiar Derecho, se enamora de ella y tienen un romance de esos con notas de mil colores.

La lleva a París y conoce al prosista guatemalteco Enrique Gómez Carrillo, quien en su tiempo era considerado el más exitoso escritor latinoamericano. Consuelo lo abandona y se casa con Gómez Carrillo.

Despechado, Vasconcelos le dedica varias páginas en sus memorias y dice que el romance con el príncipe de los cronistas es debido a la vocación "puteril" de su amada.

Vuelve a quedar viuda pero ahora con mucho dinero, así que bonita, joven, viuda y con mucho dinero, viaja a Buenos Aires a liquidar las propiedades de su difunto marido y ahí conoce a Antoine de Saint Exúpery. Lo de ellos fue amor a primera vista, él la invita a volar y ahí suceden una serie de incidentes pero Consuelo mantiene a raya a Antoine (Creo que ella me ha domesticado, dice Saint Exúpery. ¿Les suena?).

Se casan en contra de la voluntad de la familia del escritor ya que era odiada por la sociedad francesa por el hecho de ser extranjera, "venida de quien sabe dónde”. En realidad no le perdonaban que una mujer viuda y de origen indígena se ganara el corazón del escritor más famoso de Francia. La familia Saint Exúpery era terriblemente antisemita y para ellos ese matrimonio era peor aún que casarse con una judía. La única defensora de Consuelo fue su suegra y según sus propias palabras: “si su hijo la amaba, ella la amaba”.

Consuelo y Antoine vivieron 13 años de matrimonio intenso, él con sus frecuentes viajes, el gusto por la vida bohemia y sus múltiples infidelidades (“Vete a ver las rosas, que así comprenderás que la tuya es única en el mundo”. ¿Les vuelve a sonar?).

Según palabras de ella, ser la esposa de un piloto fue un suplicio, pero serlo de un escritor, fue un verdadero martirio. A pesar de sus peleas siempre estaban al pendiente uno del otro, ella era asmática como "La Rosa" (que tosía) y el Principito la tenía en un capelo para que no le pasara nada.

La sociedad francesa trató de no relacionar su nombre con el escritor y le propinaron tremendos desaires, y fue hasta hace pocos años que reconocieron que sin su influencia, El Principito no habría sido escrito.


sábado, 12 de octubre de 2024

0893: en el burdel

 La dueña de un burdel le dice a una de sus chicas: 

_"Anda a las habitaciones 1 y 2 y coloca una muñeca inflable en cada cama... estos dos viejos están tan borrachos que no van a notar la diferencia

La muchacha cumple la orden, los dos viejitos van a sus respectivas habitaciones y le hacen el amor a las muñecas 

De vuelta a sus casas, uno de los viejos dice:

_Creo que la mujer que estaba conmigo estaba muerta, 

_¿Muerta?  ¿Porqué piensas eso?

_ Es que no se movió ni habló mientras le hacía el amor

_Pudo hacer sido peor, yo creo que la mía era bruja.

_¿Bruja? ¿Porqué lo dices? 

_Bueno... lo que pasó es que mientras estaba en los preliminares le dí una mordita en el culo y la hija de su madre me tiró un pedo en la cara, salió volando por la ventana y se llevo mis dientes.


martes, 8 de octubre de 2024

0892: enseñanza perruna

 “Pregunta: ¿Por qué los perros viven menos que la gente?. Aquí está la respuesta:

Como veterinario, me llamaron para examinar a un perro de 13 años llamado Batuta.

La familia esperaba un milagro.

Examiné a Batuta y descubrí que estaba muriendo de cáncer y que no podía hacer nada...

Batuta estaba rodeado por su familia.

El niño Pedro parecía tan tranquilo, acariciando al perro por última vez, y me preguntaba si entendía lo que estaba pasando. En pocos minutos, Batuta cayó pacíficamente en un sueño para no despertar nunca más.

El niño parecía aceptarlo sin dificultad.

Oí a la mamá preguntándose ;- Por qué la vida de los perros es más corta que la de los seres humanos?

Pedro dijo: ′′ Sé por qué."

La explicación del niño cambió mi forma de ver la vida.

Él dijo :-" La gente viene al mundo para aprender a vivir una buena vida, como amar a los demás todo el tiempo y ser buena persona, eh?! Como los perros ya nacen sabiendo hacer todo esto, no tienen que vivir por tanto tiempo como nosotros." Entendido?

