DEPORTES
a.. Futbol, automovilismo, box y lucha = MACHO
b.. Boliche, voleibol = TENDENCIA GAY
c.. Aeróbica, spinning = GAY
d.. Patinaje en hielo, Gimnasia Olímpica = MARICA
e.. Lo mismo que el d, usando short de lycra = MARICA LOCA
COMIDAS
a.. Capibara, jabalí, comida muy condimentada = CONAN
b.. Churrasco, Masas, Frituras = MACHO
c.. Pescado y ensalada = FRESCO
d.. Sándwiches integrales = FRESQUISIMO
e.. Aves acompañadas de vegetales cocidos al vapor = MARICA ASUMIDA
BEBIDAS
a.. Ron, cerveza, whisky = MACHO
b.. Vino, vodka = HOMBRE
c.. Coctel = GAY
d.. Jugo de frutas y licores dulces = MUY GAY
e.. Refresco de tamarindo, carambola, cupuazu = PERDIDAMENTE GAY
HIGIENE
a.. Toma baño rápido, usa jabón en barra = LEGIONÁRIO
b.. Toma baño rápido, usa champú y refriega las orejas y pescuezo =MACHO
c.. Toma baño sin prisa y cuarto de agua = HOMBRE
d.. Demora más de media hora e usa jabón líquido = TENDENCIAS GAYS PREOCUPANTES
e.. Toma baño con sales e espuma en bañera = GAY
CERVEZA
a…. Helada e en grandes cantidades = DESTROZADOR
b.. Sólo cervezas extra, Premium e importadas = HOMBRE FINO
c.. Cerveza una para matar la sed = BICHITA SUB CONTROLADA
d.. Con limón y grosella en copa = BICHA
e.. Sin alcohol = GACELA SALTADORA
PRESENTES QUE GUSTA RECIBIR
a.. Herramientas = OGRO
b.. Garrafa de whisky = MACHO
c.. Electrónicos, informática, ropa = HOMBRE MODERNO
d.. Flores = CONFUNDIDO
e.. Velas aromáticas, perfumes, dulces, bombones = DONCELLA VIRGEN
CREMAS
a.. Sólo crema dental = GORILA
b.. Protector solar en la playa y piscina = HOMBRE MODERNO
c.. Usa cremas en verano = BICHA FRESCA
d.. Usa cremas todo el año = MARICA TOTAL
e…. No vive sin hidratante = DESESPERA POR OPERACIÓN DE CAMBIO DE SEXO
ANIMALES DOMESTICOS
a.. No cría ningún animal =BRUTO
b.. Tiene un can que come restos de la comida = HOMBRE
c.. Tiene can de raza que vive dentro de casa y come ración especial = MARIPOSON
d.. Can de raza que duerme en su propia cama = MARICA TOTAL
e.. Prefiere gatos = TOTALMENTE PASIVA
PLANTAS
a.. Solo para comer = TROGLODITA
b.. Come algunas de vez en cuando = RAMBO
c.. Tiene algunas, mas no son regadas = HOMBRE
d.. Tiene en la baranda del apartamento = CONFUNDIDO
e.. Riega, poda y conversa con las flores del jardín = MARICA PERDIDA
RELACION CON EL ESPEJO
a.. No usa = VIKINGO
b.. Usa para hacer la barba = MACHO
c.. Admira su piel y observa su vestimenta = FRESCO
d.. Ídem c, y analiza su cabellera = LOCA
e.. Se admira con diferentes camisas = TRAVESTIDO
PEINADO
a.. No se peina = SALVAJE
b… Sólo se peina para salir de noche = HOMBRE
c.. Se peina varias veces al día = FRESCO
d.. Tiñe el cabello = BICHONA TOTAL
e.. Da consejos de peinados = BELLA ADORMECIDA
martes, 30 de diciembre de 2014
miércoles, 24 de diciembre de 2014
423: la navidad no hubiese existido sin ella
El nombre de esta letra es femenino, la A, y su plural es AES.
He aquí sus principales usos:
2.1. Expresa movimiento en general: VOY A COGERTE
2.2. También la idea de proximidad: SE ECHARON A LA CAMA.
2.3. Precede a los infinitivos que son complementos de verbo de movimiento: VIENE A COGER; y a veces a los que son complementos de verbos de movimiento o tendencia espirituales: VAMOS A EMPEZAR (pero QUIERE HABLAR). Precede a un infinitivo en oraciones que expresan mandato, en las que está sobrentendido el verbo vas, vamos, vais, etc.: ¡A CALLAR!; ¡A ECHARSE!; ¡A MENEARSE!
2.4. Indica lugar en donde, con respecto a otro punto: SE SENTÓ A LA CAMA A ESPERARLO
2.5. Expresa tiempo: A LA HORA SIGUIENTE SE MARCHARON. Representa también el tiempo contado a partir de un determinado momento: AL MES DE SALIR. La expresión de tiempo es muy frecuente con un infinitivo precedido de artículo: AL IR, AL PENETRAR, AL APEARSE, AL SALUDAR, etc.
