sábado, 29 de abril de 2023

0684: ¿Quién extraña lo que no conoce?

 Hace poco más de cinco siglos, los nativos en México dejaron de sentir orgullo, sus hijos y los hijos de sus hijos jamás se enteraron que sus abuelos habían construido una civilización impresionante...

Hoy, quinientos años después de la llegada de aquellos hombres que poseían una extraña forma de ver el mundo, los mexicanos comienzan a descubrir cosas que un sistema deficiente omitió en los libros de texto.

Hoy se sabe que los olmecas descubrieron el proceso de vulcanización 3500 años antes que Charles Goodyear, que Teotihuacan fue más grande que la Roma imperial, que Texcoco fue una capital cultural del mundo nahua, una ciudad similar a Atenas para los griegos, se sabe que Tenochtitlan contaba con 700 mil habitantes, es decir, era 16 veces más grande que Sevilla en aquel entonces,

También se sabe que la educación entre los nahuas comenzaba desde la niñez y que era obligatoria, pública y universal, al contrario de los europeos, que solo educaban a los niños de la nobleza.

Sabemos el día de hoy que los mayas edificaron observatorios y que diseñaron el único calendario de venus en la antigüedad y que en la ciudad de Ek Balam fundaron las escuelas de pintura más importantes de su cultura, se sabe que los wixarika y los raramuri aprendieron a conectar su corazón y su pensamiento con la tierra y su esencia gracias a las plantas de poder y que evitaban las enfermedades físicas sanando la mente primero.

Sabemos tanto que hoy es posible dejar atrás esa creencia de que los europeos descubrieron un continente y que además lo civilizaron, porque como pudiste apreciar, la civilización aquí ya existía, pero era algo que los europeos no tenían la capacidad de entender.

miércoles, 26 de abril de 2023

0683: para los quejancones

 “Cuando nos quejamos o nos lamentamos, nuestro cerebro puede liberar neurotransmisores asociados con el estrés y la ansiedad, como el cortisol y la adrenalina. Estos neurotransmisores pueden activar la respuesta de lucha o huida del cuerpo, lo que aumenta la frecuencia cardíaca, la presión arterial y la tensión muscular”

Quejarse, lamentarse y enfadarse todo el tiempo puede tener un efecto negativo en el cerebro y en la salud en general”

QUÉ HACER PARA SALIR DEL “CÍRCULO VICIOSO” DE LA QUEJA CONSTANTE

Seis estrategias que son de gran utilidad para salirse de la queja.

1- TOMAR CONCIENCIA. Salir de la actitud de queja permanente: es un proceso que requiere energía y puede llevar tiempo. Lo más importante es que hay que tomar conciencia de que hay que cambiar los patrones de pensamiento negativo y la frecuencia con que se repiten. Porque a veces es casi un TOC (trastorno obsesivo compulsivo)

2- DEJAR DE ENFOCAR EN LO NEGATIVO. Hay que tratar de identificar qué es lo que hace que uno se queje y dejar de centrarse en eso. El error está en ver siempre sólo lo que a uno le molesta o lo que uno no tiene, en vez de centrarse en lo que sí se tiene y en las cosas positivas.

3- SER PRÁCTICO, EN VEZ DE QUEJOSO. Intentar hallar soluciones prácticas para resolver los problemas cotidianos en lugar de quedarse en la queja.

4- DEJAR DE ALIMENTAR LA QUEJA. Reducir la cantidad de noticias negativas que se consumen todo el tiempo. Este tipo de personalidades se van alimentando de las malas noticias permanentemente como para justificar la visión que tienen de las cosas. “Malas noticias habrá siempre, pero no suma nada consumirlas a diario, al contrario.

5- BUSCAR AYUDA. El apoyo de familia, y los amigos siempre es importante, ya que ellos te advertirán que de nuevo te estas quejando

6- HACER ACTIVIDAD FÍSICA. Cada vez que tengas un pensamiento quejoso, 20 sentadillas

 

lunes, 24 de abril de 2023

0682: la postura del placer

El loto es la postura si quieres tener una romántica y placentera sesión de folla, por las situaciones corporales tanto de él como de ella, permite un con tacto pleno, fungiendo los dos cuerpos en uno y ayudando a aumentar enormemente las convulsiones.

La postura del loto es follar con todas sus dieciséis letras, este posicionamiento permite una unión perfecta, por lo que no solo facilita que ambos puedan llegar a la vez a la convulsión, sino que con lleva toda una carga de estímulos que potencia muchísimo el clima actual.

¿Cómo se hace? Él se tiene que sentar con la postura del loto, conocida por cualquier peatón, ella se tiene que colocar delante de él, frente a frente, sentándose en su regazo y con las piernas abrazándole la cintura. En esta postura la compenetración es muy profunda, pero, además, invita a una serie de sucesos que hará que los dos queden tembleques de placer.

Al estar frente a frente y nariz a nariz, permite mirarse a los ojos. El objetivo está en compartir el aire y respirar coordinados, él debe exhalar cuando ella inhale, y ella inhalar cuando él exhale, de esta manera se formará un lazo íntimo que permitirá rebajar las pulsaciones y sincronizar la convulsión. Los ritmos deben ser acompasado, ella tiene que relajar todos los músculos y balancearse hacia delante y hacia atrás: despacito. Él tiene que imitarla, siguiendo el ritmo que ella marque, cogiendo juntos hacia una convulsión catastrófica e inescrutable.

Cuando hablamos de follar, el ambiente que rodea al follo es de vital importancia para poder sentirse relajado y brindarse al follage. Pero en esta postura, si se quieren conseguir los objetivos deseados, hacerlo en un sitio y en unas condiciones óptimas es indispensable.

Si quieres pasar diez minutos fantásticos con ella, desconectarse del trabajo, la esposa, los socios y los cuñados, de todo lo que os jode el día a día y concentrarse solo en los dos.