La moraleja de la historia:

Si un perro fuera tu maestro, aprenderías cosas como:

* Cuando tus seres queridos lleguen a casa, siempre corre para saludarlos.

* Nunca dejes pasar la oportunidad para salir a pasear.

* Permite que la experiencia del aire fresco y del viento en tu cara sea de puro éxtasis!

* Toma siestas, descansa.

* Estírate bien antes de levantarte.

* Corre, salta y juega diariamente.

* Evita ′′ morder ′′ cuando con solo un gruñido sería suficiente.

* En un clima muy caliente, bebe mucha agua y acuéstate bajo la sombra de un árbol frondoso.

* Cuando estés feliz, baila moviendo todo tu cuerpo.

* Disfruta de las cosas simples, de una larga caminata.

* Sé fiel.

* Nunca pretendas ser algo que no eres. Se auténtico!

* Si lo que quieres, está ′′enterrado ", búscalo, persiste hasta encontrarlo.

* Y nunca olvides:

Cuando alguien esté teniendo un mal día, quédate en silencio, siéntate cerca y suavemente hazlo sentir que estás allí


jueves, 3 de octubre de 2024

0891: Zapatillas Izquierdas

 -Son 35 pesos, señora.

 La mano hinchada de la doña deja escapar, con ruidos desordenados y de distintas calidades, unas cuantas monedas que bailotean por mi mostrador. Una monedita de cobre, roñosa y mugrienta, rueda en semicírculo y cae sobre mi zapato.

 - Gracias, Walter.- dice la señora-. Ya tengo suela al menos hasta que entre el otoño.

 Sonríe, y su sonrisa provoca en mí un vacío en la boca del estómago, como una catarata violentamente vuelta del revés, como un vómito imprevisto. Como asco.

 - No es nada - digo-. ¿Cómo andan por casa? ¿Y su hermana?

Y sí, su hermana está bien, ya sabemos que los años no pasan en balde, que los huesos son frágiles y las venas se hacen viejas y duras y la sangre se queda quieta a veces donde no debe, duelen las piernas, los ojos se cansan, la espalda se hace insoportable y ya no puede coser como antes. Pero está bien. Gracias, hijo.

 - Y mañana te traigo dos zapatillas viejas de andar por casa. De ella. Sobre las doce.

 La señora se va, veo cómo traspasa el umbral de mi zapatería, cómo baja el escalón con el esfuerzo y la respiración de un animal asmático y enorme, salgo del mostrador, me apoyo en el vano de mi puerta y me quedo viendo cómo camina con precaución por esta calle, descuidada y rota, en este país y en estos años de desesperanza y caída que nos ha tocado vivir. En la boca del estómago siento de nuevo esa electricidad y, no sé por qué, aparece en mi cabeza la imagen de una valla abierta a una oscuridad sólida, física, morbosa, una valla de maderos viejos que se suelta se cae se derrumba

A veces despierto en la noche: de repente, sudoroso, angustiado.

Suena una campanita de hojalata al entreabrirse la puerta demi zapatería. La doña sube el escalón con gran dificultad En la mano lleva una bolsa de plástico y sé que dentro están las dos zapatillas viejas de su hermana, envueltas en papel de periódico.

 - Buen día, Walter.- ¡Ay! ¡Mis rodillas! Bué, yo digo siempre que la edad no perdona, pero que hay que dar gracias a Dios de seguir acá y poderla contar, ¿no creés?

 - Claro, señora.

 - Mi´hijo- empieza mientras mete mano en la bolsa y saca el paquete- ¿cuántos años hace que estás acá? Porque sos ya el zapaterito de nuestra vida- y sonríe, no deja de sonreír. Las ancianas de este barrio suelen comenzar así las conversaciones y las confidencias.

- ¿En esta calle? Veinte años. Era un gurí cuando entré a trabajar con Don Antonio.

 - Y ya era viejo entonces este taller.- añade-. Cómo me acuerdo de aquellos años. De cuando don Antonio se estableció en el barrio. Había tanta luz, tanto optimismo. Nos iba tan bien. . . Acá, en Montevideo, se levantaban las casas nuevas, relucientes, de fábrica todo. Ni una raíz salía de entre las baldosas de la vereda; los árboles entraban en los patios de los colegios por arriba, con sus hojas suaves y luminosas. Las maestras, jóvenes, frescas, sonreíamos a los nenes y todos entraban, batas blancas y moñas azules, y traían también esa luz de la mañana, la luz de septiembre recién comenzado..