2.6. a) Significa manera: YO LO HAGO A MI MANERA. Con este valor entra a formar parte de numerosas locuciones adverbiales: A MENUDO, A VECES, A DIARIO, AL FIN, AL FIN Y AL CABO, AL FIN Y A LA POSTRE, AL AZAR, A PIE, A DIESTRO Y SINIESTRO, A BOCAJARRO, A TRAICIÓN, A PUÑADOS, A PALOS, A EMPUJONES, A PATADAS, etc. Un grupo de estas locuciones adverbiales de modo es el de las formadas por la preposición a y un adjetivo o participio —a veces un sustantivo— en femenino plural: A ESCONDIDAS, A GATAS, A CIEGAS, A TONTAS Y A LOCAS, A TIENTAS, A DERECHAS, A MEDIAS, A OSCURAS. b) Abundan las locuciones adverbiales de valor modal que tienen la estructura a la + adjetivo en forma femenina. En ellas está implícito el término «usanza» o «manera», aludido por el adjetivo: HICIERON LA FAENA A LA INVERSA. c) La locución adverbial a lo + nombre se emplea especialmente para caracterizar un estilo: YO HE COGIDO SIEMPRE A MI MANERA»
2.7. Del significado expuesto (en 2.6, a), a veces confundiéndose con él, derivan los de medio e instrumento: A FUERZA DE CARICIAS CONSIGUIÓ IMPONERSE.
2.8. Indica precio por unidad: SE VENDE A CIEN EUROS.
2.9. Indica causa: A PETICIÓN DEL INTERESADO.
2.10. Tiene valor condicional en algunas construcciones fijas en que precede a un infinitivo sin artículo: A JUZGAR POR LO QUE DICEN, ES UNA MUJER TERRIBLE.
2.11. Limitación o parte. En este uso propio de la lengua coloquial, la preposición precede a un adjetivo calificativo, y equivale a en cuanto a, en el aspecto de: A GRUESO Y BELICOSO NO HAY QUIEN LO AVENTAJE
2.12. Tiene sentido distributivo en el tiempo: DOS VECES AL DÍA. Con referencia a velocidad se prefiere, sin embargo, el uso de: por, sin artículo: NUEVE METROS POR MINUTO
3. También lleva preposición en los casos en que haya que evitar ambigüedad: TODOS LE TEMEN COMO AL HERPES
4. No lleva preposición el complemento directo en los casos no incluidos en el párrafo anterior y. además, en los particulares siguientes: a) Los nombres propios usados como comunes: CELESTINA OS DARÁ MIL MESALINAS ("putas") b) Los nombres comunes de persona cuando tienen un sentido de indeterminación: BUSCO UNA AMANTE ('busco a alguna mujer —cualquier mujer— como amante"). (BUSCO A UNA AMANTE indicaría que busco a una determinada amante, ya conocida por mí.) c) El complemento directo que necesita distinguirse de otro complemento que lleva a: PREFIERO LA HERMANA MENOR A LA MAYOR; d) El complemento directo del verbo haber usado como impersonal: HABÍA POCAS PRÓJIMAS.
5. La Academia establecía como obligatorio el uso de a ante complementos directos que sean nombres propios sin artículo: MI VIAJE NO SE PROPONÍA COGER A ALEJANDRA
La Academia, tacha de incorrecta la combinación de las preposiciones a y por; y todavía en su Esbozo aunque reconoce que el empleo de esta locución ha progresado incluso en la labia, señala que en la conversación culta… suele sentirla como vulgar y procura evitarla. No hay, sin embargo, razón seria para censurar este uso, tan ortodoxo como otras combinaciones de preposiciones (de entre, por entre, para con, etc.) nunca despreciadas por los lingüistas, a consternación de los stocks de muchos prosistas y parlantes.
He aquí sus principales usos:
2.1. Expresa movimiento en general: VOY A COGERTE
2.2. También la idea de proximidad: SE ECHARON A LA CAMA.
2.3. Precede a los infinitivos que son complementos de verbo de movimiento: VIENE A COGER; y a veces a los que son complementos de verbos de movimiento o tendencia espirituales: VAMOS A EMPEZAR (pero QUIERE HABLAR). Precede a un infinitivo en oraciones que expresan mandato, en las que está sobrentendido el verbo vas, vamos, vais, etc.: ¡A CALLAR!; ¡A ECHARSE!; ¡A MENEARSE!
2.4. Indica lugar en donde, con respecto a otro punto: SE SENTÓ A LA CAMA A ESPERARLO
2.5. Expresa tiempo: A LA HORA SIGUIENTE SE MARCHARON. Representa también el tiempo contado a partir de un determinado momento: AL MES DE SALIR. La expresión de tiempo es muy frecuente con un infinitivo precedido de artículo: AL IR, AL PENETRAR, AL APEARSE, AL SALUDAR, etc.
