viernes, 30 de junio de 2017

995: sorojchi

— ¿Por qué me miras así?
En vez de responder, se aproximó aún más a ella, y riendo siempre, alargó con rapidez la mano y le dio un fuerte pellizco en el brazo redondo y de carnes duras…
Ella comprendió al punto sus intenciones, e inclinó la cabeza, confusa y casi aturdida. Jamás él se había permitido esas libertades a solas y era la primera vez… Retrocedió un paso, con el corazón palpitante de alegría.
El avanzó otro, extendió la mano, y cogiéndola por la punta de su mantilla, la atrajo hacia sí.
— ¡Déjame!
Su voz era desfalleciente, infantil, insinuante.
— ¿Y si no quisiera?
Y, por segunda vez, ahora con calma, la pellizcó en el hombro, ella tembló y un estremecimiento de dolor y voluptuosidad sacudió su cuerpo.
— ¡Déjame!
Dijo con voz más apagada aún, trémula de dicha inesperada y osando mirarle brevemente en los ojos, radiantes de la más pura alegría. Entonces el mozo cogió con sus manos las de su amada, le tomó el dedo anular, donde un anillo de cobre había dejado su marca negra en la piel, y, suavemente, le quitó el anillo. Ella dejó hacer, turbada, sin voluntad ni fuerzas para simular resistencia.
¡Al fin se le había declarado el mozo y le significaba su intención de desposarse con ella!
Él, riendo siempre, pasó el aro tosco al menor de sus dedos y colocó el suyo en el dedo corazón de la moza cuya redonda carita se iluminó con el fulgor de una sonrisa plácida.
—Le voy a decir a mi madre que vaya a pedirte mi anillo
Amenazó ella con melindre.
—Si lo haces, me voy y no vuelvo más.
— ¿Y adónde te irías?
—Donde no me vean más tus ojos…
—Quédate con él, entonces…
Se tendieron ambos las manos y se miraron en lo hondo de las pupilas, sonriendo con dicha.
— ¿Me ayudarás a conducir mis ovejas? Ya es de noche y en casa han de estar esperándome.
—Vine a eso.

miércoles, 28 de junio de 2017

994: el monstruo de cada día

La primera vez que abrazas a un monstruo lo sientes, retumba dentro de ti.
Los monstruos nunca te van a decir que lo son.
Los monstruos aparecen de la nada, donde menos te lo esperes. No se los ve venir nunca. Aparecen, se quedan para siempre, o se quedan para nunca. Son muy de atacar por sorpresa, cuando más indefenso estás, están deseando que acabes en sus brazos.
No tienen nada pensado, pero piensan en ti cuando llegan y cuando se van, sí, también se van, los monstruos también huyen.
Los monstruos duermen igual que cualquiera, a veces a tu lado, otras duelen en la distancia, como si quisieses abrazarlos toda la noche, son capaces de contarte los lunares, de verte llorar y reír contigo a carcajadas.
Los monstruos nunca se esconden debajo de la cama o dentro del armario, ellos son más de asustar atacando al sentir y a la razón, donde de verdad duele.
Los monstruos te reconstruyen después de cualquier batalla, te ponen en pie después de cualquier caída, pero cuando desaparecen pueden dejarte aún más roto o con la mejor de las sonrisas.
Sueñan, se enamoran, se pierden y también lloran.
Los monstruos también tienen música y comida favorita, y el poder de desaparecer sin dejar rastro. Algunos se quedan a vivir en ti, otros, en cambio, se van con una gran despedida, con un mensaje, y algunos sin avisar dejando en incertidumbre su regreso.
Los monstruos son ese tipo de ser que deja huella, que deja su marca en la pared más cerca de tu cama, al lado de tu almohada, y un rasguño en tu corazón.
Los monstruos, mis monstruos y los tuyos te tatúan la vida, sabes que han estado aunque no haya rastro de ninguna cicatriz. Los monstruos queman en invierno y te dejan helado en verano, te viven, los vives, y a veces, cuando te miran, tienen el poder de transformar el tiempo.
Está claro que están ahí, pero ni ellos mismos saben que lo son, suenan, los acompaña el viento o alguna canción con la que recordar a cada uno de ellos para siempre, sí, ese para siempre con fecha de caducidad.