Las luces deben ser tenues, por lo que te propongo que las tapes con telas rojas que tiñan de sombras rojizas toda la habitación, las velas aromáticas de alcanfor son imprescindibles, y el melancólico sonido de un heavy metal tranquilo y relajante. Si haces todo esto convertirás tu garzonier en el mejor lugar para pasar un buen rato, para disfrutar del slow sex. habrás creado el ambiente idóneo para entrar en calor. Y si hace calor ya se sabe, a quitarse la ropa.

sábado, 22 de abril de 2023

0681: la mujer pantera

 -Vos te das cuenta de lo que le pasa, ¿no?

-Que tiene miedo de volverse pantera.

-Bueno, yo creo que ella es frígida, que tiene miedo al hombre, o tiene una idea del sexo muy violenta, y por eso inventa cosas.

-Espera. Él acepta, y se casan. Y cuando llega la noche de bodas; ella duerme en la cama y él en el sofá.

-Mirando los adornos de la madre.

-Si te vas a reír no sigo, yo te la estoy contando en serio, porque a mí me gusta. Y además hay otra cosa que no te puedo decir, que hace que esta película me guste realmente mucho.

-Decime lo que sea, ¿qué es?

-No, yo te iba a sacar el tema, pero ahora veo que te reís, y a mí me da rabia.

-No, me gusta la película, pero es que vos te divertís contándola y por ahí también yo quiero intervenir un poco, ¿te das cuenta? No soy un tipo que sepa escuchar demasiado, ¿sabés, no?, y de golpe me tengo que estarte escuchando callado horas.

-Yo creí que te servía para entretenerte, y agarrar el sueño.

-Sí, perfecto, es la verdad, las dos cosas, me entretengo y agarro el sueño.

-¿Entonces?

-Pero, si no te parece mal, me gustaría que fuéramos comentando un poco la cosa, a medida que vos avanzás, así yo puedo descargarme un poco con algo. Es justo, ¿no te parece?

-Si es para burlarte de una película que a mí me gustó, entonces no.

-No, mirá, podría ser que comentemos simplemente. Por ejemplo: a mí me gustaría preguntarte cómo te la imaginás a la madre del tipo.

-Si es que no te vas a reír más.

-Te lo prometo.

-A ver... no sé, una mujer muy buena. Un encanto de persona, que ha hecho muy feliz a su marido y a sus hijos, muy bien arreglada siempre.

-¿Te la imaginás fregando la casa?

-No, la veo impecable, con un vestido de cuello alto, la puntilla le disimula las arrugas del cuello. Tiene esa cosa tan linda de algunas mujeres grandes, que es ese poquito de coquetería, dentro de la seriedad, por la edad, pero que se les nota que siguen siendo mujeres y quieren gustar.

-Sí, está siempre impecable. Perfecto. Tiene sirvientes, explota a gente que no tiene más remedio que servirla, por unas monedas. Y claro, fue muy feliz con su marido, que la explotó a su vez a ella, le hizo hacer todo lo que él quiso, que estuviera encerrada en su casa como una esclava, para esperarlo...

-Oíme...

-... para esperarlo todas las noches a él, de vuelta de su estudio de abogado, o de su consultorio de médico. Y ella estuvo perfectamente de acuerdo con ese sistema, y no se rebeló, y le inculcó al hijo toda esa basura y el hijo ahora se topa con la mujer pantera. Que se la aguante.

-Pero ¿no te gustaría, la verdad, tener una madre así?, cariñosa, cuidada siempre en su persona... Vamos, no macanees...

-No, y te voy a explicar por qué, si no entendiste.

-Mirá, tengo sueño, y me da rabia que te salgas con eso porque hasta que saliste con eso yo me sentía fenómeno, me había olvidado de esta mugre de celda, de todo, contándote la película.

-Yo también me había olvidado de todo.

-¿Y entonces?, ¿por qué cortarme la ilusión, a mí, y a vos también?, ¿qué hazaña es ésa?

-Veo que tengo que hacerte un planteo más claro, porque por señas no entendés. Aquí en la oscuridad me hacés señas, me parece perfecto.

-Te voy a explicar.

-Sí, pero mañana, porque ahora me vino toda la mufa encima, mañana la seguís... Por qué no me habrá tocado de compañero el novio de la mujer pantera, en vez de vos.

-Ah, ésa es otra historia, y no me interesa.

-¿Tenés miedo de hablar de esas cosas?

-No, miedo no. Es que no me interesa. Yo ya sé todo de vos, aunque no me hayas contado nada.

-Bueno, te conté que estoy acá por corrupción de menores, con eso te dije todo, no la vayas de psicólogo ahora.

-Vamos, confesá que te gusta porque fuma en pipa.

-No, porque es un tipo pacífico, y comprensivo.

-La madre lo castró, eso es todo.

-Me gusta y basta. Y a vos te gusta la colega arquitecta, ¿qué tiene de guerrillera ésa?

-Me gusta, bueno, más que la pantera.

-Chau, mañana me explicás por qué. Dejame dormir.

-Chau.

 

Por Manuel Puig

lunes, 17 de abril de 2023

0680: Sayonara

 -¿Cuál es el mejor café de este pueblo?

-El de fama más excelente es el Dancing Miramar. ¿A quién vas a buscar allá?

-Voy a buscar trabajo.

-¿Sabes quiénes trabajan allá? -le preguntó-. Las mujeres de la vida. De la vida mala.

-Ya lo sé.

-Quiero decir de la vida muy, muy mala. De la peor. ¿Estás segura de que quieres ir?

-Segura -dijo ella con una certeza sin atenuantes-. Voy a ser puta.