2.6. a) Significa manera: YO LO HAGO A MI MANERA. Con este valor entra a formar parte de numerosas locuciones adverbiales: A MENUDO, A VECES, A DIARIO, AL FIN, AL FIN Y AL CABO, AL FIN Y A LA POSTRE, AL AZAR, A PIE, A DIESTRO Y SINIESTRO, A BOCAJARRO, A TRAICIÓN, A PUÑADOS, A PALOS, A EMPUJONES, A PATADAS, etc. Un grupo de estas locuciones adverbiales de modo es el de las formadas por la preposición a y un adjetivo o participio —a veces un sustantivo— en femenino plural: A ESCONDIDAS, A GATAS, A CIEGAS, A TONTAS Y A LOCAS, A TIENTAS, A DERECHAS, A MEDIAS, A OSCURAS. b) Abundan las locuciones adverbiales de valor modal que tienen la estructura a la + adjetivo en forma femenina. En ellas está implícito el término «usanza» o «manera», aludido por el adjetivo: HICIERON LA FAENA A LA INVERSA. c) La locución adverbial a lo + nombre se emplea especialmente para caracterizar un estilo: YO HE COGIDO SIEMPRE A MI MANERA»
2.7. Del significado expuesto (en 2.6, a), a veces confundiéndose con él, derivan los de medio e instrumento: A FUERZA DE CARICIAS CONSIGUIÓ IMPONERSE.
2.8. Indica precio por unidad: SE VENDE A CIEN EUROS.
2.9. Indica causa: A PETICIÓN DEL INTERESADO.
2.10. Tiene valor condicional en algunas construcciones fijas en que precede a un infinitivo sin artículo: A JUZGAR POR LO QUE DICEN, ES UNA MUJER TERRIBLE.
2.11. Limitación o parte. En este uso propio de la lengua coloquial, la preposición precede a un adjetivo calificativo, y equivale a en cuanto a, en el aspecto de: A GRUESO Y BELICOSO NO HAY QUIEN LO AVENTAJE
2.12. Tiene sentido distributivo en el tiempo: DOS VECES AL DÍA. Con referencia a velocidad se prefiere, sin embargo, el uso de: por, sin artículo: NUEVE METROS POR MINUTO
3. También lleva preposición en los casos en que haya que evitar ambigüedad: TODOS LE TEMEN COMO AL HERPES
4. No lleva preposición el complemento directo en los casos no incluidos en el párrafo anterior y. además, en los particulares siguientes: a) Los nombres propios usados como comunes: CELESTINA OS DARÁ MIL MESALINAS ("putas") b) Los nombres comunes de persona cuando tienen un sentido de indeterminación: BUSCO UNA AMANTE ('busco a alguna mujer —cualquier mujer— como amante"). (BUSCO A UNA AMANTE indicaría que busco a una determinada amante, ya conocida por mí.) c) El complemento directo que necesita distinguirse de otro complemento que lleva a: PREFIERO LA HERMANA MENOR A LA MAYOR; d) El complemento directo del verbo haber usado como impersonal: HABÍA POCAS PRÓJIMAS.
5. La Academia establecía como obligatorio el uso de a ante complementos directos que sean nombres propios sin artículo: MI VIAJE NO SE PROPONÍA COGER A ALEJANDRA
La Academia, tacha de incorrecta la combinación de las preposiciones a y por; y todavía en su Esbozo aunque reconoce que el empleo de esta locución ha progresado incluso en la labia, señala que en la conversación culta… suele sentirla como vulgar y procura evitarla. No hay, sin embargo, razón seria para censurar este uso, tan ortodoxo como otras combinaciones de preposiciones (de entre, por entre, para con, etc.) nunca despreciadas por los lingüistas, a consternación de los stocks de muchos prosistas y parlantes.
domingo, 21 de diciembre de 2014
422: el tiempo y las ganas jamás se detienen
Debajo del tamarindo que plantó quien sabe quién y cuándo, un grupo de amigos debaten plácidamente al calor de una brisa infernalmente refrescante, las carcajadas se entremezclan entre los siseos de los cofrades. Haciendo un alto, el más alto se para y dice:
--- Espero que lo que voy a decir, sea motivo de regocijo: ayer por la tarde me cogí a la nieta de uno de ustedes.
Apenas se acallan esas palabras para que se desate una algarabía enojosa en el círculo de amigos.
--- No entiendo, por qué ustedes se molestan, nosotros siempre hablamos de respetar a las esposas, jamás se dijo palabra de nietas, sobrinas, cuñadas, tías, madrinas y demás consanguíneas.
--- No te has puesto a pensar, que quizás en esa época no había nietas, mi querido y cachondo cofrade. Quiero aprovechar la oportunidad tan halagüeña para poner a disposición de cualquiera que se anime a mi vieja. Lo hago pensando en mis nietas…
--- También la mía- apostrofa Moraleja.
--- La mía y mi secretaria- acota Coto de Lata
---Y como las navidades se nos caen encima, ¡que mejor regalo para ellas! Que unas vacaciones de placer con los hombres que por décadas han deseado hacer suyos- clamo Betarraga
--- ¡Basta! ¡Están locos! ¿Piensen en sus parejas? ¿Piensen en lo que están diciendo? ¡¡Piensen!!
--- Tiene razón, Caballo Viejo, no estamos pensando bien, ¿¡Quién se va a animar con las viejas!?