martes, 27 de junio de 2017

993: Luis Sepúlveda: UN VIEJO QUE LEIA NOVELAS DE AMOR

«Paul la besó ardorosamente en tanto el gondolero, cómplice de las aventuras de su amigo, simulaba mirar en otra dirección, y la góndola, provista de mullidos cojines, se deslizaba apaciblemente por los canales venecianos»
Leyó el pasaje varias veces, en voz alta. ¿Qué demonios serían las góndolas?
Se deslizaban por los canales. Debía tratarse de botes o canoas, y, en cuanto a Paul, quedaba claro que no se trataba de un tipo decente, ya que besaba «ardorosamente» a la niña en presencia de un amigo, y cómplice por añadidura.
Le gustó el comienzo.
Le pareció muy acertado que el autor definiera a los malos con claridad desde el principio. De esa manera se evitaban complicaciones y simpatías inmerecidas.
Y en cuanto a besar, ¿cómo decía? «Ardorosamente» ¿Cómo diablos se haría eso?
Recordó haber besado muy pocas veces a Dolores Encarnación. A lo mejor en una de esas contadas ocasiones lo hizo así, “ardorosamente”, como el Paul de la novela, pero sin saberlo.
En todo caso, fueron muy pocos besos porque su mujer, o respondía con ataques de risa, o señalaba que podía ser pecado.
Besar ardorosamente.
Besar.
Recién descubrió que lo había hecho muy pocas veces y nada más que con su mujer, porque entre los indígenas besar era una costumbre desconocida.
Entre hombres y mujeres existían las caricias, por todo el cuerpo, y no les importaba si había otras personas. En el momento del amor tampoco besaban.
Las mujeres preferían sentarse encima del hombre argumentando que en esa posición sentían más el amor, y por lo tanto los mantras que acompañaban el acto resultaban mucho más sentidos.
No, las indias de este lado de la selva no gustaban  de besar.

domingo, 25 de junio de 2017

992: Caperucita Roja de James Finn Garner

Érase una vez una personita llamada Caperucita roja que vivía con su madre en la linde de un bosque. Un día, su madre le pidió que llevase una cesta con fruta fresca y agua mineral a casa de su abuela, pero no porque lo considerara una labor propia de mujeres, atención, sino porque ello representaba un acto generoso que contribuía a afianzar la sensación de comunidad. Además, su abuela no estaba enferma; antes bien, gozaba de completa salud física y mental y era perfectamente capaz de cuidar de sí misma como persona adulta y madura que era.
Así, Caperucita roja cogió su cesta y emprendió el camino a través del bosque. Muchas personas creían que el bosque era un lugar siniestro y peligroso, por lo que jamás se aventuraban en él. Caperucita roja, por el  contrario, poseía la suficiente confianza en su incipiente sexualidad como para evitar verse intimidada por una imaginería tan obviamente freudiana.
De camino a casa de su abuela, Caperucita Roja se vio abordada por un lobo que le preguntó qué llevaba en la cesta.
-Un saludable tentempié para mi abuela quien, sin duda alguna, es perfectamente capaz de cuidar de sí misma como persona adulta y madura que es.
-No sé si sabes, querida, que es peligroso para una niña pequeña recorrer sola estos bosques.
-Encuentro esa observación sexista y en extremo insultante, pero haré caso omiso de ella debido a tu tradicional condición de proscrito social y a la perspectiva existencial–en tu caso propia y globalmente válida- que la angustia que tal condición te produce te ha  llevado a desarrollar. Y ahora, si me perdonas, debo continuar mi camino.
Caperucita Roja enfiló nuevamente el sendero. Pero el lobo, liberado por su condición de segregado social de esa esclava dependencia del pensamiento lineal tan propia de Occidente, conocía una ruta más rápida para llegar a casa de la abuela. Tras irrumpir bruscamente en ella, devoró a la anciana, adoptando con ello una línea de conducta completamente válida para cualquier carnívoro. A continuación, inmune a las rígidas nociones tradicionales de lo masculino y lo femenino, se puso el camisón de la abuela y se acurrucó en el lecho.
Caperucita roja entró en la cabaña y dijo:
-Abuela, te he traído algunas chucherías bajas en calorías y en sodio en reconocimiento a tu papel de sabia y generosa matriarca.
-Acércate más criatura, para que pueda verte.
-¡Oh! Había olvidado que visualmente eres tan limitada como un topo. Pero, abuela, ¡qué ojos tan grandes tienes!
-Han visto mucho y han perdonado mucho, querida.
-Y, abuela, ¡qué nariz tan grande tienes!… relativamente hablando, claro está, y a su modo indudablemente atractiva.
-Ha olido y ha perdonado mucho, querida.
-Y… ¡abuela! Qué dientes tan grandes tienes!
-Soy feliz de ser quien soy y lo que soy
Y, saltando de la cama aferró a Caperucita Roja con sus garras.
Caperucita gritó; no como resultado de la aparente tendencia del lobo hacia el travestismo, sino por la deliberada invasión que había realizado de su espacio personal.
Sus gritos llegaron a oídos de un operario de la industria maderera (o técnico en combustibles vegetales, como él mismo  prefería considerarse) que pasaba por allí. Al entrar en la cabaña, advirtió el revuelo y trató de intervenir. Pero apenas había alzado su hacha cuando tanto el lobo como Caperucita roja se detuvieron simultáneamente.
-¿Puede saberse con exactitud qué cree usted que está haciendo? –inquirió Caperucita.
El operario maderero parpadeó e intentó responder, pero las palabras no acudían a sus labios.
-¡Se cree acaso que puede irrumpir aquí como un Neandertalense cualquiera y delegar su capacidad de reflexión en el arma que lleva consigo! –prosiguió Caperucita-. ¡Sexista! ¡Racista! ¿Cómo se atreve a dar por hecho que las mujeres y los lobos no son capaces de resolver sus propias diferencias sin la ayuda de un hombre?
Al oír el apasionado discurso de Caperucita, la abuela saltó de la panza del lobo, arrebató el hacha al operario maderero y le cortó la  cabeza. Concluida la odisea, Caperucita, la abuela y el lobo creyeron experimentar cierta afinidad en sus objetivos, decidieron instaurar una forma alternativa de comunidad, basada en la cooperación y el respeto mutuos y, juntos, vivieron felices en los bosques para siempre.

