lunes, 27 de febrero de 2017

897: por qué me jocheas?

— ¿Son ciertas todas esas aventurillas que me han contado?
—Completamente.
—Son muchas.
—Nunca son demasiadas
— ¿Y qué obtienes de esas relaciones esporádicas?
—Sexo
Soltó un bufido.
— ¿Qué sucede? ¿No te gusta el sexo?
—Me gusta, pero no lo concibo fuera de una relación estable.
—Lo suponía. Es una verdadera lástima.
— ¿No has vuelto a tener una relación seria con ninguna?
—No. No voy a enamorarme, si eso es lo que te interesa saber.
—Entonces te has vuelto de esos.
— ¿De cuáles?
—De esos cobardes incapaces de involucrarse en una relación seria. De esos que se pasan la vida yendo de culo en culo porque se creen muy machitos cuando en el fondo no son más que unos seres patéticos.
— ¿Eso es lo que piensas de mí?
—Sí
— ¿Y puedo saber por qué te enfurece tanto? ¿Te has enamorado alguna vez de uno de esos tipos?
—No, tú eres el primero que conozco.
—Lamento que no te complazca, pero al menos yo soy honesto. Establezco los límites y nadie sale perjudicado. No finjo amar.
— ¿Qué has querido decir con eso?
—Creo que está bastante claro. Pareces ofendida. ¿Acaso te has dado por aludida?
—En absoluto.
—Entonces deja de apretar los dientes
—Sólo estoy dando mi opinión. Por mi puedes hacer lo que te dé la gana
— ¿Y qué me dices de tu amiga? ¿Ella no es patética?
— ¿Qué tiene ella que ver con esto?
—Cumple el perfil que has descrito. Ella va de pene en pene.
—No es lo mismo.
— ¿Puedes explicarme?
—Los hombres nos han estado usando durante siglos, ya es hora de que nos tomemos la revancha
—Así que ella lo hace por venganza.
—Tal vez
— ¿Y no es más patético hacerlo por venganza que por placer?
—Así que, lo que haga ella o cualquier otra mujer está plenamente justificado.
—No sabía que fueras una feminista.
—No lo soy
—Entonces eres una amargada  Te gustaría ser como Raquel, pero tu miedo no te lo permite.
—No quiero ser como Raquel, y desde luego no quiero ser como tu Yo no necesito meterme en la cama cada día con una persona distinta para que levante mi autoestima.
— ¿Sabes cuál es tu problema?
—Yo no tengo ningún problema.
—Creo que tu marido no te coge bien.
—Y tú eres un inmaduro. Siempre lo reduces todo a lo mismo.
—No fui yo quien tocó el tema, vámonos.
—No me trates con condescendencia
Se acercó y la abrazo, ella trató de zafarse
—Te deseo y te aseguro que me estoy aguantando, pero al menos yo no pierdo los estribos.
La apretó un poco más y la atrajo hacia él hasta que sus labios casi se rozaron
—Tú tampoco deberías perderlos, a menos que estés preparada para ponerle cuernos a tu marido

sábado, 25 de febrero de 2017

896: El velorio

—Lo siento señor, pero usted no puede entrar
—Y quien es usted para no dejarme entrar?
—Soy el hijo mayor del difunto
—Y eso tu lo viste?
—Si, fue en el momento en que llegue a la puerta
—Y a ti te dieron también el alto?
—Don Gustavo gracias por venir, pase por favor
—Antonio, porque cierras el paso a los vecinos?
—Mi padre, me entrego una lista de las personas que podían asistir en su velorio, y me dijo “no dejes entrar a mi casa a todas esas personas que estando yo vivo, jamas me visitaron” y yo don Gustavo cumplo su ultimo mandato
—Entonces en el velorio no había nadie?
—Unos tres o cuatro vecinos y unas doce o quince vecinas
—Y esas vecinas estaban en la lista?
— Antonio, ¿y todas esas vecinas estan en la lista?
—No, don Gustavo a esas dos viejitas las deje entrar por que me dio pena cerrarles el paso
—E indagaste cuantas vecinas estaban en la lista?

