Ella salí del baño con ese camisón y ese
salto de cama, tan historiados como innecesarios, que llevan en su ajuar las
recién casadas. Al ponérselo, el satén le produjo un escalofrío.
-Estás preciosa.
Le hizo dar una vuelta completa y la
abrazó. Ella sabía lo que iba a suceder a continuación, pero estaba tranquila:
confiaba en él.
-Vuelvo en seguida.
Ella vacilaba entre esperarlo de pie,
fingiendo hacer algo o buscar algo en el neceser, o esperarlo sentada fumando
un cigarrillo, o echada en la cama. Cada una de esas posiciones denotaba una
postura interior y casi una forma de ser. Le pareció más lógica y directa la
última: dejé el salto de cama sobre un sillón y se introdujo entre las sábanas.
Estaban frías y un poco húmedas. Sintió un nuevo estremecimiento. “No pasa
nada, tonta”, se dijo en alta voz. Pensó en su madre, y se preguntó por qué
pensaba en ella. Le habría gustado que estuviera cerca. “Probablemente lo está”
O que estuviera en una habitación próxima. “Niñerías y sandeces”. Detrás de
aquella puerta está su marido. Dentro de un minuto se abrirá y saldrá él, me
estrechará entre sus brazos y me cogerá. Lo deseaba. “Qué alegría más grande:
el deber coincide por fin con el deseo” En efecto, se abrió la puerta del baño.
No apagó la luz de dentro; no se había puesto nada.
-¿Quieres apagar desde ahí las demás luces?
Obedeció. Él se quedó inmóvil. Ella veía su
espléndida silueta, con las piernas entreabiertas y un pene ligeramente
levantado. Le tendió los brazos. Se acercó. Se sentó en la cama. Se abrazaron
con dulzura y sin prisas. Con delicadeza, desató los lazos de su camisón y lo
sacó por abajo. Ella pensó que, habría sido más fácil sacárselo por la cabeza,
pero lo pensó muy confusamente. Sus bocas no se despegaban una de otra. Le
acariciaba la espalda, las nalgas, los muslos. Sus pezones rozaban contra su pecho,
y él se inclinó para besárselos. Las brumas del deseo no la dejaban ver ninguna
realidad -tampoco quería verla, ni medir el tiempo que pasaba... Sin saber bien
la causa, quizá por percibir una distracción suya, como si hubiese hecho un
mínimo e intempestivo aparte, se separó de él y abrió los ojos. Él la estaba mirándola.
Sonreía con una sonrisa infantil y avergonzada, como la de un niño sorprendido
en una travesura.
-Te quiero tanto que no soy capaz de
demostrártelo. Pero no te preocupes: pasará. ¿Tú me quieres?
-Sabes muy bien que sí. Ahora quiero ser
tuya. Ven ya
-Eso querría, pero... Nunca me había
ocurrido antes. Será que estoy cansado.
Sólo entonces entendió lo que insinuaba.
Podía haberle preguntado qué otras veces y con quién había hecho el amor, no
obstante prefirió decirle:
-No me importa. De verdad. Bésame.
Habían olvidado correr las cortinas. Una
luz que se hacía más y más nacarada entró por la alta ventana que daba a un
claustro muy extenso. El cuarto entero tomaba un aire fantasmal. Ella oía su
respiración acompasada. Pensó de nuevo en su madre, y se durmió con ese
pensamiento. Era como si estuviese apoyada en sus rodillas y ella le cantara,
lejos y dentro de ella a un tiempo, una canción de cuna….
Ya tendrán otras noches mejores para el folleteo, vamos digo yo. O entra algún monje del claustro y la pone mirando "pa" la Meca.
ResponderEliminarAbrazo Chaly.
Opto por la opción de Rafa, jajajaja
ResponderEliminarPero como la segunda noche sea el mismo fiasco que la primera, iría pensando en algo...
Besos
Oh! focos rojos.....SOS!!!
ResponderEliminar:DDD
Lo de la madre es de psiquiatra, vaya tela.
ResponderEliminarBesos.
Esa noche de bodas me suena de principios del siglo XX... ¿antes nunca había pasado nada entre ellos?
ResponderEliminarY que ella se acuerde de la madre en esos momentos... mmmmm...
Besos, Chaly.
Mejor llamar a la madre, a ver si se le ocurre algo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Nos queda muy lejos esa noche de bodas ¿no?, afortunadamente la vida ha cambiado.
ResponderEliminarUn besito
Todos los días no son favorables para estas cuestiones... Mañana será otro día
ResponderEliminarBesitos
No pudo con la presión. Quizás estimulación manual hasta conseguir velocidad de crucero hubiera estado bien.
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