viernes, 23 de junio de 2017

991: de momento… amante

Uno es un amante bisagra cuando tu función, independientemente de tus deseos y expectativas -más bien a pesar de ellos- es ser un mero antídoto que favorezca el olvido de su ex, vamos, cuando ella está en esa fase de “no quiero nada serio, solo quiero divertirme” cuando en el fondo lo que está pensando es “no sé lo que quiero pero mejor me enrolló con alguien no me vaya a quedar solterona, además con suerte mi ex estará celoso e intentará recuperarme”.

Muchas mujeres tienen un miedo atroz a estar solteras durante largo tiempo, sobre todo de cara a sus amigas, las cuales no dejarán de darle la lata si creen que aún hay alguna posibilidad de arreglar una relación larga.

“Pues yo creo que deberías hablar” “Es una pena después de tantos años que la cosa acabe así” “A mí me gustaba, ojala mi machucante fuera como tu ex”, son cosas que ellas no dejan de escuchar y les hace dudar “¿Fue culpa mía?” “El tiraba con otra y era un cabrón ¿Con mi amor puedo redimirle?” “¿El problema soy yo?” “¿He perdido gancho mientras estaba con él y ya no soy capaz de seducir a otros?” y lo que es peor “¿ESTARÁ YA CON OTRA?”

Por eso no tienen problemas en buscar un novio bisagra, porque eso acalla a su entorno, les da confianza en sí mismas de cara a encontrar un sustituto REAL y sobre todo dar celos a su Ex, lo cual es una buena carta de cara a recuperarlo o superarle.

Total, ellos siempre están cachondos, lo difícil es hacer que se comprometan, no les dolerá…. ¿o sí?


Si estás empezando en esto de enrollarte con una macanuda abandonada, si llevas tiempo -años- sin tocar culo o si has ido detrás de ella desesperado, ha accedido a coger y crees que te ha tocado la lotería…empieza tu infierno.

jueves, 22 de junio de 2017

990: cuernos vienen, cuervos van

— ¿Y de todo eso a ti no te importa nada?
—Antes sí. ¿Te acuerdas? Hace mucho tiempo. Entonces, en los primeros años de nuestro matrimonio, cada una de tus infidelidades era como un puñal que alguien clavaba en el pecho de aquella pobre chica tan romántica y tan enamorada. Yo lloraba mucho, muchísimo. ¡Dios mío! ¡Cuánto he llorado!
¡Pobre de mí! Como lloran las mujeres engañadas en las telenovelas y en las malas comedias y en las películas estúpidas. Como lloran en la soledad los seres abandonados sin razón. ¡Desesperadamente! Algo de muy mal gusto. Ahora lo reconozco… Una vez incluso estuve a punto de abandonarte para siempre. No lo has olvidado, ¿verdad? Fue cuando te escapaste a Panduro con aquella putita que cantaba en una boîte. Pero no tuve valor. ¿Qué hubiera dicho la gente? ¡Figúrate! Nunca se sabe.  Después, ¿para qué te voy a contar, cariño? Han ido pasando los años. Tú salías de una aventura y entrabas en otra. Y yo un día descubrí dentro de mí misma algo realmente sorprendente: ¡que ya no me importaban tanto tus engaños! Por último el mismo día en que me presentaste a Rosalía, figúrate qué casualidad, descubrí que ya no me importaban nada… ¡Qué graciosa es Rosalía! ¿Verdad? Tan divertida y tan desvergonzada…
—Entonces, ¿es que ya no me quieres?
— ¡No! ¿Quién ha dicho eso? Te sigo queriendo mucho, amor mío. Pero de otra manera, claro está…
— ¿Eres muy desgraciada?
— ¿Cómo? ¿Que si soy desgraciada? ¿Yo? ¡Ah, no! Ni mucho menos, cariño. ¡Que se te quite esa idea de la cabeza! ¡Vamos! Pero si yo lo paso estupendamente…
— ¿Estás segura?

— ¡Pues claro que sí! ¡Dios mío! Vivo una vida tan brillante y tan maravillosa. Mira, soy nada menos que tu esposa. Un hombre importante, rico, influyente, poderoso. Naturalmente, eso quiere decir que yo, la excelentísima esposa soy rica, influyente y poderosa. Todo el mundo me adora. Aparezco retratada en los periódicos con el menor pretexto, y no pasa un día sin que mi nombre figure. Todos celebran mis fiestas. Hay personas que darían un año de vida por recibir una invitación mía… De vez en cuando aparece por ahí un fresco que, para caerte a ti en gracia, me hace un poquito la corte. ¿No lo sabías? ¡Amor mío! ¿Qué más puedo desear yo? ¿No crees tú que todo eso es más que suficiente para que cualquier mujer se sienta la mujer más dichosa del mundo? ¡Ah! Te aseguro que yo a estas alturas de mi vida no me cambiaría por ninguna…