—Casi todas, también estaban tu esposa y la mia

viernes, 24 de febrero de 2017

895: noche de bolas

Ella salí del baño con ese camisón y ese salto de cama, tan historiados como innecesarios, que llevan en su ajuar las recién casadas. Al ponérselo, el satén le produjo un escalofrío.
-Estás preciosa.
Le hizo dar una vuelta completa y la abrazó. Ella sabía lo que iba a suceder a continuación, pero estaba tranquila: confiaba en él.
-Vuelvo en seguida.
Ella vacilaba entre esperarlo de pie, fingiendo hacer algo o buscar algo en el neceser, o esperarlo sentada fumando un cigarrillo, o echada en la cama. Cada una de esas posiciones denotaba una postura interior y casi una forma de ser. Le pareció más lógica y directa la última: dejé el salto de cama sobre un sillón y se introdujo entre las sábanas. Estaban frías y un poco húmedas. Sintió un nuevo estremecimiento. “No pasa nada, tonta”, se dijo en alta voz. Pensó en su madre, y se preguntó por qué pensaba en ella. Le habría gustado que estuviera cerca. “Probablemente lo está” O que estuviera en una habitación próxima. “Niñerías y sandeces”. Detrás de aquella puerta está su marido. Dentro de un minuto se abrirá y saldrá él, me estrechará entre sus brazos y me cogerá. Lo deseaba. “Qué alegría más grande: el deber coincide por fin con el deseo” En efecto, se abrió la puerta del baño. No apagó la luz de dentro; no se había puesto nada.
-¿Quieres apagar desde ahí las demás luces?
Obedeció. Él se quedó inmóvil. Ella veía su espléndida silueta, con las piernas entreabiertas y un pene ligeramente levantado. Le tendió los brazos. Se acercó. Se sentó en la cama. Se abrazaron con dulzura y sin prisas. Con delicadeza, desató los lazos de su camisón y lo sacó por abajo. Ella pensó que, habría sido más fácil sacárselo por la cabeza, pero lo pensó muy confusamente. Sus bocas no se despegaban una de otra. Le acariciaba la espalda, las nalgas, los muslos. Sus pezones rozaban contra su pecho, y él se inclinó para besárselos. Las brumas del deseo no la dejaban ver ninguna realidad -tampoco quería verla, ni medir el tiempo que pasaba... Sin saber bien la causa, quizá por percibir una distracción suya, como si hubiese hecho un mínimo e intempestivo aparte, se separó de él y abrió los ojos. Él la estaba mirándola. Sonreía con una sonrisa infantil y avergonzada, como la de un niño sorprendido en una travesura.
-Te quiero tanto que no soy capaz de demostrártelo. Pero no te preocupes: pasará. ¿Tú me quieres?
-Sabes muy bien que sí. Ahora quiero ser tuya. Ven ya
-Eso querría, pero... Nunca me había ocurrido antes. Será que estoy cansado.
Sólo entonces entendió lo que insinuaba. Podía haberle preguntado qué otras veces y con quién había hecho el amor, no obstante prefirió decirle:
-No me importa. De verdad. Bésame.
Habían olvidado correr las cortinas. Una luz que se hacía más y más nacarada entró por la alta ventana que daba a un claustro muy extenso. El cuarto entero tomaba un aire fantasmal. Ella oía su respiración acompasada. Pensó de nuevo en su madre, y se durmió con ese pensamiento. Era como si estuviese apoyada en sus rodillas y ella le cantara, lejos y dentro de ella a un tiempo, una canción de cuna….