En el año cincuenta, ganamos a Brasil en Maracaná. ¡Uruguay ganó al anfitrión, el mismísimo Brasil!¡El colmo del éxito! Faltaban once minutos, había empate y a Brasil le bastaba para proclamarse campeón. Más de doscientas mil  almas festejaban al borde del delirio. Pero entonces, en el 79, Pérez combina en tú a tú con Gigghia, que se zafa de Bigode y cruza la pelota de modo que el arquero Barboza solo puede recogerla del fondo de la red. ¡Gol de Uruguay!

¡Campeones del Mundo! En Brasil fueron días de luto nacional. Y aún nos dura el Maracanazo. En la barra larguísima del Sorocabana se sirvieron al día siguiente veinte mil pocillos1 de café. Era la ciudad de las tertulias, los poetas, la interminable rambla. Mi hermana abrió la academia de costura más grande de todo el país. Todos parecíamos subidos en el mejor dodge... – sus ojos se pierden atrás, en el fondo de la zapatería. Súbitamente recoge el hilo invisible de su mirada, sonríe y me mira con los ojos levemente húmedos. -Aprendiste a arreglar zapatos casi en las rodillas de don Antonio, ¿te acuerdas?

 - Sí, señora. En sus rodillas.

Las zapatillas de la hermana tienen fácil compostura. No es más que quitar la suela agujereada y pegarle la nueva. Tengo la goma precisa. Podrán aguantar medio año más.

Queda una hora para cerrar. Hace ya un rato que terminé los encargos: me va bien de hace unos años para acá, pienso: la gente no tiene plata para comprar calzado nuevo, así que lo mandan a arreglar. Todas las crisis tienen sus beneficiarios, aunque yo sólo soy un zapatero. Ya tuve que pelearla cuando todo era estreno y lucimiento. Luego, después de los milicos, nada mejoró; al contrario, cada vez más pobres, más perdidos, más sin esperanza. He quemado mi juventud tras este mostrador. Y aún soy joven, pero me siento tan doblado, tan vencido. . . Podría irme a España, no me iría mal. Pero ¿adónde voy solo?. Y don Antonio me lo dijo: “Yo te he enseñado el oficio, todo lo que sé; ahora tu vida es ésta, y no otra.” ¡Cuánta razón tenía! No sé hacer nada más; de qué, si no, podría vivir. . .

 Bajo el mostrador ha quedado el papel de prensa que envolvía las zapatillas de la señora Susana. Hay una nota que ocupa la mitad de una página, la derecha. Dice: “Las autoridades, tras el rastro del asesino”. Leo. “Cuatro ancianas han sido degolladas en el último mes”. El tipo las forzó, debió de arrojarlas al suelo sin dificultad, probablemente en su propia cocina, y las pateó sin piedad, sin cuidado, como se patea un saco de harina, y después de matarlas o casi, las violó, a ellas o a sus cuerpos inermes. ¡Chau! No sé que puede pasar por la cabeza de un tipo así, qué horror. No hay huellas, no hay pistas, solo la idea de que ellas debían conocerlo porque no hay puertas ni ventanas forzadas. Sí había, siempre, un gran revoltijo de ropas, de trapos, de calzado. En todos los casos hallaron el ejemplar derecho de cada par de zapatillas. 

La nota me quita las ganas de todo. Voy a quitarme los guantes, voy a lavarme las manos, voy a irme a casa. Voy a dormirme. Si me deja este ahogo imprevisto que me sube de las tripas últimamente, este impulso eléctrico, como un asco. . . ¡¿Seré un zapatero estresado?! ¡Ja! Mañana voy al doctor.