-Eres demasiado flaca. No vas a tener suerte en el oficio. Además: se necesitan modales, algo de elegancia, y tú pareces un carajín del monte.

-Llévame de una vez, no puedo perder tiempo discutiendo contigo.

Sacramento no sabe por qué acabó obedeciendo; me dice que tal vez lo estremeció una frescura de labios de fruta y dientes sanos que creyó ver oculta detrás de tanta greña.

-Pensar que fui yo mismo quien la llevó a La Catunga -me dice-. No se pueden contar las noches de sueño que me robó ese arrepentimiento.

-La llevaste por decisión de ella -le digo.

-Durante años pensé que hubiera podido disuadirla ese primer día en que todavía estaba tan niña y tan recién llegada. Hoy sé discernir que no era así.

-Todo estaba escrito -expele el humo de su Cigalia Todos los Santos. Las criaturas voluntariosas como ella chalanean el porvenir y lo amañan a su antojo.

Esquivando raza, sorteando mesas y silletería, Sacramentó el zorrero jaló su carro de vieja madera por entre el olor a aceite cien veces quemado que despedían los comederos de sancocho de bagre y pescado frito, pringosos, sabrosos, atestados, en fila uno tras otro a lo largo del malecón. La niña pesaba tan poco que en un momento estaban cruzando la portería central de las instalaciones de la Tropical Oil Company. Sacramento acortó camino por en medio del matadero municipal.

-Sácame rápido de aquí; no me gusta este olor a tripas -protestó la niña.

-¿Crees que soy tu caballo, para andarme arreando?

-¡Arre, caballo! -dijo ella, y se rió.

Se persignaron al cruzar la iglesia del Santo Ecce Homo y desembocaron a la Calle de la Campana, mejor conocida como Calle Caliente, y entonces Sacramento anunció, con orgullo chauvinista, la llegada a La Catunga.

-La zona de tolerancia más prestigiosa del planeta -dijo.

La niña se bajó de la zorra, se estiró la popelina del vestido, que se había arrugado como papel de envolver, y alzó la nariz al cielo queriendo olfatear los vientos que el futuro tenía reservados para ella.

-¿Ésta es? -preguntó, aunque ya sabía.

-Una vez adentro no vuelves a salir -oyó que la voz de Sacramento le advertía, y por un instante su corazón resuelto conoció la duda.

-¿Dónde está el Dancing Miramar? -preguntó con sílabas vidriosas que querían ocultar los pinchazos del pánico.

-Al fondo de aquel pasaje, contra la malla de la Troco.

-Llévame al Dancing Miramar.

-No puedo, por ahí no pasa la zorra. Además, está temprano; no abren ningún café antes de las cinco de la tarde.

-Entonces espero en la puerta -dijo ella, de nuevo conforme con el diseño de su destino. Se echó encima la maleta y las dos cajas de cartón con una energía excesiva para la ramita quebradiza que era su cuerpo y se fue internando, sin pagarle al zorrero ni agradecerle, en ese territorio marcado con hierro al rojo donde tenía cabida lo que afuera era execrable, donde la vida se mostraba por el envés y el amor reñía con los mandatos de Dios.

-¡Es bueno decir gracias! -le gritó Sacramento.

-De nada -contestó ella echando bruscamente la cabeza hacia atrás para despejarse por primera vez la cara, y Sacramento sintió que le caía encima una mirada antigua y oscura de ojos asiáticos.

-¡Espera, niña! -le gritó-. Si te quedas aquí vas a necesitar una madrina. Una veterana del oficio que te enseñe y te proteja.

-No conozco ninguna.

-Pero yo sí. Ven -dijo él, parándose de un brinco-. Te voy a llevar donde una amistad que tengo. Si no sirves para puta, tal vez te reciba para que ayudes con los cerdos y los demás quehaceres.

La amistad de Sacramento era ni más ni menos que esta matrona, Todos los Santos, que ahora toma su mistela a sorbos de pajarito, chupa su tabaco como un judío de Miami Beach y escarba en el pasado para revelarme los pormenores de una historia de amor, a la vez amarga y luminosa como todas las historias de amor.

Al entrar rengueando al patio, Olguita, la del polio, se sorprendió al ver el angarrio de principianta que había adoptado Todos los Santos y pensó que a la madrina se le estaban yendo las luces, seguramente a causa de la menopausia.

-Todavía tengo sangres para un buen rato -se plantó Todos los Santos, y preguntó por qué parecía tan insuficiente la alumna.

-Es una muchareja desnutrida y desdichada -respondió la Olguita-, y se te va a ir el dinero que te queda en salvarla de la anemia.

-No tienes ojo. Cuando esta niña sea mujer la van a amar todos los hombres. No va a haber uno que se resista. Ya vas a ver; sólo es cuestión de ponerle voluntad y de saber esperar.

Laura Restrepo, LA NOVIA OSCURA

miércoles, 12 de abril de 2023

0679: el antiguo versus el nuevo testamento

La biblia nos enseña que las doctrinas son cosa de los hombres

Primero conocemos a Dios Padre de la vida

Luego al Hijo de Dios que muere en la cruz

 

El dios del AT: premia y castiga en vida a sus creyentes

El dios del NT premia y castiga, después de la muerte

 

El dios del AT dota la tierra donde fluye la leche y la miel

El dios del NT te ofrece el reino de los cielos

 

El dios del AT dice: “si cumples mis mandatos multiplicare tus rebaños”

El dios del NT dice:” no hagas tesoros en la tierra, hazlo en el cielo”

 

El dios del AT da 613 mandamientos

El dios del NT, los reduce a 10

 

El dios del AT permite tener varias esposas

El dios del NT te dice sino puedes vivir soltero: cásate

 

El dios del AT es solo para los circuncidados

El dios del NT es para los no circuncidados

 

El dios del AT te enseña que el único templo es el de Jerusalén

El dios del NT llena el planeta de templos católicos

 