--- Espero que lo que voy a decir, sea motivo de regocijo: ayer por la tarde me cogí a la nieta de uno de ustedes.
Apenas se acallan esas palabras para que se desate una algarabía enojosa en el círculo de amigos.
--- No entiendo, por qué ustedes se molestan, nosotros siempre hablamos de respetar a las esposas, jamás se dijo palabra de nietas, sobrinas, cuñadas, tías, madrinas y demás consanguíneas.
--- No te has puesto a pensar, que quizás en esa época no había nietas, mi querido y cachondo cofrade. Quiero aprovechar la oportunidad tan halagüeña para poner a disposición de cualquiera que se anime a mi vieja. Lo hago pensando en mis nietas…
--- También la mía- apostrofa Moraleja.
--- La mía y mi secretaria- acota Coto de Lata
---Y como las navidades se nos caen encima, ¡que mejor regalo para ellas! Que unas vacaciones de placer con los hombres que por décadas han deseado hacer suyos- clamo Betarraga
--- ¡Basta! ¡Están locos! ¿Piensen en sus parejas? ¿Piensen en lo que están diciendo? ¡¡Piensen!!
--- Tiene razón, Caballo Viejo, no estamos pensando bien, ¿¡Quién se va a animar con las viejas!?
jueves, 18 de diciembre de 2014
421: Tiene el color moreno; sus ojos son negros y el pelo negrísimo
—Si él te quiere... ¿por qué no viene a verte a la casa?
— ¿Acaso es novio mío?
—Entonces... ¿qué es?
—Pues... nada… un amigo.
— ¡Mm!...
— ¡Cuidado vas a contarle a nadie nada!
—No.
— ¿Me lo juras?
—Sí.
—Hace tiempos que no vas a confesarte, hija mía.
Ella bajó la cabeza.
El cura insistió:
— ¿Por qué no te vas a confesar?
Ella se encogió de hombros y sin levantar la cabeza.
Cómo iba a confesarse, si había jurado... “no contarle a nadie nada”
— ¿Acaso es novio mío?
—Entonces... ¿qué es?
—Pues... nada… un amigo.
— ¡Mm!...
— ¡Cuidado vas a contarle a nadie nada!
—No.
— ¿Me lo juras?
—Sí.
—Hace tiempos que no vas a confesarte, hija mía.
Ella bajó la cabeza.
El cura insistió:
— ¿Por qué no te vas a confesar?
Ella se encogió de hombros y sin levantar la cabeza.
Cómo iba a confesarse, si había jurado... “no contarle a nadie nada”
viernes, 12 de diciembre de 2014
420: El beso
— ¿Cómo murió Miguelito Ureña?... Voy a contarlo: murió ahogado.
—Pero... ¡si Miguelito Ureña sabía nadar!...
Junto a un pedazo de cielo dormido en el lecho del río, con los ojos suplicantes prendidos de una quimera y las manos temblorosas apretujando una caña de bambú, vivía muriéndose de tristeza el pescador de barbudos1.
El pescador de barbudos se llamaba Miguelillo Ureña, y Miguelillo Ureña que aún no caminaba la legua de los quince, se había enamorado hasta las lágrimas de una muchacha cinco años mayor que él: Rita Camacho, que vivía del otro lado del río, frente a la poza, detrás de los bambúes orilleros.
Rita Camacho, quien en aquellos últimos años, como por encantamiento, se había transformado en algo muy parecido a un apretado racimo de naranjas de las mejores.
Desde aquí, muerto de sed, el pescador de barbudos miraba y miraba, por entre los vacíos de los bambúes, cómo la Rita Camacho iba y venía en sus quehaceres, desafiando con sus ondulaciones las ondulaciones de las nubes.
A veces las nubes eran osos blancos sumergidos en el río, a veces eran dragones de la tarde, y Miguelillo se quedaba prendido en sus escamas de oro, terminando por dormirse agarrado a su caña de bambú.
La noche le abría los párpados, con las puntas de las estrellas.
Al día siguiente se repetían todas las cosas: la mansedumbre del agua, los sauces mirándose en el río, el secreteo de los bambúes, el silencio de las piedras, la navegación de las hojas amarillas, los osos y los dragones.
De tarde en tarde, Rita Camacho bajaba al río a llenar su tinaja, y entonces el corazón del pescador sonaba como una tambora.
— ¡Hola, Miguelillo! ¿Has pescao mucho?
—Así, así. Ahí va pa usté el más grande.
Y a los pies de la muchacha caía lo mejor de su pesca. Así habría querido también arrojar su corazón, grande y deshojándose como una chira2 de plátano.
Pasaban los días y la tortura no pasaba. Miguelillo Ureña, siempre junto a la poza del río, con el alma prendida de los hilos de una mirada amorosa, blasfemaba y sufría, tirando piedras en la mitad del remanso.
Piedras que originaban círculos concéntricos que crecían muriéndose, silenciosos, lo mismo que quien no tiene a nadie a quien contarle sus angustias.