Hace un par de días que no veo pasar a la señora. Mejor, porque solo ahora puedo ponerme con su arreglo. (Primero, despega la suela vieja, Walter, la del agujero, del cuerpo de la zapatilla...¿Lo ves? Muy bien...) Quizás esté enferma. A estas edades, si no es una cosa es otra. O su hermana. La tensión, la circulación, la artrosis, quién sabe. (...Ahora ponés cemento21, un poco, el suficiente, tanto en la plantilla como en la suela nueva, lo repartes bien, ¿ta?...) El caso es que yo tampoco me encuentro bien últimamente. Estoy nervioso, con esa angustia que se me agarra al estómago como una tarántula. Sí, eso, la siento como (...y lo dejas secar al aire hasta que adquiera este tono mate que ves acá, ¿ta?...) si fuera un puño que se me cierra de repente en las tripas. . . Y esos sueños tan extraños... El de la otra noche tuvo que ver con la nota del periódico. No hay otra explicación. Pero me preocupan más los despistes, tanto absurdo olvido Fruto de los nervios, seguro, pero hace un mes que voy (y, finalmente, pegas ambas partes y martilleas un poco para que estén fuertemente unidos, ¿ta? Como vos y yo, pequeño aprendiz, como vos y...) extraviando zapatos, zapatillas, ojotas2 ,tengo paressueltos por ahí. . . Por ejemplo, he encontrado una pantufla izquierda del 37, de pana beige, con una flor cosida en el empeine. El caso es que no recuerdo haber tomado el encargo. . . Será de doña Susana.  Tengo últimamente mucho quilombo…(...yo, pequeño Walter. Anda, vení...)

Mañana voy a la Sociedad y veo al doctor.

  El doctor dice que tengo nervios. Que hay épocas, es normal. Dice que lo mejor es dejar un poco el trabajo, que contrate a un mozo y salga a buscar mujeres. Diversión, distracción.. Es verdad que paso todo el día en la zapatería.

También es cierto que me muero de timidez cuando alguna mina hermosa llega con un zapato en la mano y el taco en la otra. No sabría muy bien qué decir si en un boliche se acercara alguna y me invitara a bailar. Prefiero quedarme en casa, con el mate y pasta frola, escuchando la radio. Como bien aprendí de don Antonio, el mundo es un desierto inhóspito de traidores y alimañas; las mujeres, las peores de todas. Pero esta zapatería será siempre mi casa. Me dijo: “Recuérdalo.”

 Últimas noticias recoge el asesinato brutal de una anciana. Se trata de doña Susana, la maestra, la que no vino a recoger las zapatillas de su hermana. Abrió la puerta al criminal (había dos cafés helados sobre la mesa del salón), todo revuelto, ropa, calzado, su cuerpo cosido a machetazos. No hay huellas, ni un solo despiste. Tan solo que encontraron una pantufla derecha, beige, de pana, con el empeine descosido, como si tuviera arrancada una flor, o un osito, o una S.

 Igual debería haberla traído a arreglar.

 Pobre doña Susana.

La nota dice: “Las autoridades locales están seriamente preocupadas: en la última semana, son cinco las ancianas brutalmente asesinadas.” Sin embargo, a mí hay algo que me distrae, me inquieta hasta un profundo escalofrío: ¿Por qué despierto por las mañanas con los zapatos puestos?

Por Julián Manuel Vicente


lunes, 30 de septiembre de 2024

0890: ¿Debe España pedir perdón a México por la Conquista?

¿Hernán Cortés fue un genocida o un libertador? ¿Moctezuma era un tirano temible o un papanatas tontorrón? ¿Malinche traicionó o se enamoró? Y la Conquista de América, ¿fue una masacre o una labor civilizadora? En definitiva, ¿debe España pedir perdón a México o México debería incluso darle las gracias a España?

Cualquiera de estas preguntas, sin embargo, hace que la mayoría de los historiadores encanezcan y suelten un hondo suspiro. hemos ha hablado con uno de ellos, Manuel Burón Díaz, profesor de Historia de América en la Universidad Autónoma de Madrid, para que nos explique por qué.


Pregunta: ¿Cuál es su opinión sobre esta controversia?

Respuesta: No es algo nuevo. Casi es algo ya recurrente, como una tradición a un lado y otro del charco. Esto remite al inicio del sexenio de López Obrador, cuando envía dos cartas, una al Papa, nada menos y otra al Rey. Y ahora con la toma de posesión de Claudia Sheinbaum, pues se repite lo mismo. Es una polémica mediática, pero yo diría que no llega ni a conflicto diplomático. Es una polémica que Andrés Manuel López Obrador o Claudia Sheinbaum realizan principalmente de cara a la política interior de su país. Es una declaración de intereses para su electorado, para sus ciudadanos.