miércoles, 21 de junio de 2017

989: la mercera

Carmen había hecho una buena boda. Raul la quería, y era el tipo más divertido de Cuevo, además dueño de una pequeña mercería que daba lo suficiente para vivir bien. Entusiasta y nervioso, se lanzaba a todas las aventuras que se le ponían por delante, incluidos negocios ruinosos, farras con los amigos, excursiones por comarcas remotas o amoríos con cuanta profesora o enfermera que llegase al pueblo a trabajar. Carmen, que lo trataba como a un niño, se lo perdonaba todo, hasta lo de los amoríos, porque sabía que la seguía queriendo, y para ella eso bastaba. Por lo demás, como solía decir sin ningún recato a sus amigas, prefería un marido infiel y feliz a un esposo devotísimo pero mustio.
El día que cumplió los cuarenta años, Carmen se lo encontró al llegar de la mercería justamente así como no se lo quería encontrar, mustio, cabizbajo, tristón. Acababa de darse cuenta de que lo mejor de su vida había pasado, le confesó. ¿Y qué había hecho? No había cumplido ninguno de sus sueños de infancia, no había cruzado el Orinoco, ni pescado un tiburón, ni avistado las cumbres nevadas de los Andes, lloriqueó. Así que Carmen, abrazándolo, se lo dijo muy clarito:
—Pues vete, hijo, vete, haz todo lo que puedas, yo me quedo aquí tan feliz.
Raul se marchó una mañana de primavera, para no volver nunca más. No llegó a avistar las cumbres de los Andes ni cruzó el Orinoco, pero sí que logró pescar algunos tiburones allá en el mar Caribe, donde se instaló al descubrir que Cuba le ofrecía muchas más aventuras que Cuevo y que una mulata de nombre Lolita reunía en sí la robustez y el descaro de todas las maestras y enfermeras posibles, además de la santa paciencia de su esposa.
Cuando supo que su marido no pensaba regresar a casa, Carmen no se lo tomó del todo mal, e incluso llegó a habituarse pronto a su rara situación y a cogerle cariño a la familia que Raul iba creando y de la que le daba puntual cuenta en sus frecuentes y tiernas cartas. Fue la madrina por poder de la primera hija, a la que pusieron su nombre y de la que ella se ocupó en la lejanía con toda la devoción de una madre postiza. A pesar del escándalo de muchas de sus amigas, las fotografías de las siete criaturas de su marido fueron alineándose con los años en la consola de su sala de estar, junto a otra más grande en la que posaba muy sonriente y moreno el propio Raul al lado de su mulata. A cambio, ella le envió un retrato de su boda que la pareja de concubinos colgó en la sala de estar. Poco a poco, la gente fue acostumbrándose a aquella situación, y llegó a ser normal que las clientas menos pacatas de la mercería le preguntasen por la salud de su marido, la otra mujer y los niños.
La única pena de Carmen durante aquellos años se la había provocado su cobardía: a pesar de la insistencia de Raul y hasta de Lolita y los críos, que siempre añadían unas letras en las cartas, nunca tuvo valor para coger un barco y plantarse allí. Estaba convencida, por alguna extraña razón que ni ella misma podía explicarse, de que en cuanto se alejase de Cuevo le sucedería algo malo, quizá la muerte. Y también el motivo por el cual se quedaba porque no podía imaginarse siendo peinada por manos distintas de las de su peinadora de toda la vida. ¿Cómo iba a arriesgarse ella a perder el poco pelo que aún le quedaba y a que se lo cambiasen de color? Hijas, añadió, a ver si me voy a morir por ahí hecha un adefesio. ¡Ni hablar!

martes, 20 de junio de 2017

988: La ciencia del amor

¿Por qué se dice “gozar como una puta” y “sufrir como una madre”?
¿Por qué no podría decirse “gozar como una madre“  y “sufrir como una puta”?
El segundo par de expresiones, después de todo, parecería mucho más adecuado cuando de sexo se trata.
Pero los hijos no están dispuestos a reconocer ese goce. Conscientemente, por lo menos.
La oposición entre la madre y la puta corresponde, a la diferencia entre las representaciones de la figura materna con y sin censura: la mujer excluida de la lista de los posibles partenaires sexuales es, en otra escena, el objeto sexual por excelencia

lunes, 19 de junio de 2017

987: transformación

«Se dirigió entonces hacia ellos, con la cabeza baja, para hacerles ver que estaba dispuesta a morir. Y entonces vio su reflejo en el agua: el potito feo se había transformado en un soberbio culo blanco... »


sábado, 17 de junio de 2017

986: tiempo al tiempo

Ni te busqué en otra mujer ni nada. Ni siquiera te molesté. Lo que hice fue meterme en mi mundo para poderte esperar siempre ahí y fingir que la vida cotidiana también me era posible. Encontré toda una vida de paliativos con mis amigos y me reía y los hice reír y canté y me emborraché y trabajé y empecé a eso que se dice triunfar. Y hubo bailongos y narices respingadas hubo, por decirlo de alguna manera, y algunas cruelmente mejor respingadas que las tuyas pero bastaba siempre con acercarme bien para que nadie fuera como tú eres. Y mi esperanza fue por dentro. Sigue yendo por dentro. Y a veces se ríe o se burla de mí cuando en la vida cotidiana hasta parece que fuera un canalla, unas veces; un cretino, otras, o aquel muchacho que te fue a invitar para que seas su pareja en  su  baile de promoción y era sagrado y cada uno debía asistir con la chica más maravillosa de su vida, y que ella le dijo que se había comprometido a ir, con uno de tus
condiscípulos.