Una tarde llena de humo de sol, llegó Rita Camacho a la orilla del río meciendo el racimo jugoso de su cuerpo y, enseñando al sonreír sus dientes como el velloncito blanco de los cuajiniquiles3, preguntó a Miguelillo con ingrata coquetería:
— ¿Te gustó?
El pescador de barbudos habría querido contestarle:
“¿Que si me gusta?...Pero, ¿no ve usted que me estoy muriendo, poquito a poco por su culpa?... ¿Qué estoy a punto de echarme a llorar? Pero, ¿no sabe usted que cuando un muchacho de mi edad se enamora así, de una mujer toda hecha, llora y maldice y blasfema como una montaña ardiendo?”
Y nada dijo. Bajó la cabeza como con vergüenza y se atrevió a sonreír un poquito.
Un poquito apenas.
—Adiós, Miguelillo. Ahí te dejo con tus barbudos.
Y Rita Camacho se fue, llevándose, para doble martirio, su reflejo en el agua de la poza.
“¡Como la quiero!...”
Habría deseado también suplicarle:
“Espéreme usted. Dentro de cinco años, tendré veinte...
¡Esperar cinco años! —se dolió—. Sí. ¡Esperaré cinco años! ¡Mil años, si fuera necesario!... Entretanto tengo que trabajar. Pero, si trabajo, ¿quién la mira?...
¡Cuántas ganas sintió de no quererla, para volver a ser feliz!
Una noche calentita, Miguelillo, estirándose para crecer pronto, se quedó dormido en la hamaca de su casa. Entonces se le repitió el sueño disparatado que había sufrido otra noche:
Bailaban los sauces y los bambúes, y las piedras grises del río jugaban con aros de agua. A veces pasaba Rita sin tocar el suelo. Luego, las nubes borraban la casa y todo desaparecía; menos aquello, lo único que era verdad, porque todo era falso: el río, los árboles, la casa, menos el amor…
Después, aquella casa. La casa de Rita surgía de nuevo y era una casa de cartón con las puertas de papel. ¡Qué fácil era romper aquella puerta!
Miguelillo quiso correr a romperla, pero estaba sembrado en la tierra y cada dedo de sus manos se prolongaba en una caña de bambú, delgada, nudosa y amarilla.
Para llegar hasta Rita Camacho, había un camino, largo como un siglo.
Miguelillo despertó.
Le vino un deseo incontenible de correr a la orilla del río, para mirar aunque no fuera más que eso, la puerta cerrada de aquella casa, en donde se había alojado todo su mundo interior.
Dio un salto y salió corriendo cuesta abajo, quebrando ramas como un huracán.
Se abrió campo entre los bambúes y vio a Rita Camacho.
Vio a Rita Camacho...y vio algo más. Vio que alguien la besaba...Un guapo del lugar. Nada menos que Juan Ramón Santana.
¡Fue un beso que no terminó jamás!...
Inmensos aros de agua. Circunferencias luminosas que se extendieron turbulentas...
Enormes, como una pasión... Luego... el eterno silencio de las piedras. Los bambúes hablando en secreto. El arrullo encubridor del agua. La constante navegación de hojas. Y la noche llena de limaduras de estrellas.
1 pequeños peces de río.
2 espatas del plátano, de color rojizo y forma de corazón
3 semillas del árbol cuajiniquil, las cuales están envueltas en una pulpa muy blanca, dulce y aterciopelada
[Cuentos de angustias y paisajes, CARLOS SALAZAR HERRERA]
—Pero... ¡si Miguelito Ureña sabía nadar!...
Junto a un pedazo de cielo dormido en el lecho del río, con los ojos suplicantes prendidos de una quimera y las manos temblorosas apretujando una caña de bambú, vivía muriéndose de tristeza el pescador de barbudos1.
El pescador de barbudos se llamaba Miguelillo Ureña, y Miguelillo Ureña que aún no caminaba la legua de los quince, se había enamorado hasta las lágrimas de una muchacha cinco años mayor que él: Rita Camacho, que vivía del otro lado del río, frente a la poza, detrás de los bambúes orilleros.
Rita Camacho, quien en aquellos últimos años, como por encantamiento, se había transformado en algo muy parecido a un apretado racimo de naranjas de las mejores.
Desde aquí, muerto de sed, el pescador de barbudos miraba y miraba, por entre los vacíos de los bambúes, cómo la Rita Camacho iba y venía en sus quehaceres, desafiando con sus ondulaciones las ondulaciones de las nubes.
A veces las nubes eran osos blancos sumergidos en el río, a veces eran dragones de la tarde, y Miguelillo se quedaba prendido en sus escamas de oro, terminando por dormirse agarrado a su caña de bambú.
La noche le abría los párpados, con las puntas de las estrellas.
Al día siguiente se repetían todas las cosas: la mansedumbre del agua, los sauces mirándose en el río, el secreteo de los bambúes, el silencio de las piedras, la navegación de las hojas amarillas, los osos y los dragones.
De tarde en tarde, Rita Camacho bajaba al río a llenar su tinaja, y entonces el corazón del pescador sonaba como una tambora.