Yo creo que aquí los españoles y los europeos tenemos poco que decir. Porque intuyo que López Obrador y Claudia Sheinbaum saben ni el Papa Francisco les va a enviar el Código Florentino, como han solicitado, ni que el rey Felipe VI puede pedir perdón, porque el rey es jefe del Estado y no tiene poder ejecutivo y no puede contestar una carta sin el permiso... O sea, tendría que contestarla el Gobierno. Todo eso seguramente lo sepa el Gobierno mexicano y le da igual, porque es una polémica de puertas para adentro. Yo creo que el Gobierno español reacciona bien. Reacciona bien en 2019, obviando el asunto, y ha reaccionado bien ahora. Es una polémica que en el Gobierno mexicano interesa, que calculan que va a tener difusión, pero lo que tenemos que preguntarnos es, ¿por qué nos resulta polémico? Cuando esto sucede, no tenemos que mirar al pasado, tenemos que mirar al presente. No es una cuestión histórica. Es una cuestión política.


“El mesías tropical”

Pregunta: ¿Por qué el Gobierno de México ha revivido ahora la polémica?

Respuesta: López Obrador es un político que llega al poder despertando una gran expectativa y prometiendo muchas cosas, y casi con la cualidad de no suponer una legislatura más, sino un antes y un después en la historia mexicana. El historiador Enrique Krauze, en un famoso artículo, lo llama “el Mesías tropical”. Su Gobierno es “la Cuarta Transformación”: después de la Independencia, Benito Juárez y la Revolución, él es la Cuarta Transformación, y se supone que la definitiva, ¿no? Es tanta la esperanza, porque es toda una “transformación de un país”, que tiene que legitimarlo históricamente. Y entonces, no le vale ya el relato nacional del PRI, ni del PAN, por supuesto, ni el clásico, tiene que darle una vuelta más.


Pregunta: Alberto Núñez Feijóo ha replicado diciendo que le enviaría a Sheinbaum el libro ‘Nada por lo que pedir perdón’, de Marcelo Gullo, que defiende el legado español en América. ¿De verdad no hay nada por lo que pedir perdón? Y sobre todo, ¿quién sería ese “nosotros” que tendría que disculparse?

Respuesta: Primero habría que ver si pedir perdón sirve de algo. Yo creo que sí. Todo tratado de paz, toda conciliación, implica un perdón. El perdón es fundamental en política. Pero el problema, en efecto, es la cuestión temporal y el sujeto histórico, que es muy difícil de identificar. Yo digo que no nos dejemos arrastrar por el uso político de la Historia, que no nos impongan esta agenda de ‘pedir perdón o no’. Es una cuestión ideológica o política del Gobierno mexicano.

Pero también estoy completamente en contra de lo que sucede en muchos medios españoles, que es contraatacar con lo mismo. En la carta que AMLO le envía a Felipe VI, viene todo un memorial de agravios: desde Cortés hasta las intervenciones del siglo XIX de España en México. Y claro, lo que hace la prensa española es decir: ‘Claro, pero los mexicanos también hicieron esto o aquello’. Por ejemplo, que Miguel Hidalgo pasó a cuchillo a muchos españoles. Y los españoles contestan: ‘Es verdad que los españoles matamos, pero también trajimos las universidades...’ Entonces se convierte en una balanza, a ver qué domina más, si los agravios o las virtudes. Eso no tiene nada que ver con la Historia. Eso es totalmente rechazable.


España no conquistó México”

Pregunta: En un artículo, usted ha escrito que “ni la Monarquía Católica era España, ni España conquistó México, y este último país tiene poco o nada que ver con la antigua Triple Alianza o con México Tenochtitlán”. Con la interpretación que hacemos de la Historia desde el presente, ¿acabamos tergiversándola por completo?

Respuesta: Bueno, la Historia sólo se puede hacer desde el presente. Nosotros pensamos la Historia actualmente desde las categorías del presente, y nos cuesta mucho salir de nuestro ecosistema mental, de nuestro mobiliario mental. Y dentro de ese mobiliario, el Estado-nación, definido, sólido, social, transhistórico, podríamos decir, lo tenemos metido completamente. Entonces, hacemos una analogía entre la España actual y la monarquía católica, que no tiene nada que ver. En el pasado era una lógica corporativa, patrimonial, de raigambre religiosa, donde lo que importaba era más el patrimonio de la monarquía, que sustentaba territorios muy diferentes y se parecía más a una confederación que a otra cosa, y que incluía Nápoles, Sicilia, Nueva España y Filipinas.