jueves, 23 de febrero de 2017

894: Coco

— ¿Te acuerdas de la Tere, la que vivía enfrente de la zapatería del Barbas?
— ¿Cuál Tere?
—La flaquita, la que le decían Invisible
—Sí, ahora me acuerdo, la que te gritó una vez ¡tísico! y tú casi la matas de una pedrada
—Sí, ella
—Bueno, ¿qué pasa con ella?
—Nada, nada...
Y luego los silencios que días más tarde el Coco los llenaría con el tabaco.
Cuando empezó a fumar se quedaba embebido, como alucinado con el humo, lo miraba con sus ojos claros
—Has pensado alguna vez en mujeres
—Sí, todas las noches pienso en mi mamá y mis hermanas, creo que si no existieran sería libre
—No seas bruto,  sin tu madre no podrías vivir, yo que soy todo un hombre necesito de la mía, pero no te hablo de eso, quiero decirte por ejemplo…, no tendrías ganas de besarle a la Tere, bueno no a la Tere, a cualquier muchacha, besarla en la boca...
Me recorrió un escalofrío que se hizo consuetudinario siempre que me hablaba de estas cosas, le contesté que sí, por no ser menos, pero la verdad no había ni pensando en ello, conocía el beso abierto de mi madre, el beso que no me daba mi hermano pero que yo lo sentía cuando me dirigía la palabra como a una persona, el beso seco y acostumbrado de mi abuelita y punto final.
—Es lo único que cuenta en la vida, para eso vivimos, para nada más
— ¿Y el fútbol?
—Nada, todo es una porquería, besar, besar, besar, de lo contrario eres un maricón que no sirves para nada
— ¿Tú has besado?
—Claro, ¿soy un hombre, no?
— ¿A quién, a Tere?
Y el Coco prendía un cigarrillo y se silenciaba.
— ¿Se te para tu paloma?
— ¿Cómo?
—Nada, ¿que si se te para esto?
Y su ademán vivo, viril, como de torero, con sus dos manos brindándome el conocimiento del mundo. El desabrocharse, enseñarme y deleitarse:
—Hazlo tú también, es como un salto... Se llama la paja...
Y el entrar paulatinamente a otro túnel, más claro, sin miedo ya, con un poco de temor pero con un gusto raro. Luego la somnolencia, el silencio en casa, los ojos bajos y el acostarme enseguida, taparme bien y no rezar...
Un hueco enorme en mi vida, el Coco desapareció, no lo vi más. Don Miguel, el gordo de la tienda donde nos fiaban, me dijo:
—Creo que se ha ido a Corumba...
Conocí la ingratitud y la pena, más que todo lo insoportable de no poder llenar las horas, de enfrentarme solito a todo lo desconocido y mi hermano como adivinando sin hablarme días.
Me dirigí directamente donde Tere, la flaca, la que le decían «Invisible» y por la que seguramente el Coco desapareció. Timbré en su puerta y cuando salió le dije
—Bésame
Me contestó que si me había vuelto loco, que era muy niño, entonces yo definitivamente le entregué el frasco de perfume de mi madre. Tere lo tomó y dijo silenciosamente:
— ¿Qué es esto?
Lo destapó y absorbió su olor. Yo miraba pálido el aletear de su nariz, la languidez de sus ojos, pensé en el Coco. Tere me miró largamente, como la distancia de los abismos que el Coco y yo saltábamos, y tomándome el rostro con ambas manos me besó en la boca, luego me dijo:
—Te espero mañana
Conocí entonces la codicia. Salí apresuradamente y corrí hasta mi casa. No me dejaron acariciar mi paloma, mi hermano me esperaba con su cara de juez
— ¿Y, el perfume?
Y yo nervioso, colorado, indigno
—Lo regalé a Tere.
La desgracia, la mano quemada con tabaco, con el mismo tabaco que me hacía vomitar, la estatura de mi hermano sextuplicaba para arriba, hasta los árboles, hasta el horizonte, y más tarde, el caer la noche, la inigualable, en el centro de mi sueño, en lo más profundo de mi inconciencia de niño, en el hueco enorme de mi amistad perfecta, pensaba:
—Coco, estás vengado.
Nunca más volví a ver a Tere...

