-Vos te das cuenta de lo que le pasa, ¿no?
-Que tiene miedo de volverse pantera.
-Bueno, yo creo que ella es frígida, que tiene miedo
al hombre, o tiene una idea del sexo muy violenta, y por eso inventa cosas.
-Espera. Él acepta, y se casan. Y cuando llega la
noche de bodas; ella duerme en la cama y él en el sofá.
-Mirando los adornos de la madre.
-Si te vas a reír no sigo, yo te la estoy contando en
serio, porque a mí me gusta. Y además hay otra cosa que no te puedo decir, que
hace que esta película me guste realmente mucho.
-Decime lo que sea, ¿qué es?
-No, yo te iba a sacar el tema, pero ahora veo que te
reís, y a mí me da rabia.
-No, me gusta la película, pero es que vos te divertís
contándola y por ahí también yo quiero intervenir un poco, ¿te das cuenta? No
soy un tipo que sepa escuchar demasiado, ¿sabés, no?, y de golpe me tengo que estarte
escuchando callado horas.
-Yo creí que te servía para entretenerte, y agarrar el
sueño.
-Sí, perfecto, es la verdad, las dos cosas, me
entretengo y agarro el sueño.
-¿Entonces?
-Pero, si no te parece mal, me gustaría que fuéramos
comentando un poco la cosa, a medida que vos avanzás, así yo puedo descargarme
un poco con algo. Es justo, ¿no te parece?
-Si es para burlarte de una película que a mí me
gustó, entonces no.
-No, mirá, podría ser que comentemos simplemente. Por
ejemplo: a mí me gustaría preguntarte cómo te la imaginás a la madre del tipo.
-Si es que no te vas a reír más.
-Te lo prometo.
-A ver... no sé, una mujer muy buena. Un encanto de
persona, que ha hecho muy feliz a su marido y a sus hijos, muy bien arreglada
siempre.
-¿Te la imaginás fregando la casa?
-No, la veo impecable, con un vestido de cuello alto,
la puntilla le disimula las arrugas del cuello. Tiene esa cosa tan linda de
algunas mujeres grandes, que es ese poquito de coquetería, dentro de la seriedad,
por la edad, pero que se les nota que siguen siendo mujeres y quieren gustar.
-Sí, está siempre impecable. Perfecto. Tiene
sirvientes, explota a gente que no tiene más remedio que servirla, por unas
monedas. Y claro, fue muy feliz con su marido, que la explotó a su vez a ella,
le hizo hacer todo lo que él quiso, que estuviera encerrada en su casa como una
esclava, para esperarlo...
-Oíme...
-... para esperarlo todas las noches a él, de vuelta
de su estudio de abogado, o de su consultorio de médico. Y ella estuvo
perfectamente de acuerdo con ese sistema, y no se rebeló, y le inculcó al hijo
toda esa basura y el hijo ahora se topa con la mujer pantera. Que se la
aguante.
-Pero ¿no te gustaría, la verdad, tener una madre
así?, cariñosa, cuidada siempre en su persona... Vamos, no macanees...
-No, y te voy a explicar por qué, si no entendiste.
-Mirá, tengo sueño, y me da rabia que te salgas con
eso porque hasta que saliste con eso yo me sentía fenómeno, me había olvidado
de esta mugre de celda, de todo, contándote la película.
-Yo también me había olvidado de todo.
-¿Y entonces?, ¿por qué cortarme la ilusión, a mí, y a
vos también?, ¿qué hazaña es ésa?
-Veo que tengo que hacerte un planteo más claro,
porque por señas no entendés. Aquí en la oscuridad me hacés señas, me parece
perfecto.
-Te voy a explicar.
-Sí, pero mañana, porque ahora me vino toda la mufa
encima, mañana la seguís... Por qué no me habrá tocado de compañero el novio de
la mujer pantera, en vez de vos.
-Ah, ésa es otra historia, y no me interesa.
-¿Tenés miedo de hablar de esas cosas?
-No, miedo no. Es que no me interesa. Yo ya sé todo de
vos, aunque no me hayas contado nada.
-Bueno, te conté que estoy acá por corrupción de
menores, con eso te dije todo, no la vayas de psicólogo ahora.
-Vamos, confesá que te gusta porque fuma en pipa.
-No, porque es un tipo pacífico, y comprensivo.
-La madre lo castró, eso es todo.
-Me gusta y basta. Y a vos te gusta la colega
arquitecta, ¿qué tiene de guerrillera ésa?
-Me gusta, bueno, más que la pantera.
-Chau, mañana me explicás por qué. Dejame dormir.
-Chau.
Por Manuel Puig