Todo eso deriva en los Estados-nación modernos, que se diferencian de otras formas políticas en que necesitan legitimidad histórica. Y España, el Estado-nación que surge en el siglo XIX, no antes, decide declararse heredero de la antigua monarquía católica. ¿Es lo mismo? Hombre, tiene puntos en común, obviamente, pero en realidad no tiene nada que ver. Son unidades políticas diferentes, son lógicas políticas diferentes. Y eso lo hacen todos los países, no solo España. ¿Qué tiene que ver Egipto con las antiguas pirámides, qué tiene que ver la actual Grecia con la Atenas de Pericles? Y podría seguir y seguir. Todas las naciones tienen sus mitos de origen. Es una frase de un historiador que se llama Tomás Pérez Vejo: elegimos a nuestros antepasados.

Y en un momento dado, cuando se construye el Estado-nación mexicano, deciden declararse herederos de los ‘mexicas’, no de los mayas, ni de los mixtecos, ni de los mixes ni de los chinantecos. Y por supuesto, se definen en contra de lo español. Lo cual tiene cierto sentido, porque había una guerra de independencia contra Fernando VII. Hay unos que deciden dejar de llamarse españoles, que son los mexicanos, y otros que deciden seguir llamándose españoles, que son los españoles. Pero españoles, como dice la Constitución de Cádiz, había a un lado y a otro del Atlántico. Claro, explicar todo esto... Si yo soy un político, ya está todo el mundo dormido. Pero es que así es la Historia: tenemos que aproximarnos a lo que había entonces, no a lo que tenemos ahora.


“Una falsa dicotomía”

Pregunta: ¿Por qué sigue causando tanta controversia la Conquista de América, que sucedió hace 500 años?

Respuesta: Lo curioso es que la Conquista de América ha tenido muy mala fama siempre. Tú lees a Lope de Vega, lees a Cervantes, y consideraban a los conquistadores con cierto desprecio, que tenía que ver con que era gente generalmente del pueblo llano, hidalgos, que se habían ido a hacerse ricos... Esa visión se mantiene hasta el siglo XIX, cuando se crean precisamente todos los mitos nacionalistas, todas las estatuas...

Lo que quiero decir es que el relato de la Conquista se ha ido construyendo con el tiempo. Hay relatos del XVI y del XVII donde los indígenas cuentan cómo ellos ayudaron a Hernán Cortés. Hay relatos del XVIII donde los mexicanos empiezan a darse protagonismo, y en el XIX es la historia romántica, sobre todo desde Estados Unidos con William Prescott, que habla de Cortés y Malinche. Y el último despliegue, sin que los otros hayan dejado de estar activos, es que la Conquista es un genocidio. Es una de las preguntas que nos hacen siempre a los americanistas. Nos llaman cada 11 de octubre y nos dicen: la Conquista, ¿fue un acto civilizatorio o un genocidio?


Pregunta: ¿Y qué responde usted?

Respuesta: Rechazo la pregunta. ¿Genocidio? ¿Acto civilizatorio? Ninguno. Primero, porque son categorías muy nuestras. Estás haciendo una analogía interesada entre el holocausto nazi y la conquista de México o la conquista de Perú. Genocidio es un delito que se crea después del juicio de Nuremberg, y desde entonces es sinónimo del mayor delito de la historia de la humanidad, que es intentar acabar con una etnia, un pueblo, una raza entera. Bueno, si Cortés fue un genocida, también lo fue Enrique VIII, o Carlos V, o Mehmed II [ex sultán otomano]. Y así podríamos seguir. Creo que la cuestión es el uso político de la Historia. Más que revisionismo, lo llamaría uso político de la Historia.

De todos modos, siempre que me preguntan esto, respondo con una frase de un historiador británico, que además es sir, o sea que tengo bien cubiertas las espaldas, que se llama John Elliot, fallecido recientemente. Dice: “No hay ninguna duda de las atrocidades cometidas por los españoles en la Conquista”. Están en las fuentes españolas, están en las fuentes indígenas y están en las fuentes extranjeras. En esto, dice John Elliot, no se diferencia ni mucho ni poco con otras conquistas que ha habido antes, durante y sobre todo después. Pero en lo que sí se diferencia, lo que sí tiene de especial son personajes como Bartolomé de las Casas, como la propia polémica que ya hubo en su época acerca de la Conquista. AMLO rechaza la conquista, pero es que los españoles del XVI también. Y terminaba diciendo John Elliot: “Es muy difícil encontrar un Bartolomé de las Casas británico”.