viernes, 16 de junio de 2017

985: la que jamás me dijo que me amaba

—No te habrás olvidado lo que me gusta, niño bueno.
Me susurró al oído. Y, sin esperar mi respuesta, se puso de espaldas, abriendo las piernas para hacer sitio a mi cabeza, a la vez que se cubría los ojos con el brazo derecho. Sentí que comenzaba a concentrarse totalmente, con esa intensidad que yo no había visto nunca en ninguna mujer, en ese placer suyo, solitario, personal, egoísta, que mis labios habían aprendido a darle. Lamiendo, sorbiendo, besando, mordisqueando su sexo pequeñito, la sentí humedecerse y vibrar. Se demoró mucho en terminar. Pero qué delicioso y exaltante era sentirla ronroneando, meciéndose, sumida en el vértigo del deseo, hasta que, por fin, un largo gemido estremeció su cuerpecito de pies a cabeza.
«Ven, ven», susurró, ahogada. Entré en ella con facilidad y la apreté con tanta fuerza que salió de la inercia en que la había dejado el orgasmo. Se quejó, retorciéndose, tratando de zafarse de mi cuerpo, quejándose: «Me aplastas». Con mi boca pegada a la suya, le rogué.
—Por una vez en tu vida, dime que me quieres. Aunque no sea cierto, dímelo. Quiero saber cómo suena, siquiera una vez

jueves, 15 de junio de 2017

984: la potra

El grupo más alegre era el de las yeguas de dos a tres años.
Estas se paseaban todas juntas como las señoritas, y se mantenían apartadas de las demás.
Se agrupaban apoyando sus cabezas en el cuello de las otras, resoplando y saltando: de pronto empezaban a dar brincos con la cola levantada y rompían al galope unas en torno a las otras.
La más hermosa y la más traviesa del grupo era una alazana. Todas las demás imitaban sus juegos y la seguían a todas partes. Era la que daba el tono a la reunión. Estaba aquel día extraordinariamente alegre y predispuesta a la diversión.

Después de pastar, una vez satisfecha, se revolcó en la hierba, y, cansada de aquel juego, se dedicó tenazmente a molestar y a provocar a las yeguas viejas, corriendo por delante de ellas. Asustó a un potrillo que estaba mamando con gran seriedad y se divirtió persiguiéndole y haciendo como si quisiera morderle. La madre, asustada, dejó de pacer. El pequeño empezó a relinchar ñoñamente; pero la traviesa alazana no le hizo daño, y contenta por haber distraído a sus compañeras que la miraban con interés, se alejó como si no hubiese hecho nada.

El caballo tordo le lanzó un relincho dulce y apasionado. Aquel relincho tenía la expresión de la ternura y de la tristeza unida. En él se adivinaban promesas de amor y deseos no satisfechos. A la joven yegua le enterneció, y estuvo escuchando durante mucho tiempo. Pero la locuela no era amiga de preocuparse demasiado.

Cuando la voz del caballo se hubo extinguido, relinchó en tono burlón, escarbó la tierra con sus lindos cascos. La potra se sentía víctima de la juventud, que le hacía sufrir más aún que los hombres; y sin embargo, ni a aquélla ni a éstos les había hecho jamás daño alguno. Los hombres le necesitaban, pero ¿por qué los caballos no le dejaban en paz?

Eso fue algo que nunca pudo comprender.

miércoles, 14 de junio de 2017

983: "Popotitos"

"Popotitos" es una canción de rock en español interpretada por la banda mexicana Los Teen Tops. La canción tiene la música del exitoso tema de rock and roll "Bony Moronie", de Larry Williams que fue un éxito considerable en el mercado estadounidense en 1957.

Las letras de "Popotitos" y "Bony Moronie" son similares, pero como en el caso de "La Plaga", en la versión en español el sexo está ausente, mientras que en la versión original es el tema central.

El tema en inglés comienza con la frase «tengo una chica llamada Bony Moroni». El cantante cuenta que ella es «flaca como un macarroni», es decir como un fideo. El estribillo, repetido tres veces repite: «pero yo la amo y ella me ama, y más felices no podríamos ser, haciendo el amor bajo el manzano». En la segunda estrofa el cantante cuenta que le contó a los padres de Bony Moroni, exactamente lo que quería hacer: casarse en una noche de junio y 'rock and rollear' toda la noche. Aquí la expresión "rock and roll" tiene el doble significado de bailar toda la noche, pero también tener sexo. En la tercera estrofa la canción dice que Bony Moronie es muy atractiva, que la gente se da vuelta para verla, y que es su primera y única; es el deseo de su corazón.