miércoles, 22 de febrero de 2017

893: resaca

—A ti te pasa algo.
—No… es sólo que no he dormido muy bien.
—Tú a mí no me engañas. Nos conocemos y sé perfectamente que me estás ocultando algo.
— ¡Que no!
—Mírame a los ojos.
— ¡Qué pesada eres! Si te lo cuento, promete que no vas a abrir la boca, ni opinar, ni meterte en mis cosas.
—Te lo prometo. Palabrita del crío Jesús.
—Anoche… ¡Uf! Anoche…
—Madre mía, chica, dilo ya.
—Anoche me deje coger por mi jefe.
— ¡¿Cómo?!
— ¿Te lo tengo que repetir?
— ¡Joder, ¿Con «el palomudo»?
—No, si ya sabía yo que no ibas a poder estarte calladita y sin preguntar.
—Te juro que he aguantado todo lo que he podido, lo he intentado, pero no puedo. Por favor, cuéntame algo… un poquito. Porfa, porfa, porfa…
—Eres una cotilla enfermiza.
—Un poquito, sólo un poquito.
Después de tanta insistencia Le contó todo con pelos y señales.
—Pero, ¿cómo puedes ser tan tonta?
— ¿Tonta?  ¿Por qué soy tonta?
—Te tiras al palomudo, disfrutas como una  ninfómana y luego le echas la charla y te arrepientes.
— ¡Es mi jefe!
— ¿Y?
—No tienes pudor ninguno.
—Mira, cariño, he aprendido algo en esta mierda de vida: disfruta todo lo que puedas, porque un buen día te vas al otro barrio y todo lo que tu cuerpo se lleve, será lo que te quede.
—Sí, claro, pero… ¡Es mi jefe!
—Sí, la verdad es que eso es una putada… ¿Puedo preguntarte algo?
—Si te digo que no, ¿serviría de algo?
—No.
—Dispara, entonces.
— ¿Tiene el palito tan duro como parece?
— ¡Mira que eres burra!
Le lanzó una sonrisa enorme
–Tan sólo te diré una cosa. Es mucho mejor de lo que yo esperaba. Duro no, durísimo.
—Entonces mereció la pena.
La afirmación de su amiga le hizo recapacitar, quizá ella tenía razón, no debía darle más vueltas. Lo que pasó, pasó y ya no tenía remedio. Loquilla tenía un don especial, conseguía alegrarle la vida y ayudarla, sin siquiera proponérselo, a superar todos sus temores. Como siempre, había conseguido sacarle una sonrisa.
—Gracias
— ¿Por qué?
—Porque no sé cómo lo haces, pero contigo los problemas parecen menos problemáticos

— ¡Anda ya, tontita! No te pongas tan sensiblera que sabes que soy de lágrima fácil. Ponte guapa y vámonos, que vamos a llegar tarde.

martes, 21 de febrero de 2017

892: Cómo estar "disponible" sin parecer "desesperada"

Hasta las mujeres más creídas de su mesura, las orgullosas de sus actos reflexivos, pueden caer bajo las garras de la ansiedad. Ante la probabilidad de que su hombre se “esfume”, ellas desesperan y hacen lo imposible para retenerlo. De esta manera, se asumen como la parte activa de la relación y cometen algunos errores: 

EL DIABLO EN EL CUERPO 
Una cuestión es pretender contrarrestar el avance del tiempo. Antes de que la edad deje sus marcas en el cuerpo, ellas lo habrán “marcado” preventivamente. No critico la decisión de sentirse plenas y conquistables. Critico la falta de singularidad y la masificación de la idea de belleza.
¿Es necesario que la mujer se rebaje a perder su estilo? Es aquí donde se pone en evidencia el mecanismo interno: la homogeneidad es un reaseguro para la autoestima caída. Ellas quieren tener la certeza de que el conjunto de modos de seducción ya han sido probados y están listos para usar. Las mujeres subordinan sus capacidades más nobles y se dejan llevar por los prototipos de mujer que debe seducir.