Moisés es el autor del antiguo testamento

Saulo de Tarso es el inventor del hijo de dios

 

Pablo debió de hacer pocos progresos convirtiendo judíos, y ello le hizo volverse hacia los gentiles. Comprendió que el núcleo del cristianismo podía ser atractivo para cualquier hombre o mujer, y que entre los gentiles no tendría que chocar contra los prejuicios de la ortodoxia. A partir de entonces se dedicó a vender el cristianismo más popular posible, lo que requirió modificaciones drásticas de la doctrina que predicaban Pedro y los otros apóstoles. El Cristo del que hablaba Pablo (esencialmente el Cristo en el que creen los cristianos actuales) difería en muchos aspectos del Cristo de Pedro y los demás apóstoles (y, por supuesto, en muchos más aspectos del Jesús histórico). Por ello a este Cristo se le conoce como el Cristo paulino.

El Cristo paulino coincidía con el de los otros apóstoles en que era el Mesías y, más aún, en su naturaleza divina. (La naturaleza divina de Cristo estaba más o menos implícita en la predicación de los apóstoles, aunque sólo más adelante los cristianos iban a plantearse cómo debía entenderse esto. Usando un lenguaje posterior, Jesús pasaba a ser el Hijo único de Dios, partícipe de su misma naturaleza.) Es muy probable que Jesús hubiera considerado blasfemas estas ideas si hubiera llegado a oírlas:

¿Por qué me llamas bueno? Sólo Dios es bueno. (Mt. XIX, 17)

Sin embargo, el Cristo paulino había muerto y resucitado para redimir a todos los hombres, judíos o no. Jesús había ordenado a Pablo predicar el evangelio también a los gentiles, pues también ellos podían salvarse si tenían fe en Cristo, pese a:

Yo no soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel. (Mt. XV, 24)

Uno de los motivos por los que los gentiles eran reacios a abrazar el cristianismo era que ello exigía que aceptaran los ritos judíos, particularmente la circuncisión. Así lo mantenían Pedro y los demás apóstoles:

No penséis que yo he venido a destruir la Ley ni los profetas. No he venido a destruirla, sino a darle cumplimiento. Que con toda verdad os digo que antes faltarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse perfectamente cuanto contiene la Ley, hasta un solo ápice de ella. (Mt. V, 17-18)

Por el contrario, el Cristo paulino había anulado la Ley de Moisés y de los otros profetas.

En palabras de Pablo:

Jesucristo nos redimió de la maldición de la Ley haciéndose por nosotros objeto de maldición, pues está escrito: Maldito todo aquel que es colgado de un madero. Y todo esto para que la bendición de Abraham cupiese a todos los gentiles por Jesucristo, a fin de que, por medio de la fe, recibiésemos la promesa del Espíritu. (Gal. III, 13-14)

El argumento parece débil, pero ello se debe a que es un pequeño fragmento. En sus cartas Pablo aporta toda clase de razones en virtud de las cuales, la antigua Alianza que Dios había establecido con los judíos a través de Abraham quedaba sustituida por una Nueva Alianza establecida con todos los hombres a través de Jesucristo. (Pablo hablaba en griego, y la palabra griega que significa "alianza", también significa "testamento". Cuando, más adelante, el cristianismo se extendió por la mitad occidental del Imperio Romano, sus predicadores hicieron más daño al latín que los romanos a sus personas, y así en la jerga cristiana se habla de un "Antiguo Testamento" frente a un "Nuevo Testamento", pero no hay que deducir de aquí que Yahveh estuviera pensando en morirse.)

Y Dios es el que asimismo nos ha hecho idóneos para ser ministros del Nuevo Testamento, no de la letra [de la Ley], sino del Espíritu, porque la letra mata, más el Espíritu vivifica. (II Co III, 6)

 

domingo, 9 de abril de 2023

0678: Una borrachera y la temida Inquisición dieron vida al fricasé

En el año del Señor de 1735, un ciudadano francés que respondía al nombre de Louis de Aragón llegó a La Paz donde pagó la elevadísima suma de 200 pesos fuertes por el derecho de “permanencia” para que las autoridades se hagan de la “vista gorda”, pues Madrid no permitía extranjeros en sus colonias. Estuvo varios años en La Paz, se susurraba que traía una misión secreta y que el apellido de “Aragón” fue inventado, ya que el verdadero era Lemaitre.

Llegado a La Paz, Louis de Aragón se alojó en la casa del pintor español don Juan de Piña, a quien colaboró en su ocupación para la decoración de algunos templos y conventos de la ciudad y de los pueblos. Además, pintaba imágenes religiosas y uno que otro retrato de los personajes de la época. Sabe Dios si ésa fue una de las razones para que a monsieur Lemaitre o Aragón no se lo hubiese encontrado.

En su estadía trabajó mucho y ganó mucho más porque era experto en escultura, dorador, retratista y un incomparable pintor a mano alzada. Así como trabajaba ¡artista al fin!, era un poco bohemio y de vez en cuando con sus mecenas se pegaba unas “jarras de arroba”.

Producto de esas, cierta vez, el pintor y amigo sentían que morían a raíz de varios días de algarabías y trasnochadas. Ambos tenían un hambre enorme y Louis como todo un genuino francés era un sibarita consumado. Naturalmente añoraba su comida allende de los mares: “la bonne cuisine francaise”.

Aquella madrugada —al no haber encontrado un lugar donde les sirvieran al ¡rebueno! — volvieron a casa. Louis, muerto de hambre, se apresuró a curiosear en la cocina y al descubrir unos tiernos trozos de marrano se inspiró y se puso a preparar un fricasé usando los condimentos que encontró y que constituían un tesoro, pues los originales eran rarísimos y carísimos en esa época. Algunos sólo se hallaban en las boticas.

