— ¿Te acuerdas de la Tere, la que vivía enfrente de la zapatería del Barbas?
— ¿Cuál Tere?
—La flaquita, la que le decían Invisible
—Sí, ahora me acuerdo, la que te gritó una vez ¡tísico! y tú casi la matas
de una pedrada
—Sí, ella
—Bueno, ¿qué pasa con ella?
—Nada, nada...
Y luego los silencios que días más tarde el Coco los llenaría con el
tabaco.
Cuando empezó a fumar se quedaba embebido, como alucinado con el humo, lo
miraba con sus ojos claros
—Has pensado alguna vez en mujeres
—Sí, todas las noches pienso en mi mamá y mis hermanas, creo que si no
existieran sería libre
—No seas bruto, sin tu madre no
podrías vivir, yo que soy todo un hombre necesito de la mía, pero no te hablo
de eso, quiero decirte por ejemplo…, no tendrías ganas de besarle a la Tere,
bueno no a la Tere, a cualquier muchacha, besarla en la boca...
Me recorrió un escalofrío que se hizo consuetudinario siempre que me
hablaba de estas cosas, le contesté que sí, por no ser menos, pero la verdad no
había ni pensando en ello, conocía el beso abierto de mi madre, el beso que no
me daba mi hermano pero que yo lo sentía cuando me dirigía la palabra como a
una persona, el beso seco y acostumbrado de mi abuelita y punto final.
—Es lo único que cuenta en la vida, para eso vivimos, para nada más
— ¿Y el fútbol?
—Nada, todo es una porquería, besar, besar, besar, de lo contrario eres un
maricón que no sirves para nada
— ¿Tú has besado?
—Claro, ¿soy un hombre, no?
— ¿A quién, a Tere?
Y el Coco prendía un cigarrillo y se silenciaba.
— ¿Se te para tu paloma?
— ¿Cómo?
—Nada, ¿que si se te para esto?
Y su ademán vivo, viril, como de torero, con sus dos manos brindándome el
conocimiento del mundo. El desabrocharse, enseñarme y deleitarse:
—Hazlo tú también, es como un salto... Se llama la paja...
Y el entrar paulatinamente a otro túnel, más claro, sin miedo ya, con un
poco de temor pero con un gusto raro. Luego la somnolencia, el silencio en
casa, los ojos bajos y el acostarme enseguida, taparme bien y no rezar...
Un hueco enorme en mi vida, el Coco desapareció, no lo vi más. Don Miguel,
el gordo de la tienda donde nos fiaban, me dijo:
—Creo que se ha ido a Corumba...
Conocí la ingratitud y la pena, más que todo lo insoportable de no poder
llenar las horas, de enfrentarme solito a todo lo desconocido y mi hermano como
adivinando sin hablarme días.
Me dirigí directamente donde Tere, la flaca, la que le decían «Invisible» y
por la que seguramente el Coco desapareció. Timbré en su puerta y cuando salió
le dije
—Bésame
Me contestó que si me había vuelto loco, que era muy niño, entonces yo
definitivamente le entregué el frasco de perfume de mi madre. Tere lo tomó y
dijo silenciosamente:
— ¿Qué es esto?
Lo destapó y absorbió su olor. Yo miraba pálido el aletear de su nariz, la
languidez de sus ojos, pensé en el Coco. Tere me miró largamente, como la
distancia de los abismos que el Coco y yo saltábamos, y tomándome el rostro con
ambas manos me besó en la boca, luego me dijo:
—Te espero mañana
Conocí entonces la codicia. Salí apresuradamente y corrí hasta mi casa. No
me dejaron acariciar mi paloma, mi hermano me esperaba con su cara de juez
— ¿Y, el perfume?
Y yo nervioso, colorado, indigno
—Lo regalé a Tere.
La desgracia, la mano quemada con tabaco, con el mismo tabaco que me hacía
vomitar, la estatura de mi hermano sextuplicaba para arriba, hasta los árboles,
hasta el horizonte, y más tarde, el caer la noche, la inigualable, en el centro
de mi sueño, en lo más profundo de mi inconciencia de niño, en el hueco enorme
de mi amistad perfecta, pensaba:
—Coco, estás vengado.
Nunca más volví a ver a Tere...
Pero el beso se lo llevó.
ResponderEliminarBuen relato, Chaly
Como dice palomanzs al menos se quedó con ese beso, aunque no consiguió el premio gordo.
ResponderEliminarBesos
Bueno, algo es algo y si no vio a la Tere ya puesto, se encontraría con otra.
ResponderEliminar¡Qué bien manejas el diálogo, me estás recordando a una profe mía, por cierto muy buena, que siempre nos hablaba dela importancia que tiene el diálogo.
ResponderEliminarPodías dedicarte perfectamente a escribir guiones para películas. Seguro que te los rifaban.
ResponderEliminarAbrazo amigo.
Muy buen relato, Chaly.
ResponderEliminarUn abrazo.
Le dio el beso :)
ResponderEliminarMuy buen relato, todo lo que escribes lo escribes muy bien.
Besos.