¿QUIÉN ENTIENDE A LAS MUJERES?
El otro factor que la mujer tiene que tener muy en cuenta a la hora de acercarse a un hombre es el “pensamiento rebuscado”. El pensamiento femenino tiene tantos ribetes que el hombre teme sentirse atrapado, con la sensación creciente que nada de lo que haga va a ser suficiente para “ordenarlo”.
Los sentimientos de inferioridad las vuelven temerosas y dependientes. Destacan los errores del otro y dejan de lado los aciertos. Ante un panorama “óptimo”, con un hombre al lado que cualquiera envidiaría por su bondad y compromiso, ellas hacen lo imposible para hacerle saber que necesitan otras virtudes. El mundo femenino es un misterio que el hombre actual no está dispuesto a descubrir, menos que menos en la fase de conquista. 

EL PASADO ME CONDENA
La mujer que se convierte en mártir de un pasado cruel y lo expone a su partenaire con la finalidad de conmoverlo, seguirá siguiendo víctima de desplantes. Las malas experiencias anteriores no son más que eso: experiencias de vida. Su amplificación por medio de detalles y personajes conspirativos es inquietante para una telenovela, pero no para un encuentro amoroso.
Los hombres se compadecen con la angustia pretérita del otro, es más, los motiva a referir las propias y a contenerse mutuamente. ¡Qué cosa más bella es sentir que ambos son sobrevivientes del dolor y que tienen por delante el compromiso de sanarlo! Todo en la justa dosis, sin víctimas ni victimarios, sólo experiencia de vida.

PAREJA O SEMENTAL 
El otro factor clásico de la feminidad que asusta a los hombres, por su presentación exacerbada y hasta patética, es la obsesión por la maternidad. Muchas mujeres buscan parejas para concretar el sueño de ser madres; los hombres lo saben y están atentos.
Ellos no quieren ser animales que aportan el semen, y adiós. Creen que quedarán desplazados del vínculo madre-hijo,  ubicados en el rol de seminales, proveedores de dinero y bienestar. Se sienten engañados, apresados en una obligación que durará de por vida. 

LA INDIVIDUALIDAD EGOÍSTA
Hay mujeres que no insisten con el tema de la maternidad o ya tienen hijos de parejas anteriores y, ahora, en la búsqueda de una nueva relación, defenderán a ultranza la autonomía lograda. Los nuevos atributos de género también requieren una defensa permanente para conseguir constancia en el tiempo.
El hombre difícilmente permanecerá al lado si “descubre” que la salvaguarda de la nueva feminidad es un estandarte irrevocable. 
ENTONCES, ¿QUÉ HACER?

Hay que tener en cuenta que los vínculos amorosos se construyen de a dos, gradualmente, sumando voluntades y sin perder la individualidad. La ansiedad por generar acciones rápidas y efectivas aleja a las mujeres de tácticas congruentes y de sus deseos más profundos. 

lunes, 20 de febrero de 2017

891: Fiesta Camba

El Carnaval es considerado la fiesta grande de los cruceños y su popularidad se mantiene inalterada en todo el oriente de Bolivia, caracterizándose por las fiestas, que al son de bandas de música, tamboritas y copleros, organizan las diferentes comparsas.
En Santa Cruz de la Sierra es donde presenta mayor complejidad, estando constituido por las fiestas carnavaleras, el correo del carnaval, la coronación de la reina, las once noches de mascaritas, las coronaciones de la reina infantil y la reina de antaño, los corsos infantil y de las ciudadelas, el corso de carnaval o principal, los tres días de mojazón, el miércoles de ceniza y el carnavalito o entierro del carnaval.

Las fiestas precarnavaleras se inician el primer fin de semana de enero y se repiten todos los fines de semana, con desfiles de carros alegóricos con temas universales o de sátira política, armados por las diferentes comparsas o agrupaciones carnavaleras disfrazadas de acuerdo al tema elegido, que bailando recorren la calle 24 de septiembre hasta la Plazuela del Estudiante, siempre acompañados de la reina del carnaval quien luce un carro alegórico y un traje de fantasía diferente cada noche en conjunto con la comparsa coronadora. Una semana antes del corso de carnaval se celebra el correo del carnaval con la tradicional lectura de bandos carnavaleros, que no son más que una especie de ordenanzas del municipio cruceño con tomaduras de pelo a las autoridades y personalidades del quehacer político, cívico y cultural.