Estas disyuntivas, estas subordinadas, son tan poco impactantes para un nivel de medios de comunicación, de Twitter, de AMLO, de Feijóo, de Sánchez, me da igual, que no hay tiempo para explicarlas. Entonces, ¿genocidio o labor civilizatoria? Ninguna. Es una falsa dicotomía.


Pregunta: ¿Uno de los problemas es la manera en que estudiamos la Historia?

Respuesta: Es un tema muy complejo, porque los profesores tenemos que dar un currículum, y este es limitado. Muchos responderán que hay que enseñar Historia crítica. Y es verdad, hay que enseñar a los alumnos, y no solo a los alumnos, diría a los ciudadanos mexicanos y españoles, a estudiar Historia “en defensa propia”. Porque siempre va a venir un AMLO, un Pedro Sánchez o un Feijóo que van a intentar utilizar la Historia y dar una versión interesada. Para los líderes, la Historia es un recurso muy preciado. Excavan en ella como los conquistadores en Potosí, en Zacatecas, y utilizan ese recurso tan valioso para sus propios proyectos políticos en el presente. Lo bonito de estudiar Historia “en defensa propia” es que como ciudadanos y ciudadanas sepamos criticar esos usos interesados.

 

jueves, 26 de septiembre de 2024

0889: la cinta roja

Llevaba una llave de la puerta. Entró con sigilo, estremeciéndose de placer, gozoso de la sorpresa que preparaba. Su mujer se había cerrado por dentro en su alcoba. ¡Qué fastidio! Entonces el señor Sacrement gritó, golpeando la puerta:

-¡Yo soy! ¡Juana!

Ella debió de sentir una impresión muy terrible, porque la oyó saltar de la cama y hablar en voz alta como cuando se padece una pesadilla. Luego, entró en su tocador, abriéndolo y cerrándolo precipitadamente, hizo muchas evoluciones por el cuarto, yendo y viniendo con los pies desnudos. Al fin, preguntó:

-¿De veras eres tú, Alejandro?

-Sí, mujer; yo soy. ¡Abre!

Abriose la puerta, y la mujer se arrojó en brazos del marido, balbuciendo:

-¡Ah! ¡Qué miedo! ¡Qué sorpresa! ¡Qué alegría!

El señor Sacrement, como de costumbre, comenzó a desnudarse metódicamente. Luego descubrió, sobre una silla, el abrigo que solía dejar en el perchero, y cogiéndolo, se quedó asombrado al ver lucir una cinta roja en el ojal de la solapa. Tartamudeó:

-Este… este…, este abrigo… ¡está… condecorado!

Su mujer, de un brinco, lanzose hacia él queriéndole quitar de las manos aquella prenda:

-No; deja; te equivocas… Dámelo.

Pero el señor Sacrement, teniéndolo bien agarrado, como un loco, repetía:

-¿Por qué? ¿Por qué? Tú lo sabes; ¿qué abrigo es éste? No es el mío, puesto que lleva la cinta de la Legión de Honor.

Ella procuraba por todos los medios arrancárselo, descompuesta y turbada:

-Óyeme… Atiéndeme… Déjalo… No me hagas hablar… Es un secreto… Un secreto…

Él, incomodándose, palidecía:

-¡Necesito saber qué hace aquí ese abrigo, que no es el mío!

La mujer, entonces, le dijo al oído:

-Sí… Calla…, júrame ser prudente… Escucha… ¡Sí!… ¡Estás condecorado!

Sacudiole de tal modo su emoción que, soltando el abrigo, fue a desplomarse sobre un sofá.

-Que yo estoy… ¿Dices que… me han condecorado?

-Sí… Es un secreto… Un secreto.

Entre tanto, guardaba el abrigo en un armario, bajo llave, y volviéndose hacia su marido, temblorosa y pálida, prosiguió:

-Sí; es un abrigo que te mandé hacer para sorprenderte. Pero había jurado no decirte nada. Tu nombramiento no será oficial hasta que pase un mes o mes y medio, cuando termines tu comisión histórica. No debía decírtelo hasta entonces. El diputado Rosselin ha obtenido para ti ese honor.

El señor Sacrement, desfallecido, balbuceó:

-Rosselin… Rosselin… Condecorado… Me ha condecorado… A mí…, él… ¡Ah!

Tuvo que beber agua para calmarse.

Una tarjeta yacía en el suelo. El señor Sacrement la recogió, leyendo en ella:

Armando Rosselin Diputado

-¡Lo estás viendo! ¡Inocente! -dijo la mujer. Entonces él rompió a llorar de alegría.

