En nuestra sociedad, por lo
regular, se piensa que la vida de los hombres es más fácil que la de las mujeres;
es común escuchar frases como las siguientes: Me hubiera gustado ser hombre, el hace lo que quiere, las mujeres
sufren más que los hombres, el hombre sólo tiene que trabajar y puedo hacer lo
que quiera.
Estas frases expresan opiniones
arraigadas que, fomentadas por vecinos y vecinas, van formando tanto en ellos
como en ellas pautas de conducta, emociones, actitudes e imágenes de lo que deben
ser el vecino y la vecina.
Si bien es cierto que los hombres
tienen relativamente más libertades que las mujeres (salir de noche, faltar a casa,
putear solos, elegir en qué lugar estar, entre otras), esto no quiere decir que
su vida sea más sencilla. En la actualidad cada vez es más frecuente encontrarse
con hombres que han empezado a preguntarse por qué solo por el hecho de ser
hombres, tienen que cumplir con ciertas expectativas como ser valientes,
exitosos, agresivos, poderosos, o porque les se les censura exteriorizar sentimientos
o emociones propias o de las mujeres como la ternura, la paciencia, el dolor,
la depresión o el temor.
Imagina el drama de Gustavo. A él
le han enseñado que de él va depender la manutención de una familia y que tiene
que trabajar o estudiar para enfrentar ese futuro. Por lo tanto, le dicen que
carrera estudiar o donde tiene que trabajar para ganar el suficiente dinero.
Pero, ¿qué pasa si Gustavo no quiere hacer ninguna de las dos cosas?, ¿qué va a
pasar si Gustavo en lugar de estudiar ingeniería agronómica quiere ser flautista,
o árbitro de fútbol, o dedicarse a las putas o a la riña de gallos?
Probablemente será criticado por sus familiares o personas cercanas, ya que no
está cumpliendo con su “deber” de hombre.
Por otro lado, supongamos que a
Gustavo le gusta una chica; se espera que la corteje y persista hasta que ella
caiga. ¿Y si no quiere cogerla? ¿Qué pasará si ella toma la iniciativa? pueden
ser criticados, porque esto no es lo normal, no es lo que marcan sus usos y costumbres.
Gustavo también ha tenido que aceptar
retos de sus pares, que ponen en riesgo su perfil greco-romano, como el pelear
con otros, demostrar que es valiente, fuerte, dominante, macho alfa. Al platicar
o convivir con sus amigos compite para ser el primero en beber cerveza, el que
tiene más novias o coge a más mujeres, el que conoce más de autos o de fútbol o
de cualquier otro entretenimiento varonil.
Tal vez ha besado a una compañera
sin desearlo, o ha cogido a la madre de un amigo sin quererlo. Cuántas veces Gustavo
habrá caminado de noche, por lugares peligrosos, con el asterisco fruncido
temiendo que vaya a sucederle algo malo. Seguramente en varias ocasiones se ha
sentido frustrado y ha querido orinar, pero no lo hace por temor o por
vergüenza a que los demás lo vean y lo califiquen de meón.
En cuántas ocasiones se habrá
reprimido para no expresar que siente miedo, que no es tan fuerte como suponen
que es. ¿No se habrá angustiado alguna vez al pensar en el tamaño de su pirulin?
¿O vive angustiado con el temor que alguno de sus amigos se coja a su amor platónico?
Estas situaciones suelen presentarse
en la vida cotidiana de la mayoría de los hombres, jóvenes o adultos. Te has
preguntado ¿cuáles son las causas de esas actitudes y patrones de conducta con
los que se pretende reafirmar su masculinidad?
Esta cavilación es importante, ya
que muchas de las ideas, usos y costumbres que aprendemos del medio que nos rodea
nos llevan a adoptar ciertas prácticas y comportamientos que, en el caso de los
hombres, muy a menudo afectan su integridad física, psicológica y emocional y
les impide desarrollar sus potencialidades humanas, como por ejemplo pedorrear
abiertamente sus emociones y afectos.
Con respecto a lo de tomar la iniciativa para empezar una relación, hasta ahora también eran peor vistas las mujeres que lo hacían que los hombres que no lo hacían.
ResponderEliminarUn abrazo.
La vida nunca es fácil seas del sexo que seas.
ResponderEliminarPero con permiso de todos los Gustavos creo que las mujeres lo tenemos peor.
Y en algunos lugares del mundo muchísimo peor.
Creo que los estereotipos de Gustavo son desde una óptica machista. En mi cultura las mujeres también tenemos que trabajar y ser exitosas. Y nos han enseñado que la manutención de la familia depende de ella al 50 por ciento y que tenemos que estudiar y prepararnos más que el hombre porque el poder, en manos del él, nos lo pone muy difícil para progresar. En mi isla no se educa a las mujeres para que sean simples amas de casa. Por tanto, tienen las dificultades del hombre y las propia de su género. Esa visión de los sexos tan machista debería ser actualizada acorde a los tiempos que vivimos. Nos crea más obstáculos para progresar.
ResponderEliminarUn saludo, Chaly.
Todos llevamos nuestra cruz, pero me uno a los tres comentarios anteriores.
ResponderEliminarÓptica bastante machista.
Besos
Cda cual lleva lo suyo y creo que ya deberíamos acabar con estos enfrentamientos entre ambos sexos.
ResponderEliminarLarga vida a Gustavo
ResponderEliminar¡Abajo la sociedad hipócrita!
Saludos,
J.
El reparto de roles perjudica a todos y a todas, pero sigue saliendo a cuenta a los varones.
ResponderEliminarUn beso
Cosas de la vida, el amor y el sexo ... o los "sesos"
ResponderEliminarbeso