El rock "Bony Moronie" fue versionado en español como "Popotitos", censurando toda referencia sexual. Enrique Guzmán, entonces un adolescente líder de los Teen Tops, declaró que la letra la compuso pensando en su hermana, que tenía "patas de pollo".

En la versión de Enrique Guzmán y Los Teen Tops, Popotitos no aparece como una chica bonita, como la Bony Moronie original, pero eso no importa, ya que lo importante es que sabe bailar rock and roll y eso es lo que la hace atractiva:

Mi amor entero es de mi novia popotitos
Sus piernas son como un par de carricitos
Y cuando a la fiesta la llevo a bailar
Sus piernas flacas se parecen quebrar

Popotitos no es un primor
Pero baila que da pavor
A mi popotitos yo le di mi amor

Popotitos baila rock and roll
Y no la ves ni con la luz de sol
Es tan delgada que me hace pensar
Que en plena lluvia no se va a mojar

Popotitos no es un primor
Pero baila que da pavor
A mi popotitos yo le di mi amor

Cuando hay aire fuerte parece volar
A miss universo nunca va a llegar
Con mi popotitos me voy a casar

De aquí en adelante lo voy a alimentar 

martes, 13 de junio de 2017

982: Si te hace falta algún "te quiero", algún "te adoro" o algún loco que viva para ti, entonces piensa en mí... y cuenta conmigo.

♡ Mi vida no la cuento por las veces que respiro, si no por las veces que me quitas la respiración.
♡ El amor no es como lo pintan, ni como lo cantan, ni como lo escriben. El amor es como lo que yo siento por ti.
♡ Cómo no actuar como un imbécil, cuando tus ojos lo único que hacen es hipnotizarme.
♡ Cuando busque un destino del que no quiera escapar, te buscaré a ti porque tú eres mi único destino...
♡ Cuando te conocí me di cuenta que el amor existe, porque ahora no me imagino mi mundo sin ti.
♡ Eres la luz de mi mundo. Cuando estás conmigo se llena mi corazón, tiene sentido la vida y el mundo es una ilusión.
♡ Pedí un deseo, apareciste tú, así de simple...
♡ Eres el "te quiero aquí conmigo" de todos mis días.
♡ No eres de color azul, ni negro, ni estas tan lejos, pero si eres mi cielo...
♡ Quédate cerca de mí, al alcance de mi vista, te necesito más de lo que te imaginas.
♡ De ti me gustan hasta esas cosas que no soporto en los demás.
♡ Si tienes que caminar 100 pasos para llegar a mí, solo camina uno, que yo caminaré los 99 por ti.
♡ Primero eres un amigo, después una ilusión y ahora eres lo más grande que llevo en el corazón.
♡ Cuando estoy contigo siento que lo imposible se hace posible, cundo te vas todo se hace difícil.

♡ Tequiero, así sin espacios, TE QUIERO en mayúsculas, tq en abreviatura, te Kiero hasta con faltas de ortografía, pero de verdad te quiero...

domingo, 11 de junio de 2017

981: música y mujer a destiempo


Ignorada marcianita / aseguran los hombres de ciencia / que en diez
años más tu y yo / estaremos tan cerquita / que podremos pasear por
el cielo / y hablarnos de amor.
Yo que tanto te he soñado, / voy a ser el primer pasajero / que viaje
hasta donde estás. / En la Tierra no he logrado / que lo ya conquistado
/ se quede conmigo nomás.
[Coro] Quiero una chica de Marte / que sea sincera, / que no se pinte,
ni fume, / ni sepa siquiera / lo que es rock and roll.
Marcianita, blanca o negra, / espigada, pequeña, gordita o delgada /
serás mi amor. / La distancia nos acerca / y en el año setenta / felices
seremos los dos.

“Marcianita” (1959), compuesta en Santiago de Chile por Galvarino Villota Alderete, música y José Imperatore Marcone, letra, es un buen ejemplo de la ambigua reacción de los músicos y la industria musical sudamericana frente al rock and roll.

 “Marcianita” es una canción de amor despechado, temática recurrente en las canciones de amor, pero esperanzadora, aunque solo sea mediante la quintaesencia del amor platónico: enamorarse de una extraterrestre. No importan sus condiciones físicas, que son más bien atributos humanos, – blanca, negra, espigada, pequeña, gordita, delgada –, por lo que asumimos una marciana de rasgos antropomorfos. Lo que subyace es el apego al molde tradicional de la mujer: fidelidad, recato, abstinencia, autocontrol. Podrá bailar el liberador charleston, pero bajo el manto protector del foxtrot, que reinaba desde los años treinta poniendo orden a tanta jovencita que se había sacado el corsé y que ahora volaba por los aires.

Este conflicto entre lo establecido y lo nuevo se sustenta musicalmente en el conflicto entre el jazz y el rock and roll, que es también un conflicto generacional. El conflicto se produce en el presente –manifestado por el rock and roll–, pero un presente que es evitado con la restauración del pasado y la ensoñación del futuro.
Este diálogo entre presente, pasado y futuro de “Marcianita” se ha expresado desde los comienzos mismos de esta canción y sus originales múltiples, luego continúa al acercarse al esperado encuentro de 1970 y culmina en la actualidad, aunque algo desarticulado bajo el manto homogenizador del pop.