Las piezas de marrano las acomodó en la marmita. Luego, el ajo molido, la hoja de laurel, el comino y la pimienta negra, pero siempre estaba faltando algo muy especial. ¡Oh, la, la, era la cayenne! Para darle color y picor. Al no encontrarla le puso ají amarillo y aquello cocía rabiosamente empezando a desprender un aroma delicioso.

Monsieur probaba y aumentaba un poco más de esto y otro poquitín más de lo otro, pero seguía faltando la cayenne. Entonces pidió a la cocinera un poco más de esa pasta picante (ají amarillo), pero como tampoco había más le metió ají colorado. ¡Oh mon Dieu! Faltaba “le bouquet garni”. Sencillamente eso no existía en estas tierras y lo sustituyó con el silvestre perejil, un poco de huacataya y algunas hierbecillas. Total, estaba haciendo lo que se podía y otra vez a probar hasta que su fino paladar le dio la respuesta: ¡Está muy bueno! Aunque muy diferente a su “fricassé francaisé”.

Era cerca del mediodía y escucharon perentorios golpes al aldabón del portón de la calle. Voces fuertes se escucharon en el zaguán y al enterarse de quiénes eran se les heló el alma. Era don Juan de Borja, alguacil mayor de la Santa Inquisición en La Paz acompañado de su secretario. De Borja, ya entrado en años, era muy temido porque de él dependían vidas y haciendas. Era el peor enemigo y perseguidor de los herejes y conste que en esa época todo extranjero era considerado “hereje”.

Su primer impulso fue huir, pero pensó que era mejor quedarse en la cocina. Entonces apareció don Juan tentado por el olorcillo que sentía y como ya era mediodía no le quedó más que invitarles a comer, sentarse a la mesa procurando no hablar.

Cuando Monsieur ordenó servir los platos “sacré bleu”, se dio cuenta de que no había nada con qué acompañar al fricasé. Desesperado empezó a buscar entre las ollas y encontró chuño hervido y mote cocido, alimentos muy apetecidos y requeridos entre los paceños. Sin pensarlo más, por el susto de ser juzgado y deportado los largó a la olla.

Resultaron tremendos y suculentos platos. De Borja y su secretario comieron con avidez ponderando la delicia del plato. Cuando a uno de ellos se le ocurrió preguntar por el nombre del platillo, Monsieur Louis, al no ocurrírsele nada y ante la presión de que todos lo miraban, dijo ¡Fricasé!

Don Juan de Piña había quedado embelesado por el plato y con sabor a poco porque sus eventuales comensales se acabaron todo. Entonces ordenó a la criada que preparase lo mismo y fue una suerte que la cocinera fuera tan curiosa y pispa, pues reprodujo el platillo muy bien al punto que dejó atrás el “fricassé francaisse”. Reemplazó le bouquet garni, les charlots, la cayenne y otros por chuño, mote, ajíes y especias andinas.

Por boca del alguacil mayor corrió el rumor de la exquisitez del plato. Entonces, don Juan comenzó a ser solicitado por los amigos y hasta por los curas que aspiraban a ser invitados para saborearlo. Muchos pedían la receta. Pero él evitaba y cambiaba el tema con diplomacia.

Un buen día, el mismísimo Guardián de San Francisco le solicitó que para la fiesta del Sacrificio de San Antonio le prestara su cocinera. ¡Cómo negarle a quien le pagaba tan bien! Y para quien le faltaba terminar de pintar a La Gualala (la Virgen de Guadalupe), la Virgen del Carmen, a San Antonio, San Benito, el dorado de algunos altares y otros trabajos pendientes. Además, a menudo lo invitaban a catar el estupendo vino y singani que los frailes elaboraban. ¡No podía arriesgarse a perder tanto!

Envió a Nicolasa, que era una jovencita lavandera y “ayudante de cocina”. A media hora llegaba un lego muy agitado afirmando que la joven confesó que la persona que cocinaba ese plato era “la Trinidad” y que ella sólo ayudaba. Juan de Piñas, con todo el dolor de su corazón, envió a la Trini sin tener tiempo de aconsejarle que no se dejase ver al cocinar.

Tiempo después don Juan llegó al convento, se dio formas para alcanzar la cocina, pero todo estaba perdido. La Trini estaba rodeada de cocineros, media docena de frailes legos y hasta sacristanes. Y claro, ella, la “traidora” convertida en la estrella mayor, la ¡campeona! Haciendo lujo de sus conocimientos dio hasta el último detalle de su fricasé y el secreto se acabó.

Paciencia, Juan de Piña, se dijo para sí. Los frailes y los legos aprendieron al pie y apuntaron todo sobre la preparación del platillo. Con el tiempo, toda La Paz y sus alrededores conocieron esta comida que hasta el día de hoy se conoce como fricasé.

A mediados de 1800 era famosa en La Paz doña Petrona Irusta de Calancha por su fricasería en la plazuela Alexander. Los veleidosos aromas de chanchitos bien condimentados trascendían por todo Churubamba y no había quien se resistiera a la simpatía de la robusta y cordial doña Petra. Para los amigos y compadres era “doña Petita”. Hasta la fecha su familia sigue la tradición.

Presidentes, ministros, jueces y magistrados llegaban entre las 10:00 y 11:00 a su fricasería, que se convirtió en un lugar donde se discutía —en muchas ocasiones— el destino del país. Era el sitio indicado para “agarrar” a los capos de turno. Así fue que nació ese cantar muy paceño que dice: “Fricasé, sentimiento, guitarra y poesía hacen los cantares de la patria mía”. 

sábado, 8 de abril de 2023

0677: don Ramon

Vago, charlatán, mentiroso, violento, absolutamente todo le salía mal, pero tenía a su vez un corazón enorme. Era quien siempre tendía una mano a sus vecinos cuando lo necesitaban y protegía al Chavo en situaciones extremas. Era lo más parecido a un padre que podía tener ese niño huérfano, incluso con sus carencias y limitaciones (afectivas y económicas), sus malos modales y su poco tacto, su figura le brindaba al niño de ocho años refugio y amor.