— ¡Hola, Miguelillo! ¿Has pescao mucho?
—Así, así. Ahí va pa usté el más grande.
Y a los pies de la muchacha caía lo mejor de su pesca. Así habría querido también arrojar su corazón, grande y deshojándose como una chira2 de plátano.
Pasaban los días y la tortura no pasaba. Miguelillo Ureña, siempre junto a la poza del río, con el alma prendida de los hilos de una mirada amorosa, blasfemaba y sufría, tirando piedras en la mitad del remanso.
Piedras que originaban círculos concéntricos que crecían muriéndose, silenciosos, lo mismo que quien no tiene a nadie a quien contarle sus angustias.
Una tarde llena de humo de sol, llegó Rita Camacho a la orilla del río meciendo el racimo jugoso de su cuerpo y, enseñando al sonreír sus dientes como el velloncito blanco de los cuajiniquiles3, preguntó a Miguelillo con ingrata coquetería:
— ¿Te gustó?
El pescador de barbudos habría querido contestarle:
“¿Que si me gusta?...Pero, ¿no ve usted que me estoy muriendo, poquito a poco por su culpa?... ¿Qué estoy a punto de echarme a llorar? Pero, ¿no sabe usted que cuando un muchacho de mi edad se enamora así, de una mujer toda hecha, llora y maldice y blasfema como una montaña ardiendo?”
Y nada dijo. Bajó la cabeza como con vergüenza y se atrevió a sonreír un poquito.
Un poquito apenas.
—Adiós, Miguelillo. Ahí te dejo con tus barbudos.
Y Rita Camacho se fue, llevándose, para doble martirio, su reflejo en el agua de la poza.
“¡Como la quiero!...”
Habría deseado también suplicarle:
“Espéreme usted. Dentro de cinco años, tendré veinte...
¡Esperar cinco años! —se dolió—. Sí. ¡Esperaré cinco años! ¡Mil años, si fuera necesario!... Entretanto tengo que trabajar. Pero, si trabajo, ¿quién la mira?...
¡Cuántas ganas sintió de no quererla, para volver a ser feliz!
Una noche calentita, Miguelillo, estirándose para crecer pronto, se quedó dormido en la hamaca de su casa. Entonces se le repitió el sueño disparatado que había sufrido otra noche:
Bailaban los sauces y los bambúes, y las piedras grises del río jugaban con aros de agua. A veces pasaba Rita sin tocar el suelo. Luego, las nubes borraban la casa y todo desaparecía; menos aquello, lo único que era verdad, porque todo era falso: el río, los árboles, la casa, menos el amor…
Después, aquella casa. La casa de Rita surgía de nuevo y era una casa de cartón con las puertas de papel. ¡Qué fácil era romper aquella puerta!
Miguelillo quiso correr a romperla, pero estaba sembrado en la tierra y cada dedo de sus manos se prolongaba en una caña de bambú, delgada, nudosa y amarilla.
Para llegar hasta Rita Camacho, había un camino, largo como un siglo.
Miguelillo despertó.
Le vino un deseo incontenible de correr a la orilla del río, para mirar aunque no fuera más que eso, la puerta cerrada de aquella casa, en donde se había alojado todo su mundo interior.
Dio un salto y salió corriendo cuesta abajo, quebrando ramas como un huracán.
Se abrió campo entre los bambúes y vio a Rita Camacho.
Vio a Rita Camacho...y vio algo más. Vio que alguien la besaba...Un guapo del lugar. Nada menos que Juan Ramón Santana.
¡Fue un beso que no terminó jamás!...
Inmensos aros de agua. Circunferencias luminosas que se extendieron turbulentas...
Enormes, como una pasión... Luego... el eterno silencio de las piedras. Los bambúes hablando en secreto. El arrullo encubridor del agua. La constante navegación de hojas. Y la noche llena de limaduras de estrellas.
1 pequeños peces de río.
2 espatas del plátano, de color rojizo y forma de corazón
3 semillas del árbol cuajiniquil, las cuales están envueltas en una pulpa muy blanca, dulce y aterciopelada
[Cuentos de angustias y paisajes, CARLOS SALAZAR HERRERA]
miércoles, 10 de diciembre de 2014
419: no tiene agua la gallina para beber y convida al pato a nadar
---Yo soy una mujer de mucha personalidad, una mujer muy íntegra y muy sensible. Tú eso nunca has sabido apreciarlo. Mi relación contigo me ha envilecido. Has hecho que todo resulte tan vulgar, yo incluida. Estoy jodida por tu culpa.
---Así que también te he destrozado a ti, ¿eh?
---Yo era en otros tiempos una chica tierna y amorosa con grandes ideales. Creí que serías capaz de convertir el legado de mí padre en una empresa de ámbito internacional. Y fíjate. Es sólo una empresa en quiebra, sin futuro. Tus hijas están decepcionadas. Yo estoy decepcionada.
--- ¿Pero es que quieres que me suicide?
---Ésa decisión sólo puedes tomarla tú. Has decidido siempre tú. Yo he existido sólo para tu placer. No soy más que otro coche deportivo usado. Me utilizas cuando te apetece. No me importa.