Y a la semana siguiente anunciaba el Diario Oficial que el señor Sacrement era nombrado caballero de la Legión de Honor, en virtud de los servicios excepcionales prestados por él mismo.


Guy de Maupassant

 

miércoles, 18 de septiembre de 2024

0888:la edad media

 EN LOS AÑOS 1600 Y 1700, al visitar el Palacio de Versalles en París, se observa que el suntuoso palacio no tiene baños.

En la Edad Media, no había cepillos de dientes, perfumes, desodorantes, y mucho menos papel higiénico. 

Los excrementos humanos eran lanzados por las ventanas del palacio.

En un día de fiesta, la cocina del palacio pudo preparar un banquete para 1500 personas, sin la más mínima higiene. 

En las películas actuales vemos a las personas de esa época sacudirse o abanicarse... 

La explicación no está en el calor, sino en el mal olor que emitían debajo de las faldas (que fueron hechas a propósito para contener el olor de las partes íntimas, ya que no había higiene). Tampoco era costumbre ducharse debido al frío y la casi inexistencia de agua corriente. 

Solo los nobles tenían lacayos para abanicarlos, para disipar el mal olor que exhalaban el cuerpo y la boca, además de ahuyentar a los insectos.

Los que han estado en Versalles han admirado los enormes y hermosos jardines que, en ese momento, no solo se contemplaban, sino que se usaban como retrete en las famosas baladas promovidas por la monarquía, porque no había baños.

En la Edad Media, la mayoría de las bodas se realizaban en junio (para ellas, el comienzo del verano).

La razón es simple: el primer baño del año se tomaba en mayo; así que, en junio, el olor de la gente todavía era tolerable.

Sin embargo, como algunos olores ya comenzaban a molestar, las novias llevaban ramos de flores cerca de sus cuerpos para cubrir el hedor.

De ahí la explicación del origen del ramo de novia.

Los baños se tomaban en una sola bañera enorme llena de agua caliente.

El jefe de la familia tenía el privilegio del primer baño en agua limpia.

Luego, sin cambiar el agua, llegaban los demás en la casa, en orden de edad, mujeres, también por edad y, finalmente, niños.

Los bebés eran los últimos en bañarse. Cuando llegaba su turno, el agua en la bañera estaba tan sucia que era posible matar a un bebé adentro. 

Los techos de las casas no tenían cielo y las vigas de madera que los sostenían eran el mejor lugar para que los animales: perros, gatos, ratas y escarabajos se mantuvieran calientes.

Cuando llovía, las filtraciones obligaban a los animales a saltar al suelo. 

Los que tenían dinero tenían platos de lata. Ciertos tipos de alimentos oxidaban el material, causando que muchas personas mueran por envenenamiento. Recordemos que los hábitos higiénicos de la época eran terribles.

Los tomates, siendo ácidos, se consideraron venenosos durante mucho tiempo, las tazas de lata se usaban para beber cerveza o whisky; esta combinación, a veces, dejaba al individuo "en el piso" (en una especie de narcolepsia inducida por la mezcla de bebida alcohólica con óxido de estaño).

Alguien que pasara por la calle pensaría que estaba muerto, así que recogían el cuerpo y se preparaba para el funeral.

Luego se colocaba el cuerpo sobre la mesa de la cocina durante unos días y la familia se quedaba mirando, comiendo, bebiendo y esperando a ver si el muerto se despertaba o no.

De ahí la que a los muertos se les vela (velatorio o velorio), que es la vigilia al lado del ataúd.

Inglaterra es un país pequeño, donde no siempre había lugar para enterrar a todos los muertos.

Luego se abrían los ataúdes, se extraían los huesos, se colocaban en osarios y la tumba se usaba para otro cadáver.

A veces, al abrir los ataúdes, se notaba que había rasguños en las tapas en el interior, lo que indicaba que el hombre muerto, de hecho, había sido enterrado vivo.

Así, al cerrar el ataúd, surgió la idea de atar una tira de la muñeca del difunto, pasarla por un agujero hecho en el ataúd y atarla a una campana.

Después del entierro, alguien quedaba de servicio junto a la tumba durante unos días.

Si el individuo se despertaba, el movimiento de su brazo haría sonar la campana.

Y sería "salvado por la campaña", una expresión utilizada por nosotros hasta hoy.