Ocupaba el departamento número 72 de la vecindad y vivía con su hija, una niña con pecas y anteojos. Si bien no era el primer trabajador, sobrevivía gracias a changas y tuvo diferentes oficios: vendedor de globos, carpintero, peluquero, ropavejero, vendedor de churros, boxeador, torero, vendedor de leche, pintor, fotógrafo, yesero, músico y zapatero. Y un único factor común: la mala suerte. Todas las experiencias fueron erráticas. Ninguna profesión pudo sacarlos de la pobreza y arreglar la crisis habitacional en la que se encontraban.

El dueño de la vecindad era el Señor Barriga, quien cada mes pasaba a cobrarle el alquiler a cada uno de los inquilinos, pero en el caso de Don Ramón, además, los 14 meses de renta que le adeudaba. Las excusas para no pagarle se multiplicaban y eran de lo más ingeniosas, y así se iba abultando la deuda que parecía cada vez más incobrable. Una de las divertidas formas de evadir el cobro de la renta fue cuando se hizo el loco y actuaba como tal, diciendo que era un militar. En otra ocasión, fingía el fallecimiento de algún familiar. Durante un tiempo escapaba por una ventana lateral cuando golpeaban a su puerta y luego perfeccionó el método de fuga cuando desarrolló junto con la Chilindrina y el Chavo como cómplices, palabras claves que anunciaban que llegaba el Señor Barriga. “Ya llegó el platillo volador”, gritaban los chicos y Don Ramón sabía así que le quedaba poco tiempo para huir.

La deuda total

Años después, la inmobiliaria NUROA, hizo un cálculo de cuánto era el valor total que el moroso le debía al propietario de la unidad 72 y para eso se hizo un exhaustivo análisis. Primero, se tuvo en cuenta la cantidad de metros cuadrados de la vivienda, que serían 32 aproximadamente. Después, se estipuló la zona donde supuestamente se encontraba la vecindad, que por referencias se infería que era en una zona céntrica cerca de El Zócalo, en ciudad de México. Con estos datos se sacó un monto estimativo de lo que valdría ese alquiler en los años ‘70, que se estipuló en unos 63 dólares mensuales. Así las cosas, los 14 meses de renta que le reclamaba el señor Barriga a Don Ramón, habrían ascendido a la suma de 882 dólares, sin contar los intereses por mora.

Sin embargo, teniendo en cuenta que don Ramon participó de varias temporadas del programa (entre 1971 y 1979), se hizo el cálculo por los 110 meses que habría vivido escondiéndose de su acreedor y se llegó a la conclusión de que el total de la deuda habría alcanzado los 6.930 dólares.

No tan incobrable

Pero pocos recuerdan que el moroso alguna vez pagó el alquiler, o al menos tuvo intención de hacerlo o bien, se fue achicando la suma total por diversos motivos. En dos episodios (uno de 1973 y otro de 1976) el Señor Barriga le perdona dos meses de renta gracias a que Don Ramón lo invita a una fiesta que se organizaba en la vecindad. Fue tal la emoción por participarlo del festejo que le propuso descontar parte de la deuda en señal de agradecimiento.

Ese gesto de perdonarle meses de alquiler vuelve a repetirse cuando don Ramon trabaja de ropavejero y en ese comprar y vender bienes para ganar algo de dinero, encuentra una bola de boliche que le interesó al Señor Barriga, quien le perdona 5 meses de renta por el intercambio.

En otro momento, los hombres pactan una quita de la deuda a cambio de la prestación de un servicio: pintar la vecindad. Años después vuelve a suceder lo mismo, pero el trabajo es enyesar las paredes del patio trasero.

Y en varios episodios el pago se efectuó de forma accidental. Don Ramón por fin había podido reunir algunos billetes y los llevaba ocultos debajo de su sombrero de tela, sin ninguna intención de pagar. Y luego de inventar pretextos para ahuyentar al cobrador, cuando casi lo estaba logrando una vez más, ambos se pusieron de pie para despedirse y en señal de cortesía se retiraron sus sombreros con tanta suerte que se produjo una lluvia de billetes. “Es caspa”, argumenta don Ramon rápido de reflejos, pero su flojo argumento terminó con sus ahorros y el botín alcanzó para pagar un mes de alquiler. Algo similar sucedió en otra ocasión, con un chanchito que usaba de alcancía, que impactó sobre la cabeza del Señor Barriga, se rompió, volaron los billetes y adiós dinero. 

martes, 4 de abril de 2023

0676: Noemi

Es la mujer más sola del mundo. Una mujer dedicada con pasión al cigarrillo y a la lectura que ha renunciado al sexo, los besos, el vino, las flores, los manjares, los paisajes, los perfumes y los milagros de la vida simple. Una erudita, pensé mirando la lista de libros. Tengo insomnio y buena vista —me sorprende ella largando una bocanada de humo—. Hice solamente la primaria y nunca me había interesado por los libros hasta que encontré una Biblia en mi celda. Me sentí impactada, transportada hacia mundos y sensaciones increíbles al leerla. Dejé inmediatamente de creer en Dios cuando llegué a la última página.

Me pregunta si yo soy creyente. Agnóstico, le respondo. Asiente y me interroga: ¿Leíste Por qué no soy cristiano, de Bertrand Russell? Admito que no. Ella vuelve a asentir y se queda callada: no quiere humillarme ni lucirse, aunque tiene una brevísima mueca de desencanto. Estoy seguro de que le hubiera gustado discutir conmigo algunas de aquellas refutaciones.