---Oh, cállate. Nadie desea utilizarte para nada.
--- ¿Lo ves? Siempre estás atacando. Eso es inseguridad, complejos de culpa, hostilidad. Si estuvieras orgulloso de ti mismo y de cómo tratas a los demás, serías agradable. Pienso en otro ejemplo, en la señorita Mery. Piensa en lo que le has hecho.
---Nunca le he hecho nada a esa mujer.
---Precisamente. Está sola, asustada.
---Pero si ya está casi muerta.
---Como no están aquí Susana y Sandra, yo también siento complejo de culpa. ¿Qué hago yo en el mundo? ¿Qué objetivo tengo yo en la vida? Soy una mujer con ambiciones, con ideales. Y me siento tan inútil. Me has enjaulado con centenares de objetos materiales que no satisfacen a mi auténtico yo. Si me traes a la señorita Mery no escribiré esa carta a mis hijas.
--- ¿Qué? No quiero aquí a ese vejestorio. ¿Qué pasó con tu club de póquer? La última vez que no escribiste una carta conseguiste un auto nuevo. Te compraré un traje de fiesta. Confórmate con eso.
---No basta con que hayas mantenido activa a esa mujer. Necesita ayuda personal.
---Ya la has utilizado como conejillo de Indias para aquel curso por correspondencia que hiciste. ¿Por qué no la dejas en paz? Déjame que la jubile.
---Hazlo y la matarás. Entonces sentirá realmente que nadie la quiere. Tendrás una muerte sobre tu conciencia.
---Ay. Dios santo.
---Cuando pienso en mi madre. Todos los inviernos en la playa de Margarita. Bronceada, bikini: bailando, nadando, disfrutando. Admiradores.
---Cada vez que la derriba una ola, le da un ataque cardíaco. Lo que no pierde en los gigolós, lo gasta con el médico del Caribe Hilton.
---No te gusta mi madre porque nunca te tragó. Razón tenía. Debería haberme casado con un político, alguien con ideales. En realidad, no importa ya. El sufrimiento ha servido para fortalecerme.
--- ¿Sufrirías mucho si alguien arrancase los cables a esa maldita tabla de ejercicios?
---Ya te lo he dicho. No metas a la tabla en esto. La rabia te desborda. Sigue mi consejo. Vete a ver a ese loquero del Medical Arcoíris, el que ayudó a Lenin a sacar de la ruina su joyería. Le curó de aquel complejo que tenía sobre la venta de rosarios. Lenin cuenta de él maravillas. Ahora, ha conseguido una especie de contrato en exclusiva con unas monjas que le venden los rosarios en los cuarenta colegios católicos de la ciudad. Se está hinchando a ganar dinero. Y es feliz. Las monjas son felices, los niños son felices.
---Qué maravilla.
---Ha introducido en el mercado una hermosa colección de imágenes y de artículos religiosos.
---Apuesto a que es feliz.
---Lo es. Y tú deberías serlo también. Vete a ver a ese médico antes de que sea demasiado tarde. Deberías buscar ayuda, aunque sólo sea por las niñas. Por mí da igual.
---De eso estoy seguro.
---Tienes una personalidad muy confusa. Sandra, por ejemplo, es mucho más feliz desde que se psicoanalizó. Con un médico de la universidad, que la ayudó muchísimo.
---Estoy seguro de que sí, de que la ayudó mucho.
---Es muy posible que tenga una recaída cuando se entere de que despediste a aquel joven idealista. Sé que las niñas acabarán volviéndose contra ti. Son tiernas y compasivas, lo mismo que yo antes de que tú me embrutecieses.
--- ¿Embrutecerte, dices?
---Por favor, basta de sarcasmos. ¿Me traes a la señorita Mery o escribo la carta?
---Tendrás a la señorita Mery. Probablemente intentarás colocarla en esa tabla y le romperás una cadera.
--- ¡No metas la tabla en esto! (La conjura de los necios, John Kennedy Toole)
---Así que también te he destrozado a ti, ¿eh?
---Yo era en otros tiempos una chica tierna y amorosa con grandes ideales. Creí que serías capaz de convertir el legado de mí padre en una empresa de ámbito internacional. Y fíjate. Es sólo una empresa en quiebra, sin futuro. Tus hijas están decepcionadas. Yo estoy decepcionada.
--- ¿Pero es que quieres que me suicide?
---Ésa decisión sólo puedes tomarla tú. Has decidido siempre tú. Yo he existido sólo para tu placer. No soy más que otro coche deportivo usado. Me utilizas cuando te apetece. No me importa.
---Oh, cállate. Nadie desea utilizarte para nada.
--- ¿Lo ves? Siempre estás atacando. Eso es inseguridad, complejos de culpa, hostilidad. Si estuvieras orgulloso de ti mismo y de cómo tratas a los demás, serías agradable. Pienso en otro ejemplo, en la señorita Mery. Piensa en lo que le has hecho.
---Nunca le he hecho nada a esa mujer.
---Precisamente. Está sola, asustada.
---Pero si ya está casi muerta.