A comienzos de la era espacial, máxima expresión de la modernidad al inicio de la Guerra Fría, “Marcianita” nos habla de predicciones científicas que vaticinan la llegada del hombre a Marte en 1970. Cuando la canción enuncia el futuro es cuando comienza el interludio instrumental, abordado paradojalmente desde un jazz revivido.

sábado, 10 de junio de 2017

980: el temperamento

DE UNA PERSONA POR SUS HÁBITOS DE COMIDA.
Los sanguíneos comen todo lo que tengan a la vista... y por lo general, se le nota. En un restaurante, disfrutan tanto hablando que casi nunca miran la carta hasta que llega la mesera.
Los coléricos, que son comedores muy estereotipados, apenas si varían su menú de un día al siguiente; y, cuando llega la comida, la devoran en grandes bocados, hablando muchas veces mientras mastican la comida.
Los melancólicos son comensales muy meticulosos para escoger. Necesitan una eternidad para decidirse acerca de qué pedir, pero cuando llega la comida, saborean cada bocado.
Los flemáticos son los comedores más deliberados de todos y son invariablemente los últimos en acabar. Esta es la razón principal de que raramente aumentan de peso. (Todos los especialistas en dietética advierten a los pacientes obesos que coman lentamente, porque se necesitan veinte minutos para que la comida que entra por la boca apague la sensación de hambre).

POR LA MANERA DE COMPRAR
Los sanguíneos no tienen conciencia de los precios, sino que seleccionan para su satisfacción visual. Les atrae el embalaje y la publicidad llena de colores. En la tienda de comestibles, el suyo es el carro más lleno.
Los coléricos, especialmente los hombres, no disfrutan haciendo compras. Sólo van a la tienda cuando necesitan algo y quieren comprarlo y llevárselo. Como los sanguíneos, por lo general compran en exceso, pero no tanto.
Los melancólicos son compradores deliberados y decididos que comparan los precios y la calidad con bastante cuidado. Pasan sus manos sobre el artículo, lo aprueban dos o tres veces, se van una vez de la tienda, o dos, y si no está vendido cuando vuelven, lo compran. Provocan embotellamientos de tráfico al esperar para decidirse. En la tienda de comestibles saben dónde está cada cosa y guardan todos los cupones de cada fabricante.
A los flemáticos, especialmente a las mujeres, les encanta comprar. Dedican más tiempo, y son probablemente más frugales que los demás tipos. Son casi tan Indecisos como los melancólicos. Tienen que comprar más frecuentemente que los otros tipos porque no han comprado lo suficiente en su primer viaje.

POR LA CAPACIDAD COMUNICATIVA
Los sanguíneos son oradores intuitivos. Son excesivamente expresivos y usan libremente de la exageración.
Los coléricos son lo suficientemente expresivos como para hablar libremente, pero por lo general son más deliberados que los sanguíneos. Son debatidores y discutidores; nadie puede ser más mordiente y sarcástico que ellos.
Los melancólicos nunca empiezan a hablar hasta que han pensado con precisión qué es lo que quieren decir. No les gusta interrumpir a los otros, pero una vez que empiezan siguen hasta que han descargado todo su mensaje.
Los flemáticos no se excitan acerca de nada y raras veces entran en debates o se meten en conversaciones. Responderán a preguntas con ingenio y buen humor, pero raramente dirán nada voluntariamente, sólo cuando se le pregunte.

POR EL CUIDADO DEL JARDÍN
Chispeante Sanguíneo se levanta temprano el domingo por la mañana para arreglar su jardín. Con gran energía alinea todas sus herramientas (posee todos los Instrumentos habidos y por haber debido a su total ausencia de resistencia a las compras) y se dispone a cortar, Igualar, segar y podar. Sin embargo, treinta minutos más tarde está en animada conversación con un vecino. Antes de acabar el día, manda a su hijo que le guarde las herramientas, y se decide a arreglar el jardín la semana que viene. Chispeante es evidentemente uno de los más grandes morosos del mundo.
El señor Colérico aborrece el trabajo del jardín y por ello cuando lo hace, lo hace enconadamente. Trabaja con un ritmo frenético a fin de terminar pronto con el trabajo, y no es precisamente el primor lo que lo caracteriza. Se puede señalar el jardín del colérico al conducir a través del vecindario, con sólo buscar setos miniatura y árboles enanos.
El señor Melancólico tiene una aptitud natural para crear cosas y por lo general mantiene el mejor jardín del vecindario. Es el que habla a sus plantas y las mima, y casi todos los fines de semana lo encontraremos a gatas en su jardín cuidando de su césped y setos.