Me interesé mucho por divinidades y profetas, y luego a través de las religiones desemboqué en la historia antigua —sigue mientras se quita una hebra de tabaco de la lengua—. Leía novelas buenas y malas, ensayos, manuales, crónicas. Un asunto me llevaba a otro, y a otro más. La historia antigua me llevó a la moderna, y me sorprendí de cuántas contradicciones había, y cómo el relato dependía de quién escribía cada hecho y con qué intención. La historia parece literatura, ¿no? Me encojo de hombros. Alguna más que otra, agrega como adivinándome la respuesta.

Ahora la observo mejor; trato de imaginarme a aquella lectora impenitente descubriendo el gozo inaudito de esos cuentos verdaderos que los historiadores le narraban. Anoto en mi cuaderno de hojas cuadriculadas su metodología: dos veces por semana se pasa algunas horas en la biblioteca, revisando y separando el material. Acopia siempre un cargamento considerable, lo apila junto a la cama y permanece alrededor de él mañana, tarde y noche. Muchas veces la sorprende el amanecer. A lo largo del día, carga el libro en los brazos si es muy pesado, o simplemente lo lleva en alto y camina una y otra vez, como un tigre enjaulado, los tres metros de la celda de ida y de vuelta. De ida y de vuelta. Hace kilómetros de lectura caminada y se vuelve a acostar. Fuma y fuma, y toma mates. Se ríe, a veces llora, habla mucho en voz alta, en ocasiones grita. Nadie la molesta.

Así que al principio eras una lectora ingenua, le digo para retomar el fondo. Mentira o verdad —recita y tose—. Lo que sucedió y luego cómo lo narraron. La no historia. La historia como novela. Y después directamente la novela, los relatos cortos. Mi vida puede contarse de muchas formas. El expediente dice una cosa, pero yo puedo contarte una muy diferente. No lo dudo, y se lo digo. Y luego la literatura es historia menuda, ¿no? —me azuza: una chica de los barrios bajos de San Miguel de Tucumán, una reclusa abandonada a un rincón oscuro y húmedo del planeta, que de pronto se expresa como una profesora mundana de Oxford o de La Sorbona—. Dejé de creer acríticamente en Dios y en los relatores, y sentí un vacío. Un gran vacío y una gran curiosidad. Y un apetito por conocerlo todo.

Lo único que Noemí Gutiérrez podía conocer del mundo era lo que otros habían escrito sobre él, pero a ella eso le bastaba: quería descubrir cada detalle, iluminar su ignorancia parte por parte, quizá sin comprender todavía que a más luz más conciencia de lo vasta que es la oscuridad.

Conversamos sobre En busca del tiempo perdido: había leído el ciclo entero de Proust en una semana. Le mencioné La comedia humana. Se apena: Aquí solamente hay cuarenta novelas de Balzac. Tengo entendido que me faltan otras cuarenta y cinco.

Su educación tiene, como la de cualquiera, muchos huecos, y está llena de arbitrariedades y sorpresas. Pero es increíblemente sólida y por momentos apabullante. Me dedico un rato, por pura diversión, al juego de preguntas y respuestas, y ella va respondiendo y lanzando carcajadas ante mi asombro. Cuando le nombro un autor poco conocido o un libro ignoto, simplemente se barre el mentón y declara su derrota. Pero son derrotas menores, sin verdadera importancia. Me corta el juego con una duda: ¿Leíste a Freud? ¡Qué gran novelista! Estudió a Jung y a Lacan, y también varios tratados sobre psicología y psiquiatría. Muchas novelas parecen calcadas unas de las otras —añade, como si se estuviera yendo por las ramas—. Algunas novelas son únicas. Y luego unos ensayos impugnan a otros. Es muy interesante ver a personas inteligentes errar tanto, equivocarse fiero, tener visiones tan opuestas. Está a un paso de la filosofía, y lo da. Hace comentarios agudos sobre los diálogos de Platón y sobre Kant, Descartes, Heidegger, Nietzsche y las verdades relativas: Al principio me parecía que todos tenían razón —se ríe y prende otro cigarrillo—. Y después pensaba que nadie la tenía. Hubo días enteros en que no entendía nada de lo que leía. Y días en que me parecía, por un momento, que comprendía la lógica del cosmos. Te juro. Yo tenía palabras propias, ya no utilizaba lugares comunes.

Pero lo que no tenía era con quién usarlas.

Me da la impresión de que le agarra un poco de frío. Se frota las mangas largas de la remera gris sin soltar el Parisienne. Miro sus manos. Le pregunto si alguna vez intentó enseñarle el arte de leer a alguna compañera. Si no sintió nunca la tentación de convertir a una mujer elemental en una mujer culta con quien compartir lecturas. Responde que no. Que a nadie, que nunca. Y cambia de rumbo: regresa a la ética, a la metafísica, también a la política y a la ciencia. A la medicina y a la astronomía. De repente vuelve al comienzo, me clava la vista: No quise perder el tiempo enseñando nada, no quise tener una discípula ni una compañera de celda, no quise volver a enamorarme. Fui egoísta. Quise todos los libros para mí sola, viajar por todas esas galaxias sin que nadie pudiera joderme con sus celos y sus problemas. Vivir en esos planos paralelos, encarnar esos personajes.