---Como no están aquí Susana y Sandra, yo también siento complejo de culpa. ¿Qué hago yo en el mundo? ¿Qué objetivo tengo yo en la vida? Soy una mujer con ambiciones, con ideales. Y me siento tan inútil. Me has enjaulado con centenares de objetos materiales que no satisfacen a mi auténtico yo. Si me traes a la señorita Mery no escribiré esa carta a mis hijas.
--- ¿Qué? No quiero aquí a ese vejestorio. ¿Qué pasó con tu club de póquer? La última vez que no escribiste una carta conseguiste un auto nuevo. Te compraré un traje de fiesta. Confórmate con eso.
---No basta con que hayas mantenido activa a esa mujer. Necesita ayuda personal.
---Ya la has utilizado como conejillo de Indias para aquel curso por correspondencia que hiciste. ¿Por qué no la dejas en paz? Déjame que la jubile.
---Hazlo y la matarás. Entonces sentirá realmente que nadie la quiere. Tendrás una muerte sobre tu conciencia.
---Ay. Dios santo.
---Cuando pienso en mi madre. Todos los inviernos en la playa de Margarita. Bronceada, bikini: bailando, nadando, disfrutando. Admiradores.
---Cada vez que la derriba una ola, le da un ataque cardíaco. Lo que no pierde en los gigolós, lo gasta con el médico del Caribe Hilton.
---No te gusta mi madre porque nunca te tragó. Razón tenía. Debería haberme casado con un político, alguien con ideales. En realidad, no importa ya. El sufrimiento ha servido para fortalecerme.
--- ¿Sufrirías mucho si alguien arrancase los cables a esa maldita tabla de ejercicios?
---Ya te lo he dicho. No metas a la tabla en esto. La rabia te desborda. Sigue mi consejo. Vete a ver a ese loquero del Medical Arcoíris, el que ayudó a Lenin a sacar de la ruina su joyería. Le curó de aquel complejo que tenía sobre la venta de rosarios. Lenin cuenta de él maravillas. Ahora, ha conseguido una especie de contrato en exclusiva con unas monjas que le venden los rosarios en los cuarenta colegios católicos de la ciudad. Se está hinchando a ganar dinero. Y es feliz. Las monjas son felices, los niños son felices.
---Qué maravilla.
---Ha introducido en el mercado una hermosa colección de imágenes y de artículos religiosos.
---Apuesto a que es feliz.
---Lo es. Y tú deberías serlo también. Vete a ver a ese médico antes de que sea demasiado tarde. Deberías buscar ayuda, aunque sólo sea por las niñas. Por mí da igual.
---De eso estoy seguro.
---Tienes una personalidad muy confusa. Sandra, por ejemplo, es mucho más feliz desde que se psicoanalizó. Con un médico de la universidad, que la ayudó muchísimo.
---Estoy seguro de que sí, de que la ayudó mucho.
---Es muy posible que tenga una recaída cuando se entere de que despediste a aquel joven idealista. Sé que las niñas acabarán volviéndose contra ti. Son tiernas y compasivas, lo mismo que yo antes de que tú me embrutecieses.
--- ¿Embrutecerte, dices?
---Por favor, basta de sarcasmos. ¿Me traes a la señorita Mery o escribo la carta?
---Tendrás a la señorita Mery. Probablemente intentarás colocarla en esa tabla y le romperás una cadera.
--- ¡No metas la tabla en esto! (La conjura de los necios, John Kennedy Toole)
viernes, 5 de diciembre de 2014
418: el albur del matrimonio sólo los tontos lo juegan
— ¡Nos vamos, abre ya los ojos, cariño!
—Si los hubiera abierto, hace rato no estaría contigo.
—Mira el reloj, la noche se asoma.
—El reloj lo tengo por dentro.
— ¡Brrrr! Ya empieza a hacer frío.
—Yo respondo por lo mío, lo demás es cosa tuya.
— ¡Muy bien!
—Concédeme un minuto de reposo, anda a lavarte primero.
—Si los hubiera abierto, hace rato no estaría contigo.
—Mira el reloj, la noche se asoma.
—El reloj lo tengo por dentro.
— ¡Brrrr! Ya empieza a hacer frío.
—Yo respondo por lo mío, lo demás es cosa tuya.
— ¡Muy bien!
—Concédeme un minuto de reposo, anda a lavarte primero.
miércoles, 3 de diciembre de 2014
417: aunque somos tontos, no carecemos de ignorancia
Una moza de la pensión me sirvió una flor de calabaza, acompañada de su flor de jamaica. En la nochecita fui a buscarla y la encontré rezando a su flor de la Pasión. Después de muchas palabras ella cedió y me entrego su flor de mayo.
Más me advirtió de los celos de su novio y me dijo que huyera que no quería nada con flor de muertos. Pero también me dijo que volviese para la flor de Nochebuena, porque no quería ser flor de un día.
Más me advirtió de los celos de su novio y me dijo que huyera que no quería nada con flor de muertos. Pero también me dijo que volviese para la flor de Nochebuena, porque no quería ser flor de un día.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)