La coronación de la reina del carnaval es generalmente el jueves antes del corso, es un espectáculo temático que requiere meses de ensayo por la comparsa coronadora del carnaval, seguido de una gran fiesta popular, donde acuden todas las demás reinas de comparsas, ataviadas con sus elegantes trajes de fantasía bordados con pedrería, lentejuelas y plumas de avestruz, faisán y otros adornos, alusivos a alegorías universales o de corte típico costumbrista.
El viernes antes del corso es generalmente la coronación de la reina de antaño, que anualmente se celebra para beneficio social con un espectáculo de humor y sátira, verdadero despliegue del espíritu alegre del cruceño. En esos días también se lleva a cabo la coronación de la reina infantil, en un festejo que imita al principal. El domingo anterior al corso principal generalmente se realizan el corso infantil y el corso de las ciudadelas. Las fiestas o noches de mascaritas, muy populares en el pasado, han perdido brillo y su desarrollo cada vez se vuelve menos atractivo.

El sábado por la tarde se inicia el corso de carnaval, donde la figura principal es la reina del carnaval subida en su carro alegórico acorde con la representación de su traje de fantasía principal. El conjunto se completa con la comparsa coronadora disfrazada de acuerdo al concepto temático elegido, que la sigue bailando al compás de la banda tocando el taquirari característico de la agrupación.
Son parte de la fiesta más de 200 comparsas y agrupaciones carnavaleras, quienes acompañan a sus reinas apostadas en sus respectivos carros alegóricos, al son de sus propias bandas o tamboritas. Algunas comparsas adoptan disfraces con temas tradicionales o universales; otras vienen saltando o haciendo coreografías, vestidas con casacas de vivos colores o bien con las típicas batas de mangas anchas, siempre con su color y nombre distintivo. A este desfile, que se inicia el sábado al atardecer y concluye al amanecer del domingo, concurren dos centenares de miles de personas de la ciudad y de otros lugares.
La Municipalidad y la Asociación Cruceña de Comparsas Carnavaleras junto a la comparsa coronadora son los encargados de la organización de este espectáculo popular, en donde no falta el desorden y la exageración, y sobre todo alegría, música, baile, bebidas y simpatía.

En las tardes de los tres días de mojazón, niños, jóvenes y adultos toman las calles y avenidas de los barrios, especialmente del centro de la ciudad para jugar con agua, pringarse con betún y tintas de colores. Decenas de miles de habitantes, sin distinción ninguna, participan de la fiesta pues la circulación de automóviles se limita o se cierra en diferentes sectores, para que los comparseros puedan trasladarse por las calles compartiendo su alegría con propios y extraños, al son de las diferentes bandas de música que se encuentran y forman una guerra de melodías en competencia de cuál es la más sonora, y por lo tanto la mejor.

Las casas de espera
Los carnavaleros recorren las calles hasta llegar a una casa de espera donde los comparseros llegaban para servirse un refresco, comer y bailar con las invitadas.
El cariño de padrinos. En un principio la casa de espera era el lugar donde el padrino esperaba a la comparsa que lo había honrado con ese nombramiento y para celebrar, esperaba a los carnavaleros con un poco de bebida y comida e invitaba a las señoritas del barrio y parientes para acompañarlo en la euforia. Para las damas era un honor asistir a una casa de espera, porque llegaban las mejores comparsas.
Así, las casas de espera se convertían en un motivo esencial por el que los comparseros, desbordantes de alegría circulen por las calles y mientras se realizaban el trayecto era inevitable rencontrarse con otras agrupaciones similares. "El carnaval giraba en torno a las calles. Después de dar unas vueltas por la 24 de Septiembre y la plazuela Callejas la costumbre era ir a las casas de espera, donde se baila al son de taquiraris, chobenas y carnavalitos, sones típicos cruceños.
El domingo siguiente es el carnavalito o entierro del carnaval, cuando entre lamentos teatralizados, los carnavaleros realizan el entierro simbólico de un muñeco de trapo, como señal de que el carnaval ha terminado.