Se abre entre nosotros un silencio hondo. Ahora soy yo quien le adivina el pensamiento: no quiere que le tenga lástima. No me lo dice, pero no hace falta. Está pensando que agradece al destino aquel primer segundo fatal, aquella cuchillada que le permitió este aislamiento maravilloso. Es verdad que me encantaría discutir un rato sobre las nuevas teorías de la evolución con un biólogo, o sobre los mecanismos del poder con un buen lector de Foucault —afirma aplastando el pucho—. Pero, mirá, yo sé que fumo demasiado y que es muy probable que me muera de cáncer de laringe o de pulmón. Conozco las estadísticas y sé que no tengo un minuto que perder en boludeces. Voy a seguir unos meses con esto y después me voy a dedicar a releer. Necesito diez años para releer algunos textos fundamentales. Me muestra las dos manos abiertas: diez años nada más. Eso pide. Eso y la soledad. Después se pone a jugar mecánicamente con un mechón blanco mientras sus ojos azules se pierden en esa nueva tarea titánica que para ella es un estado de gracia, una beatitud por la que le entregaría su alma al diablo.

Jorge Fernandez Diaz 

lunes, 3 de abril de 2023

0675: la manera en la que cuentas con los dedos revela de qué país eres

 ¿Cómo cuentas hasta 10 con los dedos? ¿Empiezas con el pulgar o el dedo índice? ¿Mano izquierda o derecha?

La dactilonomía (contar con las manos) parece algo natural y obvio.

Después de todo, no es casualidad que tengamos 10 dedos en nuestras manos y que los sistemas numéricos más comunes tengan 10 dígitos. Si hubiéramos evolucionado con 8 o 12 dedos, probablemente predominarían sistemas numéricos distintos.

De hecho, la palabra "dígito" en referencia a los números proviene del latín digitus, que significa dedo de la mano o del pie, debido a la forma en que los usamos para contar.

Pero esto quiere decir que todos contemos de la misma manera: resulta que en el mundo hay formas muy diversas de hacer algo tan sencillo e intuitivo.

Por ejemplo, si eres de Reino Unido o de muchas partes de Europa, probablemente empiezas a contar con el pulgar izquierdo y terminas con el meñique. Pero si eres de EE.UU. o Canadá quizás comiences con el dedo índice y termines con el pulgar.

En partes de Medio Oriente como Irán, comienzan con el dedo meñique, mientras que en Japón comienzan con los dedos extendidos en una palma abierta, y los van cerrando hasta llegar a un puño.

En algunos lugares del este de África como Tanzania, entre los hablantes de algunos idiomas bantúes, la simetría es muy importante culturalmente. Es por eso que al contar usan ambas manos para representar los números tan simétricamente como sea posible: el número 6, por ejemplo, se muestra con los dedos índice, medio y anular de ambas manos.

A pesar de las diferencias, todas estas son variaciones en el mismo sistema básico: por cada nuevo número, añades un nuevo dedo.

Es lo que los investigadores llaman sistema lineal, una forma de contar con los dedos que por mucho tiempo a muchos de ellos les pareció tan innata o universal, que la supusieron única.

"Esos investigadores asumieron que los niños básicamente contaban con los dedos -particularmente en la forma en que lo hacemos en Occidente- , como una herramienta esencial para comprender el concepto de número y para aprender a contar"

Más de una dimensión

El pueblo indígena Pame del norte de México, cuenta con los nudillos del puño exceptuando los de los pulgares, así que ambas manos les sirven para contar hasta 8; los parlantes del idioma Yuki (ahora extinto) en California usaban los espacios entre los dedos.

En India, por ejemplo, se supera la gran limitación de los métodos anteriores -quedarse sin dedos para contar- contando las líneas de los dedos. Eso te da cuatro números por dedo y 20 por mano.

Las líneas de los dedos marcan los números (der.) y se empieza a contar desde la base del meñique (centro), hacia arriba (izq.).

Ahora, ese sigue siendo un sistema lineal, descrito como unidimensional por los expertos. Pero también hay bidimensionales.

En la misma India, en el estado de Maharashtra, los mercaderes usan la mano izquierda para contar hasta 5, y con la derecha van registrando cuántos conjuntos de 5 se han contado. Así que esos dedos diestros representan una dimensión diferente: múltiplos de 5.

Combinar ambos métodos -el de las líneas de los dedos y el bidimensional- permite contar 20 conjuntos de 20 o hasta 400.

Y hay una tercera categoría de conteo de dedos muy interesante: la simbólica.

En China, cuentan del 1 al 5 igual que en EE.UU., pero después del seis siguen contando con la misma mano, y en lugar de usar cantidades para representar números, usan símbolos.

El 6, por ejemplo, se muestra extendiendo el pulgar y el meñique, mientras que 10, con un puño cerrado o cruzando los dedos índice y medio.

Y los antiguos romanos también usaban un sistema simbólico ingenioso (aunque difícil de dominar) que les permitía contar hasta los miles.

Tres dedos de la mano izquierda se usaban para contar unidades y con el pulgar y el índice se hacían diferentes formas para representar los múltiplos de 10. Agregar la mano derecha permitía ir contando los cientos y miles de la misma manera. Así que así esto que ven abajo sería el número 1597:

Como ves, contar con los dedos tiene una importante dimensión cultural; aunque se siente como algo natural, es un comportamiento que aprendemos de niños, no algo que hacemos instintivamente.

Científicos cognitivos están comenzando a demostrar que aún queda mucho por descubrir sobre la relación entre el gesto y el aprendizaje de idiomas.

"Lo que me parece extremadamente emocionante es descubrir qué implicaciones cognitivas o qué consecuencias tienen estas diferencias; cómo aprenden a contar los niños que crecen en diferentes contextos y tienen sistemas distintos de conteo con los dedos".

Y no sólo los niños

"Piensa que en algún momento, probablemente hace cientos de miles de años, nuestros antepasados ​​comenzaron a contar y desarrollaron diferentes sistemas de conteo... ¿qué papel jugaron los dedos?".

Contar con los dedos no solo puede revelar de qué parte del mundo vienes, sino que también arrojar luz sobre cómo aprendimos a entender el concepto de número, como niños e incluso como especie.

Eso que parece tan fácil en realidad no es tan simple.