El césped del flemático sugiere por lo general que su dueño está aún en la casa tarde el sábado por la mañana, sorbiendo su tercera taza de café, y seguro que es así. Capaz de dar un cuidado superior a su césped, el señor Flemático se cuidará escrupulosamente de "la vieja plantación", sin embargo, debido a su deseo de descansar quedará vencido por su Impulso a hacer lo que está aceptado

viernes, 9 de junio de 2017

979: Nannarella

No era bella, a menudo sombría, tenía siempre las ojeras, un colorido terroso y los cabellos negros como no se puede imaginar, con la consistencia de una madeja de seda pesada. Las piernas eran delgadas y ligeramente curvas, era baja y de grandes caderas. Tenía un escote espléndido, como también lo eran las manos y los pies. Donde estuviera no se la miraba más que a ella. Además, era muy caprichosa y prepotente. (…) Tenía una concepción mafiosa de la amistad

Complicada, temperamental, desbordada, egocéntrica y genial, no sabía de medios términos, ni de acuerdos tibios, ni de compromisos estratégicos. Todo en ella era extremado. No por nada su más fiel compañía fueron siempre los perros y los gatos, que, como sabemos, no tienen muchas oportunidades de elegir el lugar donde viven.

Era romana hasta la médula. Nació pobre, hija única e ilegítima. Creció en un hogar con madre, abuela y tres tías. Aprendió a cantar desde muy niña y por ahí se enfiló hacia el espectáculo.

miércoles, 7 de junio de 2017

978: colegiales

— ¿Sabes? No pensaba venir...
— Pero has venido.
— Ya me he enterado de quién es el otro, el que estaba con mi chica, ya lo sé. El mismísimo chico de mi hermana. ¿Sabes que lo ha dejado? Ahora Natalia está con Gregorio, y... todo ha ocurrido tan deprisa que yo...
— Sí, ya lo sé, ya lo sé. ¿Pero tú cómo estás?
— ¿Que cómo estoy? ¿Tú cómo estarías si te enteraras de que tu chica se ha arreglado con el chico de tu hermana?
— Hecho un verdadero lío.
— Exacto
— Parece uno de esos culebrones mejicanos. Lo venía pensando: al final Beba tiene lo que quería, Agustín tiene lo que quería, Natali tiene lo que quería, todos tienen lo que querían. Todos... menos yo.
— ¿Y tú qué querías?
— Yo quería a Beba.
— ¿Estás seguro?
— Sí, no sé..., a lo mejor no. Yo qué sé...
Los dos nos levantamos de las escaleras casi al mismo tiempo.
— ¿Y qué te ha pasado en el labio?
—Nada. Tropecé.
— ¿Así que tropezaste?
—Sí.
—Tropezaste con Agustín, ¿no?
Por lo visto ya le habían contado lo de mi pelea con Agustín y todo eso.
— Lo has hecho por mí, ¿verdad? Te has peleado con ese idiota por mí...
—Bueno, yo...
— No deberías haberlo hecho. Ese podría haberte pegado una paliza, o incluso dos, pero te lo agradezco mucho, de verdad. Nadie había hecho nunca algo así por mí. Te has..., te has peleado con el tipo con el que mi chica me estaba engañando. Eres el mejor amigo que tengo.
—Bueno, venga ya. No nos pongamos cursis. 

martes, 6 de junio de 2017

977: Tundama Ortiz: cuentos de minicuentos

Conversión
Después de muchas cavilaciones y agobiado por los problemas de tener una baja, bajísima autoestima, aquel minicuento decidió matricularse en un taller literario.
Allí intentó hacer amigos. Al principio, recién llegado, le dirigió sus palabras a una novela de espionaje. Muy pronto, sin embargo, se dio cuenta de que lo miraba con sospecha. En efecto, al poco tiempo y sin pudor alguno, ella empezó a esculcarle los adjetivos pensando que el minicuento no era más que un micrófono.

Frustrado, el diminuto personaje trató de intimar con un relato erótico, pero éste, tras desabrocharle los sustantivos, se desanimó por lo corto de su argumento.

La novela de terror le susurraba verbos espantosos entre líneas, mientras que la novela histórica sólo tenía ojos para una elegante y corpulenta biografía. El minicuento pensó entonces que lo mejor sería buscarse compañeros de su misma estatura y, a falta de otros de su especie, se animó a hablarle al selectísimo grupo de las poesías. Pero aquellas, delicadas e inefables, despreciaron al minicuento porque la pobreza de su léxico le impedía ir con ellas al salón de belleza.

Decepcionado, triste y con la autoestima a ras de letra, el minicuento se retiró del taller literario. Tras fracasadas sesiones terapéuticas con un famoso libro de superación personal, tras una temporada alcohólica y muchos incidentes desagradables con el género policiaco, el minicuento optó por vincularse a una secta religiosa.

Ahora, gracias a la conversión divina,  cualquiera que lo leyese pensaría que se trata de un versículo o de un salmo responsorial. En todo caso, para alegría del microscópico relato, su autoestima se ha elevado bastante, se ha elevado a dimensiones alegóricas que ya empiezan a desbordarle sus enanas y estrechas líneas...

Roguemos todos para que este minicuento soporte el peso de la palabra celestial.
Bienaventurados los pobres de vocabulario porque de ellos será el reino de las artes.

Aaaamén.