El “Entierro del Carnaval” seguramente es tan antiguo como la fiesta cruceña. Concluye con las once noches el domingo siguiente. Lo curioso es que tanto los bailes de máscaras como “Carnavalito” continúan y se realizan después del miércoles de ceniza.

“¡Ah, mamay! ¡Ah, tatay!
Hasta el año, Carnaval.
La sortija que me diste
fue de vidrio y se rompió.
El amor que me tuviste
fue muy poco y se acabó.
“¡Ah, mamay! ¡Ah, tatay!
Hasta el año, Carnaval".

En el Estatuto de la ACCC aprobado en 1993, se establece que la organización del Entierro del Carnaval estará a cargo de la Comparsa Coronadora en coordinación con el Directorio de la Asociación. "El acto central se deberá realizar de acuerdo a las tradiciones del carnaval cruceño, el primer domingo después de carnaval. Las comparsas podrán realizar sus propios ‘entierros’ del carnaval en los lugares que mejor convenga a sus grupos". En la reforma del 2004 se mantuvo el texto.
Es también denominado domingo de carnavalito. Después del entierro, las comparsas celebran con churrascos al son de los taquiraris y carnavales de sus bandas de música o tamboritas, despidiéndose hasta el próximo año.

domingo, 19 de febrero de 2017

890: ¿Cómo educar a un desobediente?

Los esposos desobedecen las órdenes de las esposas con cierta frecuencia. Es su forma de descubrir dónde están los límites, de retarlas y de demostrar que ellos también tienen su carácter y quieren mandar. El típico castigo “te quedas sin” no funciona. ¿Qué puedes hacer entonces?

Castigos en su justa medida
La opinión ajena señala que castigar a un esposo es contraproducente, daña su autoestima, produce tensión y afianza las conductas malévolas. Pero es necesario “educarles en la realidad”, de tal forma que comprendan que, si se portan mal, su actuación tiene consecuencias. Reprenderles y sancionarles no sería negativo siempre que se tuvieran en cuenta estas premisas:

1.      Para que un castigo sea educativo debes explicar, sin gritos ni aspavientos y con calma, por qué su conducta ha sido incorrecta e instarle a corregirla.
2.      Debe conocer de antemano los límites que no puede sobrepasar y el castigo que recibirá si lo hace para sopesar si le merece la pena saltarse las normas.
3.      El castigo debe ser inmediato, proporcional, equilibrado y coherente a la edad, al grado de obesidad y al tipo de falta cometida.
4.      No uses restricciones absolutas como “te quedas sin cocho para siempre” y castiga con coherencia. Es imposible que se pase una semana sin ver en  la tele futbol. Con prohibirle disfrutar de su serie porno star un par de días, basta.
5.      Las amenazas continuas y los avisos hacen que el castigo pierda eficacia. Dale tres advertencias, no más.
6.      No le perdones el castigo así como así y, de hacerlo, explícale por qué lo has hecho. Si te has enfadado porque estabas de mal humor por otra cosa y has sido demasiado severa, pídele disculpas, explícaselo y rectifica.
7.      No uses sus necesidades básicas para castigarle; su polvacho, su comida chatarra, los deportes que practique...
8.      Educa a tu copulador sin gritos ni le compares con otros esposos, menos con sus hermanos.
9.      Si intenta abrazarte, darte un beso o decirte que te quiere para reparar el daño cometido, no le rechaces pues podría sentirse dolido.

10.  Anímale cuando actúa bien, reforzando ese comportamiento, besándole cuando obedezca y tenga buena actitud y comentándole que esa es la forma como debe comportarse.